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sábado, 29 de septiembre de 2007

Toquemos madera

El otro día vi a la vieja de la barba, un personaje de la ciudad no demasiado conocido, pero que tampoco pasa desapercibido. Es una mujer muy mayor, consumida, y perdida en este mundo en el que parece estar de paso, sin preocuparse demasiado en nada más allá de sus pensamientos. Lleva siempre un pañuelo en la cabeza que le recoge la gran melena de pelo blanco, lacio y ligeramente ondulado, que la cae sobre los hombros. Suele vestir de colores apagados (mucho beige, sepia, gris y derivados), va con camisa y falda de tela fina, y si por algo llama verdaderamente la atención, es sin duda por su chiva. Si, su chiva. A muchas mujeres mayores le salen un par de pelillos en la barbilla que, o bien pasan inadvertidos, o bien son arrancados, pero esta señora no es que tenga unos pocos, es que directamente tiene barba, porque su “chiva” es larga y frondosa. Al margen de este detalle que desde luego salta a la vista, es un personaje enigmático que invita a la reflexión; es una mujer arreglada pero a la vez descuidada, que luce una bonita melena pero que a la vez ha dejado prosperar el bello en su cara, de esa forma tan antiestética e inusual, y parece frágil pero también parece no serlo. Es extraña…

Hacía muchos años que no la veía. La primera vez que me tropecé con ella fue junto a mi amigo Fefe, que me contó su trágica historia. Era una chica de la alta sociedad, guapa a rabiar y una de las mujeres más bellas de Santa Cruz y de toda la isla, que de hecho, fue nombrada durante varios años consecutivos “Miss Primavera”, en un certamen que celebraba el casino.

Con una posición social envidiable y una belleza sin igual, era de esperar que no tardara en prometerse con alguien de su entorno que, desde luego, sería envidiado por todos. Así fue que tras un periodo de noviazgo llegó el día de la boda. Cada uno por su lado se engalanó para el acto, y ambos se dirigieron llenos de ilusión a la iglesia, donde manifestarían públicamente su amor y unirían sus vidas para siempre. La mala suerte quiso que cuando estaban de camino, el novio tuviera un accidente mortal con el coche, dejándola a ella viuda sin tan siquiera haber pasado por la vicaría. Después de esto la mujer fue de mal en peor y se volvió loca.

Ya son ganas de joder por parte del “destino”… ¿Son capaces de imaginar la cachetada emocional y psicológica que puede suponer un golpe como ese? Creo que nadie podría reponerse jamás de algo así, no de perder a la persona a la que se quiere, sino de hacerlo de esa forma y en esas circunstancias. Debió ser horriblemente devastador ver que el día más feliz de su vida se convertía en el más trágico, y más en una época en la que el matrimonio, el amor para siempre, y el “qué dirán” tenían un gran peso.

Este caso me recuerda al fatal acontecimiento que inspiró la película Caótica Ana, el último filme de Julio Medem. La cinta rinde homenaje a su hermana, una joven pintora trágicamente fallecida en un momento cumbre de su vida del que no pudo disfrutar. En una entrevista reciente, Medem lo relataba así:

“El día 7 de abril de 2001, mi hermana inauguraba su exposición de pintura (la más extensa de su trayectoria) en unas bodegas de Cariñena, al sur de Zaragoza. (...) Mi hermana nos había convocado en la entrada de la exposición a su familia directa y a sus amigos; tenía muchísimos. Es decir, allí estábamos esperándola todas las personas que más quería, ante una puerta cerrada que ella debería abrir. Minutos antes de la hora señalada para la inauguración, a tres kilómetros, mi hermana murió en un accidente de coche. No entramos en la exposición.”

Creencias sobre el destino y demás cuestiones místicas aparte, estos casos en los que la vida “te la juega” dan que pensar, no sólo por el hecho de tener más o menos suerte, sino porque uno realmente se da cuenta de que por muy bien que nos vayan las cosas, podemos irnos a la mierda en cualquier momento. Un día vas dando saltos por la calle porque te sientes la persona más feliz del mundo, y al otro estás muerto, es así de simple, y así de desalentador.

Por contra también puede ocurrir lo contrario, que se produzca un fatal acontecimiento al que parecíamos irremediablemente avocados, y del que nos libramos de una forma más o menos casual, provocándonos una alegría indescriptible, y haciendo que nos replanteemos muchas cosas, hasta el punto de que a partir de ese momento nuestras vidas puedan cambiar para siempre, y pasemos a ver las cosas desde un prisma diferente.

Todos conocemos historias como las de personas que no tendrían que haber cogido uno de los aviones que impactó contra las torres gemelas, y que por caprichos del devenir acabaron haciéndolo, pero también otras muchas del caso contrario; historias en las que la suerte ha querido que salvemos la integridad física o la vida, de una forma tan fortuita que pareciera planeada por terceras personas.

