
Los Beatles es uno de mis grupos favoritos porque tienen una cualidad de la que pocos pueden presumir: sus canciones no pasan de moda y uno nunca se cansa de oírlas. Son composiciones aparentemente sencillas pero cargadas de matices, y escritas e interpretadas con maestría; hace décadas que acabó su reinado musical, y sin embargo hoy seguimos tarareando sus temas como si los escucháramos a diario por la radio. Fueron grandes, aún lo son y lo seguirán siendo para siempre. Creo que puede afirmarse, con permiso de los fervientes admiradores de otros grupos emblemáticos, que es el grupo icónico del pasado siglo.
Una de las imágenes más reproducidas de la cultura popular ha sido precisamente la portada más conocida de los 13 discos que publicaron: Abbey Road. En ella se ve a los cuatro miembros de la banda cruzando un paso de cebra londinense. Cualquiera pensaría que tras una imagen tan popular hubo un profundo estudio de diseño, pero lo cierto es que surgió un poco por casualidad y no se volvieron locos a la hora de llevarla a cabo. El paso de cebra está situado justo en frente de los estudios de grabación donde trabajaban, así que la localización fue más fruto de la casualidad que otra cosa; no hubo tampoco una especial elección del vestuario, y todos aparecen tal como iban vestidos aquel día. Aunque se había cortado el tráfico de coches previamente (de ahí la camioneta de la policía aparcada a la derecha) no hubo restricción en el tráfico peatonal, de modo que las personas que salen en la foto sencillamente estaban en la calle en ese momento. El Volkswagen blanco (modelo beatle) no es un guiño al nombre del grupo; simplemente estaba aparcado en la calle en ese momento, y no se pudo quitar de la fotografía porque el dueño estaba de vacaciones. Parece mentira que una imagen que ha trascendido tantísimo, haya sido hecho tan a la ligera.
Hacía años que circulaba entre los beatlemaníacos una leyenda urbana de lo más surrealista, y con el surgimiento de este disco, que sería su último trabajo como banda, se disparó como la espuma. Sostenían que Paul McCartney había muerto y lo habían sustituído por un actor, y buscaban evidencias de esta teoría en cada nueva portada, como si los músicos les hicieran un macabro guiño a sus seguidores. Algunas de las pruebas que encontraron para defender la teoría fueron las siguientes:
Los cuatro están formando un cortejo fúnebre, en el que John, de blanco, es el predicador; Ringo, de negro, el empresario de pompas fúnebres; George, con ropa vaquera, el enterrador, y Paul, por supuesto, el muerto. Paul lleva los ojos cerrados, como un cadáver; sostiene un cigarro con la mano derecha siendo zurdo, lo que prueba que el de la foto es un impostor (¡toma ya!); lleva el paso cambiado con respecto a sus compañeros y, va descalzo, lo que significa en términos esotérico-religiosos,que está muerto. Digo yo que si realmente todo eso fuera cierto, los productores habrían sido imbéciles dejándolo ver. ¿no?
La trascendencia de este disco y su portada ha sido tal que Abbey Road es visitado regularmente por cientos de turistas, todos ellos con el propósito de sacarse la foto en el paso de cebra más famoso del mundo. Es asimismo una de las imágenes más parodiadas de las últimas décadas, tanto por parte de músicos que de algún modo rendían tributo a la banda, como por personajes de la cultura popular. El propio McCartney lo hizo en un trabajo individual, apareciendo en el mismo sitio sin sus compañeros... y calzado.
El repertorio de "sustitutos" en la foto original abarca a animales, dibujos animados, juguetes u objetos simbólicos. Hay versiones hasta aburrir (pinchar aquí para ver más), pero yo me quedo con las siguientes:




















