
Aunque nada de esto hubiera ocurrido siempre recordaré 2007, porque para mí no se acaba un año más, se acaba “EL AÑO”, así, con mayúsculas, ya que estos
últimos doce meses han sido de los más importantes en mi vida. A mi alrededor se han producido ciertos acontecimientos que no sólo han cambiado mi realidad y entorno más cercano, sino que también me han transformado significativamente. Las circunstancias han cambiado, la gente también, y yo lo he hecho con ellos. No quiere decir esto que todo haya sido maravilloso, nada más lejos de la realidad; con las alegrías y cambios a mejor también han venido un par de jodiendas o desgracias, que si bien no han sido en absoluto de mi agrado (masoquismos los justos), si que me han transmitido enseñanzas de lo más valiosas.
No sé si a ustedes les pasa, pero cuando trato de recordar de forma abstracta un año específico, suelo asociarlo inconscientemente con alguna foto de algo representativo que me haya ocurrido entonces. Así, la imagen de 2000 es una foto de mi cumpleaños en el monte, la de 2001 una en la que estoy con mis primos jugando en una piscina, y las de los siguientes años corresponden a instantáneas de viajes (La Gomera e Irlanda para 2002, Londres para 2003, Inglaterra para 2004, Lisboa para 2005, y Estocolmo para el año pasado). 2007 está dando sus últimos coletazos y soy incapaz de asociarle una imagen, y es que estos 365 días han dado para mucho, para muchísimo de hecho, y mi cerebro es incapaz de quedarse con un solo recuerdo visual representativo.
Me gustaría que el año que empieza tuviera todo lo bueno que ha tenido este, lo que sé de antemano es que será muy difícil que me marque tanto.
¡Feliz 2008 a todos!