Son casos como el del actor Mark Wahlberg, que no cogió “ese avión” porque en el último momento decidió hacer el viaje en coche con unos amigos, o el de tantísima gente con anécdotas parecidas relacionadas con los atentados de Atocha. El 11-M recuerdo ver a mi profesora de matemáticas deambulando por los pasillos del instituto como alma en pena y la mirada perdida, porque sus hijos tendrían que haber cogido ese tren a esa hora y no lo hicieron; la huelga de profesores les libró, al igual que a otros tantos jóvenes, de una muerte bastante segura. También me llegaron otras anécdotas de gente que ese día se durmió, y una de alguien que solía ir en coche hasta la estación para coger el tren, y que ese día no pudo hacerlo porque la puerta del garaje se rompió.

De mi entorno más cercano podría destacar el día en que a mi amiga Carmen se le escapó una guagua que volcó y mató a todos sus ocupantes, o cuando a mi prima le cortaron los frenos el día en que decidió ir por una carretera secundaria intransitada, en lugar de por la acusada pendiente por la que habría ido cualquier otro día.

Visto lo visto, creo que todos deberíamos llevar una taquito de madera en el bolsillo para tocarlo siempre que nos de por pensar en negativo. ¡Crucemos los dedos!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La vida es una putada, es cierto, lo es y nadie puede decir lo contratio. En cuanto al caso de la muerte cuando eres muy feliz, es la mayor putada del mundo, tal vez por eso nunca llegamos a ser felices del todo, porque inconscientemente, pensamos que si llegamos al maximo de nuestra felicidad, un horror indescriptible nos sobrevendra, y no queremos. En mi caso, yo ansio la felicidad por todos los medios, lo tipico, cuanod estabas en la playa una noche y pasaba una estrella fugaz o soplavas las velas de tu cumple, yo siempre pedia ese deseo, ser feliz. Podemos decir que ahora lo soy por diversas causas, de las cuales tiene mucho que ver mi novio, con el cual recien me he ido a vivir. No paro de pensar que un dia de estos, cuando lo abraze y lo bese para ir a trabajar y ese momento sea muy feliz para mi, no lo volvere a ver mas porque le habra pasado algo, por ello, cada vez que soy muy feliz intento no sonreir y decirme a mi misma que no, que aun no soy del todo feliz...pongo alguna excusa...no soy millonaria aun, pero el caso y me da miedo decirlo, es que si lo soy. Nose, me imagino que le pasa algo y me veo sentada en el sillon de mi nueva casa vacia, sin el, y solo de pensarlo casi me pogo a llorar, no quiero pensar que pasaria si pasase de verdad. Pero asi con todo. Quien no ha visto las tipicas pelis en donde se enamoran y muere uno de los dos, son pelis que no me gusta volver a ver y que casualmente son casi que las mejores pelis, por eso sera que siempre son nominadas a los oscars y ganan, pelis como titanic, noviembre dulce o nose...city of angels...porque tienen que morir, es que no nos conformamos con el fueron felices y comieron perdices???, es triste pero es lo que reclamamos, inclusive cuando a los que nos gusta escribir, las mejores historis que se nos ocurren son tragicas, acaban mal o tienen un momento algido bastante chungo. En fin, que la vida es una mierda, ansiamos ser felices y cuando lo conseguimos vivimos con miedo porque sabemos qu no somos dueños de nuestra propia vida, que putada de verdad.
En cuanto a lo de morir...yo tengo alguna que otra historia sobre la muerte en la que yo no deberia estar aqui contando rollos sino ya bajo tierra, como una vez cuando era pequeña e iba con mi hermano al colegio siempre y cruzavamos por un barranquito, un dia nos perseguia un hombre feo, si nos llegamos a meter en el barranquito no estariamos aqui ninguno de los dos seguro, cogimos el camino largo y empezamos a correr como alma que lleva el diablo hasta tal punto que 10 minutos despues pare y dije ya esta, que me secuestre si quiere pero yo no puedo correr mas, jajajja fijate tu. Pero el caso es que historias como esa hacen que tengamos dia a dia y no nos aburramos de nuestra existencia, es triste pero cierto, lo malo es cuando no lo puedes contar.

Mery

P.D.: Le cortaron los frenos a tu prima?????????

Anónimo dijo...

La vi la vi!!!!he visto a la mujer de la barba!!!!que flipe, es una pena pensar depues de verla qe a la pobre mujer le paso eso, pero el caso es....porque se dejo barba? tal vez no se queria permitir olvidar a su no marido y para ello rechazo el amor por lo que se dejo esa gran y suntuosa barba por la cual sabia que ningun hombre la amaria ya que nadie se permitiria el lujo de fijarse amorosamente en una persona asi....paranollas supongo.
Mery

peibol dijo...

Yo también me la he vuelto a encontnrar un par de veces, el otro día, incluso, fui con ella en la guagua :).

Lo de pensar que cuando somos demasiado felices, va a ocurrir algo malo, creo que es universal, como si no fuéramos capaces de asimilar una vida perfecta y sin problemas; mientras ese pensamiento no nos impida vivir el día a día, tampoco lo considero demasiado nocivo, porque nos hace valorar lo que tenemos.

PD. Si, se los cortó un sonado del pueblo al que va a ensayar :s