Mi hermana y yo somos incompatibles a la hora de ver series; si yo disfruto con Nip/Tuck o PERDIDOS (la mejor serie de la historia), ella lo hace con aquellas que no sólo no me gustan, sino que me resultan insoportables (Fiscal Chase, Caso abierto, Shark, …). La única que podemos ver juntos, y sólo un rato porque es tan ñoña que empalaga, es Entre Fantasmas, pero no porque me guste (en absoluto, es infumable), sino porque se le puede sacar miga, si cuentas con la persona adecuada para hacerlo.La protagonista es Melinda, una joven que posee la capacidad de comunicarse con los muertos,
a los que ayuda a pasar “al otro lado”. Vive en uno de esos pequeños pueblos estadounidenses en los que más allá de la calle principal no hay NADA, y tiene un marido que más de una quisiera para ella: es joven, atlético, bombero (que eso siempre tira mucho), altruista, un poco calzonazos (para qué engañarnos), y tremendamente comprensivo con el don de su esposa, a la que apoya incondicionalmente en su labor de médium. Da igual que ella de un grito de terror al ver a un muerto delante de la tele, “Melindo” lo comprenderá, y lejos de dejarse intimidar por convivir con fenómenos paranormales siniestros, le cogerá las manos a su mujer y hablarán de lo ocurrido mirándose a los ojitos. Ellos son una pareja modelo y saben que incluso en esas circunstancias, la comunicación es la base de la felicidad conyugal.Los dos son de estampa, él es guapo, atento y buena persona, y ella, además de todo lo anterior, es adorable y posee una voz de niña inocente, que se contradice mucho con su actitud de lolita. Melinda no es una calientabraguetas de forma deliberada, pero es obvio que va levantando pasiones (y otras cosas) allá donde va. Su lema vital es “Antes muerta que sencilla”… ¡y tanto que si! No importa si está trabajando, viendo la tele, paseando, o en un funeral; siempre está perfecta. Siempre.
Se despierta con el pelo perfectamente peinado (tirabuzones incluidos), jamás se le ha visto con ropa que no le favorezca, y
tiene los ojos pintados incluso en las situaciones más insospechadas, como cuando le dieron un piñazo, y lucía media cara hecha un cristo y la otra media perfectamente maquillada; ver para creer. Pero si hay algo que realmente la define son sus tetas…si, sus tetas, porque son parte importante del personaje y atraen a más de un espectador, razón por la cual las lleva siempre bien visibles con vertiginosos escotes. Cualquier día la veremos limpiando el retrete con el pelo cardado, el gloss, el rimel, el picardías y los tacones de aguja, y ni así se le acercará Melindo, que o bien es gay, o bien vive en un estado de sobreexcitación sexual que sabe canalizar satisfactoriamente de algún modo (a no ser que descargue con el cuerpo de bomberos), porque para estar recién casados son más mojigatos que el cura que los unió, y destilan menos energía sexual que Epi y Blas.En cualquier caso creo que ella se basta y se sobra consigo misma, de modo que con sólo mirarse en los escaparates u observar la reacción de los hombres que se le cruzan, tiene autoestima suficiente como para poder prescindir del sexo. ¡Qué grande eres Melinda!
El 31 de Marzo de 2002 se produjo en Santa cruz de Tenerife una riada, que dejó la ciudad hecha un cristo. Los daños materiales fueron cuantiosos, y a pesar de la “poca fuerza” del acontecimiento, en el sentido de que fue una riada y no un temporal fuerte, hubo heridos y víctimas mortales. No nos lo esperábamos y nos cogió en bragas. En los meses siguientes hubo una exagerada paranoia colectiva que se activaba cada vez que caían tres gotas o soplaba un fisco de viento, algo hasta cierto punto comprensible, pero han pasado ya casi 6 años y seguimos sin levantar cabeza.
El otro día puse la tele mientras hacía cosas en el ordenador; daban uno de esos programas de talentos y estaba a punto de saberse cuál de los finalistas iba a ganar. Cada uno volvió a actuar, y en cuanto los vi a todos tuve claro quién vencería.


A raíz de uno de mis últimos artículos, en el que comentaba de pasada los apodos cariñosos que me tenían ciertas personas, me he parado a reflexionar sobre aquellos nombres que me pusieron en referencia a alquien famoso, y sobre las personas a las que me han dicho alguna vez que les recuerdo. El resultado ha sido curioso…

Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después...
