Ya había tratado con ella tiempo atrás, y aunque sabía de la mala fama que le precedía y en aquella ocasión había sido una guarra, quise pensar que una situación especial le haría ser más transigente. Estaba equivocado. La secretaria suprema de mi facultad es una cabrona con mayúsculas y luces de neón; una hija de puta maleducada, que por alguna razón es como la reina madre de toda ellas; intocable y temible.
Trabaja junto a tres personas en el edificio depertamental, aunque gracias a Transilmonio no suele estar de cara al público. Les pongo en situación:
El miércoles y el jueves estuvimos en alerta por el temporal; no había un alma en la calle, el clima estaba imposible y las clases suspendidas. El miércoles por la noche ya habían anunciado que se suspendía toda actividad en la universidad para el día siguiente, pero aún así decidí arriesgarme e ir a mi cita para ampliar matrícula. La razón era sencilla: con lo perras que son en secretaría, seguramente me buscaría un problema por no aparecer; da igual que alegues que has caído en coma o te has puesto de parto; si no apareces a la hora concertada es que eres un sinvergüenza, y no creo que contemplaran el temporal como una excusa. No me equivocaba.
Subí hasta la facultad para cerciorarme de que estaba cerrada. No había nadie allí ni en los alrededores, eché un ojo en la cafetería y otras zonas comunes, pero no vi nada; aquello parecía el escenario de una película de miedo. Me marché a casa con la conciencia tranquila, sabiendo que cuando fuera a hacer el trámite podrían acusarme de muchas cosas, pero no de no haberlo intentado.
A la mañana siguiente llegué y expuse mi situación, y la única secretaria competente (a la que llamaremos Rubiasimpática) me dijo sonriente que no me preocupara, que estaban atendiendo en dos ventanillas a los distintos grupos; una para los que tenían hora para ese día, y otra para los que nos tocaba ayer. Esperé mi turno y enseguida me tocó. Me dio un formulario que no había rellenado y, con la misma amabilidad de antes, me invitó a escribir lo que me faltaba en una de las mesitas del fondo, que luego con acercarme y dárselo ella se ocupaba, aunque estuviera atendiendo a otra persona. En esas estaba cuando Rubiasimpática cambió el turno, dejando al frente a Zorracabrona. Se asomó con chulería y dijo en alto que no iba a atender a nadie de ayer; que si había alguien que tuviera cita para ayer y no hubiera venido, que cogieran número para otro día y se fueran, que su vida era tan importante como la de los demás, y si no nos había dado la gana venir no era su problema. Con dos cojones
La gente se sublevó, y antes de que nadie pudiera decirle nada se escondió entre sus papeles; ya se sabe, tirar la piedra y esconder la mano. Yo no daba crédito; hacía cinco minutos que podría haber acabado e irme, y ahora resultaba que por la asquerosa esta iba a tener que hacer cola en otro momento. ¿Cómo coño iba a ser eso? Me acerqué a Zorracabrona para pedirle cuentas y volvió a soltar el mismo carrete de antes, sin darme tregua para intervenir, ni a mí ni a ninguno de los que estábamos deseando empalarla:
- “(…) y lo que no puede ser es que no vengan aquí porque no les de la gana, y luego tengamos que cargarnos nosotras de trabajo.”
- “ ¡Pero si vine y no había nadie!”
- “¡No me interrumpas! Aquí estuvimos trabajando como cualquier otro día, y yo vine desde lejos, arriesgándome a tener un accidente porque la carretera estaba imposible, lo que pasa es que aquí la gente es muy cómoda, y se quedaron durmiendo en su casa porque hacía mal tiempo, y claro, ahora pretenden venir aquí como si nada, y lo que no puede ser es que…”
- “Perdona pero no, ¿eh? Para empezar no tendría que haber venido NADIE, porque estábamos en alerta y habían suspendido toda actividad en la universidad. Dijeron varias veces en la tele y la radio que no saliéramos de casa y que la universidad estaba cerrada; además lo colgaron en la página web, y aún así subí para asegurarme de que luego no me pasara algo como esto, así que no me puedes reprochar nada.”
