
Todos somos víctimas de nuestras circunstancias, y si no lo somos, siempre podemos ampararnos en este tópico manido para justificar nuestras acciones desafortunadas, así, he llegado a la conclusión de que si un día se sucedieran todas esas pequeñas jodiendas que alteran mi día a día, y además lo hicieran sin un intervalo de tiempo entre cada una para poder quitarme el enfado que producen individualmente, es posible que, dada mi facilidad para enfadarme con objetos cotidianos, acabara asesinando a alguien. Imaginemos un hipotético día
de autos:

Si hay algo que me cabrea es que me tomen el pelo, y que además lo hagan sin ningún tipo de reparo ni misericordia, no, ahí, a lo cómodo, sin anestesia y con regodeo. Es lo que me da por pensar cuando me topo con un
abrefacil, ese “gran invento” que suele dar más complicaciones que facilidades. En la mayoría de los casos, con la inercia de la fuerza empleada para abrirlo, salpicarás la mesa, a no ser que te caiga en gracia uno de esos cuyo sistema único y patentado se rompe, dejándote con una anilla o solapa inútil en la

mano, y el brick a medio abrir. Ante tal despropósito de la creación yo sigo abriéndolos con un corte de tijera, como toda la vida, que además es más higiénico que muchos de estos revolucionarios sistemas modernos.
Pongamos que después de intentar abrir un brick voy al ordenador con la intención de conectarme (algo que no conseguiría porque ese día estaría
internet impertinente), y trato además de insertar una tarjeta de memoria en la ranura correspondiente. Es gracioso (por decir algo) que mi
ordenador de diseño ultramoderno y acabados futuritas, tenga bien señalizadas cuatro ranuras para los diferentes tipos de tarjetas de memoria, con sus correspondientes lucecitas
ultrasónicas que indican que la tarjeta está siendo leída correctamente, ¿Qué por qué es gracioso? pues porque ni esta leyendo ni está haciendo nada, te está tomando el pelo y avisándote de que en

breve se bloqueará y deberás apagarlo. Si estos son los avances que me ofrece su aparente modernidad, puede meterse la pantalla plana y las formas aereodinámicas por donde le plazca.
De todas formas sería injusto arremeter contra el ordenador porque no es más que otro de los muchos electrodomésticos con voluntad propia de mi casa, donde mi
equipo de música merece una mención especial, ya

que es él, y no yo, quien elige los discos que vas a oír. Debe tratarse de eso que llaman "inteligencia artificial". Yo, la verdad, prefiero a las máquinas estúpidas y obedientes de anataño.
Pongamos además que es uno de esos agobiantes días de
calor, en los que da igual que te duches y te pongas desnudo delante de un ventilador, porque vas a sudar igual, y no vas poder hacer nada para evitarlo ni dejar de sentirte sucio y pegajoso. Estos días atraen además a
moscas jodelonas, que

hasta que no las matas, no entienden que no te hace ni puta gracia que zumben, se posen en ti, las espantes, y vuelvan una, y otra, y otra vez, hasta que la rabia hace que al aniquilarlas actúes con la ira propia de un enfermo. Asimismo, los
mosquitos trompeteros también se multiplican en la época estival, y joden en todas sus modalidades; cuando no te amargan la noche zumbándote al oído cada vez que estás a punto de quedarte dormido, te desangran dejándote lleno de ronchas picantes. Encima los muy rastreros tienen la osadía de pasearse inflados de tu sangre, para que observes con impotencia que se han pegado un festín sin que tu hayas podido hacer nada al respecto ¡Qué hijos de puta!

Siendo justos, los insectos carecen de razón, así que se les tolera que sean tocapelotas, algo que no aguantamos con tanta facilidad de la
gente comemierda, petarda o irritante, que parece levantarse con la consigna en mente de ponerte de los nervios en un día en que no haga falta demasiado para que lo consigan. Pueden joder a través de las ondas radiofónicas o televisivas, al encender la radio esperando oír algo de música que te relaje y que te salga una descerebrada canción veraniega, o al encender la tele y descubrir que la programación está dirigida a marujas aburridas y morbosos conformistas; pero lo que de

verdad
llena es que jodan en directo. Aquí ya entran en juego las manías personales de cada uno: gente que habla demasiado alto, que te repitan una anécdota mil veces o te expliquen el chiste 5 veces por si no has tenido suficiente con tres, que mientras te cuentan algo te den toquitos en el hombro con el dedo… ¡hay un catálogo infinito para elegir! A mi personalmente me pone de mal humor oír a mi padre
estornudar. Sé que es algo raro y el pobre no puede controlarlo porque es de origen alérgico, pero cuando lo oigo estornudar estruendosamente hasta 20 veces en un minuto me va entrando una mala hostia por dentro que me da ganas de acabar con su sufrimiento.
Resumiendo: En el hipotético caso de que (dios no lo quiera), se diera en un solo día tal cúmulo de circunstancias, ¿de verdad tendría algún jurado la poca condescendencia y falta de empatía para condenarme si hiciera una locura?