
Son enviados del señor que tienen que vivir entre chusma, haciendo malabarismos para disfrutar de sus gustos refinados, sin contaminarse de la mediocridad imperante.
Según su indumentaria, existen dos tipos de modernos bien diferenciados, aunque en esencia vienen a ser lo mismo:
Los "Modernos Alfa", también conocidos como gafapastas, visten de forma poco convencional tirando a clásica, aunque generalmente "elegante", y se confunden entre gente "normal" con gustos culturales diferentes a los de la
masa. La diferencia entre ellos y yo, por ponerme de ejemplo, es que a mí me puede gustar (y de hecho me gusta) ver películas en versión original, el arte contemporáneo o Rufus Wainwright, pero ni lo voy pregonando para que la gente vea lo extraordinario que soy, ni entiendo que eso implique renegar del cine de ciencia ficción o músicos como Craig David. Un moderno sólo disfruta de lo antiguo o no comercial, y en cuanto algo minoritario pasa a ser conocido, reniegan de ello al instante. De hecho, existe la leyenda de que presumen de conocer a grupos que ni siquiera existen, sólo para poner a prueba a los demás y fardar de cultura underground.

Suelen llevar ropa vieja, pero no porque no tengan dinero, sino porque son prendas "vintage", y eso es "cool". Si además es de mercadillo ganan puntos, porque eso demuestra que son personas
cosmopolitas y viajeras; eso sí, no vale el del propio barrio: tiene que ser algo tipo Candem o Portobello Road. Cuando un moderno recupera lo que se ponía su padre en los 70 y le sirve, eyacula de placer al instante. Es algo automático.

Les gusta combinar lo antiguo con lo nuevo o, en su defecto, customizan lo nuevo para que sea más personal. La mayoría son delgados, llevan flequillos enormes y sueñan con vivir en una gran ciudad europea. Jamás verás a un moderno asentado en un pueblo.
Son capaces de clavarse chinchetas en los ojos si eso les permite empezar a usar gafas de pasta; visten de colores oscuros y anotan sus geniales ocurrencias en libretas moleskine, mientras comen sushi con un buen vino en un bar chill out, o escuchan vinilos en el loft de alguno de ellos.

El otro tipo (Modernos Beta) es su versión arrastrada, aunque sin embargo más arrogante; se creen tan absolutamente geniales y únicos, que no pueden ponerse nada que llevaría una persona normal. Los vaqueros son de mediocres, así que nada como enfundarse unos leggin dorados con manchas de leopardo, unas cholas de playa y una camiseta XXL de los 80, para rematarlo con gafas de azafata del 1,2,3 sombrero y pañoleta. ¡Ou Yeah! ¡Retro style!
Es interesante que en su intento por ser diferentes todos acaben vistiendo el mismo uniforme. Eso sí, no es que sean unos mamarrachos, es que están por encima de los estándares de las modas, aunque paradójicamente eso implique que hayan creado una propia. ¬¬
En teoría deberían resultar atractivos para "los normales", que sentiríamos envidia de su deshinibición y autenticidad, pero sólo llaman la atención de los
servicios sociales, que los confunden con mendigos. Da igual, son tan guays que están por encima de eso; de hecho, los hay que se esmeran en fomentar esa imagen dejando de lavarse el pelo.

Disfrutan como nadie en festivales de música alternativa, donde pueden pasar horas charlando sobre estilismo con otros congéneres. También pueden pasarse por galerías de arte a comentar fotos desenfocadas en blanco y negro, o ir a la filmoteca, pero seamos serios, ahí no se puede socializar mucho, y un moderno sin otro de su tribu con el que picarse sobre quien es más moderno, no es más que un payaso triste y esperpéntico.
Por un mundo menos imbécil, digan no a los modernos.
