
Tengo una tendencia natural a ponerle motes a la gente, que suelen quedarse en mi cabeza, y venirme en mente cuando aparece la persona en cuestión. No es porque sean necesariamente malos, sino porque tampoco procede utilizarlos con gente con la que ni siquiera tienes confianza, y porque además, entre amigos, es una cosa que tiene que surgir de forma natural, no por imposición. Es más, yo soy el primero al que le toca los huevos que la gente no cercana se refiera a mí de otra forma que no sea mi nombre (
sin diminutivos ni tonterías). Luego ya, en confianza, la cosa cambia.
El caso es que tengo un mote mental para la gente de la zona en la que vivo, con quienes coincido a la hora de coger la guagua o mis vecinos, como "el comeniños", un vecino siniestro de mi edificio, que da el perfil del tipo de personas que en cualquier momento puede salir en los informativos por descubrirse que tiene niños guardados en el congelador.
En mi colegio había un niño al que, muy cruelmente, llamaban
“Kangú” (la razón en
este enlace), y en el instituto había otra a la que llamaban
“el borrón”, porque decían que parecía que habían estado dibujándola, y cuando se habían cansado le habían emborronado la cara. Sí, es cruel, pero viéndole la cara a uno no se le podría ocurrir ninguno mejor, como aquella otra a la que llamaban
“Shin Chan” por sus cejas espesas o la profesora
“Sapotato”, porque su cara recordaba a la vez a un sapo, y a un mister potato. Y es que al final los motes puestos con mala baba son sin dudas los mejores, y en eso
mi madre tiene un máster, desde
“la desenterrada” para una mujer extremadamente flaca, o una familia entera de gentuza, cuyos miembros son:
“el gilipollas” (sobran explicaciones),
“el vómito” y
“la arcada” (los hijos pedantes del gilipollas), y el mejor de todos para la madre:
“el caroso”. Viene de la antigua costumbre rural de limpiarse el culo con un caroso (lo que queda después de comerse una piña de maíz), y un

refrán que dice:
“Eres más inútil que un caroso cagado por las dos puntas”. ¡Toma ya!
Mi tía, por su parte, nos habla de “las facinerosas”, es decir, las ex-compañeras de colegio que le mandan correos derechosos ultrademagogos, “las ovejas”, refiriéndose a los animalitos que hay entre sus compañeras de trabajo o “La cantabrona”, que es la síntesis perfecta para referirse a una mujer que además de ser cántabra, es una cabrona de cuidado. Incluso para ser maligno hay que tener ingenio.
Y vosotros, ¿cuáles son los mejores motes crueles que conocéis?