

Nos alegramos del exitazo internacional de “Ágora” y “Planet 51”, ambas producciones españolas; sufrimos la vampiro-manía desatada por la saga “Crepúsculo”, y asistimos a la entrega de dos oscar especialmente esperados: el merecidísimo de Kate Winslet, después de 5 nominaciones, y el de Penélope Cruz, en quien todo el país puso sus esperanzas… para después pasar del tema sin más. Eso le pasa por llegar después que a Bardem.
Si nos vamos a temas más indigestos, la amenaza del cambio climático sonó con más fuerza que nunca (pero se paso de ella como siempre), un avión desapareció misteriosamente en el atlántico, desatando la conspiranoia de los lostadictos con problemas de integración social, y Obama (que no ha cumplido ninguna de sus principales promesas) fue premiado con el Nobel de la Paz porque sí. Resurgieron debates clásicos totalmente desfasados, como el de la píldora post coital, el crucifijo en el aula o la reforma de la ley del aborto. La SGAE dio más por culo, El plan Bolonia entró con fuerza para follarnos a todos, los peperos se llenaron de mierda y polémica hasta el cuello, y el gobierno siguió con medidas estúpidas y cordiales, más bienintencionadas que efectivas.
Como cada año, nos lamentamos por las muertes acontecidas en el mundo del arte y la cultura, que siempre nos tocan especialmente “de cerca”, al menos más que las de políticos o científicos. Nos dejaron personajes de la talla de Mario Benedetti, Antonio Vega, Mercedes Sosa, Pepe Rubianes, José Luis López Vázquez o Patrick Swayze, pero sin duda la más impactante fue la de Michael Jackson, que además de eclipsar totalmente a Farrah Fawcett, fallecida unas horas antes, despertó una oleada de tributos espontáneos en todo el planeta; millones de fans peregrinaron hacia los lugares clave de la vida del artista, y otros tantos montaron improvisados homenajes en las principales ciudades del mundo. Medio año después aún se suceden los actos en su memoria; no se había visto nada igual desde que Lennon fuera asesinado. En cualquier caso, la muerte que más me marcó por supuesto fue la de mi abuela, que en estos días se ha hecho notar especialmente.
Cuando escribo estas entradas de balance el 31 de diciembre (este es ya el tercer año que lo hago), suelo hacer un repaso muy breve a lo ocurrido en el mundo, para centrarme luego en lo acontecido en mi mundo, que para eso es mi blog. Esta vez la balanza está claramente descompensada hacia lo general, y es que no se me ocurren demasiadas cosas personales que recordar de estos últimos doce meses. No ha sido un año especialmente malo… pero tampoco especialmente bueno; en general ha resultado bastante anodino. 2008 fue muy mejorable, pero 2009 no ha sido como para tirar cohetes tampoco; ha pasado sin que me de cuenta y lo más destacable que se me ocurre a nivel
personal son asuntos "superfluos", como las vacaciones de ensueño que me he pegado en Nueva York y Lanzarote, o ciertos cambios personales. Puestos a destacar un hecho positivo que os toca más de cerca, y que aunque parezca una tontería a todos los blogueros nos hace ilusión (y quien diga lo contrario miente), este año se ha incrementado bastante el número de visitantes a mi edificio de ovejas. Precisamente cuando más atareado he estado, y menos me he ocupado de bloguear y comentar a desconocidos y habituales, es cuando más ha entrado gente nueva. A mí que me lo expliquen.
Hala, ya les he regalado el oído, así que… ¡Feliz 2010 a todos!

Si nos vamos a temas más indigestos, la amenaza del cambio climático sonó con más fuerza que nunca (pero se paso de ella como siempre), un avión desapareció misteriosamente en el atlántico, desatando la conspiranoia de los lostadictos con problemas de integración social, y Obama (que no ha cumplido ninguna de sus principales promesas) fue premiado con el Nobel de la Paz porque sí. Resurgieron debates clásicos totalmente desfasados, como el de la píldora post coital, el crucifijo en el aula o la reforma de la ley del aborto. La SGAE dio más por culo, El plan Bolonia entró con fuerza para follarnos a todos, los peperos se llenaron de mierda y polémica hasta el cuello, y el gobierno siguió con medidas estúpidas y cordiales, más bienintencionadas que efectivas.

Cuando escribo estas entradas de balance el 31 de diciembre (este es ya el tercer año que lo hago), suelo hacer un repaso muy breve a lo ocurrido en el mundo, para centrarme luego en lo acontecido en mi mundo, que para eso es mi blog. Esta vez la balanza está claramente descompensada hacia lo general, y es que no se me ocurren demasiadas cosas personales que recordar de estos últimos doce meses. No ha sido un año especialmente malo… pero tampoco especialmente bueno; en general ha resultado bastante anodino. 2008 fue muy mejorable, pero 2009 no ha sido como para tirar cohetes tampoco; ha pasado sin que me de cuenta y lo más destacable que se me ocurre a nivel

Comencé el año con la entrada más comentada de la historia, y a partir de ahí la mayoría ha cumplido con creces mis expectativas; la crítica social, internet y mis blasfemias la religión son los temas que más interés despiertan, así que tendré que echar más carne en el asador con ellos, que además me encantan. El blog no deja de ser un entretenimiento para los ratos libres; no rige mi vida ni mucho menos, pero esa correspondencia habitual con “los de siempre” me encanta, y que venga gente nueva y se quede es un gustazo. Muchas gracias a todos; los que siguen desde el principio, los que estuvieron y los que están llegando. Encantado de recibirles.
Hala, ya les he regalado el oído, así que… ¡Feliz 2010 a todos!