- “Pues nosotros abrimos, lo que pasa es que lo hicimos más tarde, y estuvimos trabajando como cualquier otro día aunque no hubiera nadie, otra cosa es que ustedes sean unos caraduras y…”
- “¿Osea que yo vengo a primera hora; no hay nadie y se supone que no va a haber nadie, pero tengo que quedarme a esperar a ver si por casualidad se alinean los planetas y les da por abrir a media mañana?
Haciendo gala de su mala educación se dio la vuelta dejándome con la palabra en la boca (es lo que tiene quedarse sin argumentos); miré a Rubiasimpática con cara de: “no me jodas que voy a tener que volver mañana por esta enana mental”, y ella me respondió con una mirada cómplice, que interpreté como: “ya sé que es injusto y que esta tía es una guarra, pero es mi jefa y no puedo hacer nada”.
Al final me puse pesado y me atendieron, pero otros de los que vinieron conmigo no tuvieron tanta suerte, sobre todo un chico que se puso a discutir muy acaloradamente con ella, llamándola de todo menos bonita y entrando hecho una furia en dentro de la secretaría, que todos pensamos que le iba a meter un piñazo (no cayó esa breba). Le espetó que era una malcriada, y que no sabía cómo podía tener la desfachatez de dejarnos con la palabra en la boca. La mujer, sin inmutarse lo más mínimo, le retó con suficiencia a que le pusiera una queja, y con con su irritante voz de pito llamó en alto a seguridad para deshacerse de él; vale que las maneras del chico no fueran las mejores, pero ninguno de allí cuestionamos que hubiera estallado así, sobre todo después de que intentara explicar sus circunstancias y ella se hiciera la sorda en sus narices. Por lo que tengo entendido es como la catedrática de las secretarias, y por eso se ha endiosado hasta esos niveles. Le desearía un herpes genital king size, pero a ninguno se nos escapa que debe ser la tía más mal follada de la isla. ¡Así le salgan unas hemorroides de caballo!
¿Por qué coño tenemos que soportar a gentuza así de cara al público? ¿Cómo es posible que por mucho que se queje la gente, esa tipeja siga ahí con la cabeza alta? ¿Por qué se desperdician tantas balas en la guerra, y esta déspota de mierda sigue dando por culo? Y lo más importante: ¿el hecho de que la víctima sea una comemierda, se considera atenuante en caso de agresión?
Trabaja junto a tres personas en el edificio depertamental, aunque gracias a Transilmonio no suele estar de cara al público. Les pongo en situación:
El miércoles y el jueves estuvimos en alerta por el temporal; no había un alma en la calle, el clima estaba imposible y las clases suspendidas. El miércoles por la noche ya habían anunciado que se suspendía toda actividad en la universidad para el día siguiente, pero aún así decidí arriesgarme e ir a mi cita para ampliar matrícula. La razón era sencilla: con lo perras que son en secretaría, seguramente me buscaría un problema por no aparecer; da igual que alegues que has caído en coma o te has puesto de parto; si no apareces a la hora concertada es que eres un sinvergüenza, y no creo que contemplaran el temporal como una excusa. No me equivocaba.
Subí hasta la facultad para cerciorarme de que estaba cerrada. No había nadie allí ni en los alrededores, eché un ojo en la cafetería y otras zonas comunes, pero no vi nada; aquello parecía el escenario de una película de miedo. Me marché a casa con la conciencia tranquila, sabiendo que cuando fuera a hacer el trámite podrían acusarme de muchas cosas, pero no de no haberlo intentado.
A la mañana siguiente llegué y expuse mi situación, y la única secretaria competente (a la que llamaremos Rubiasimpática) me dijo sonriente que no me preocupara, que estaban atendiendo en dos ventanillas a los distintos grupos; una para los que tenían hora para ese día, y otra para los que nos tocaba ayer. Esperé mi turno y enseguida me tocó. Me dio un formulario que no había rellenado y, con la misma amabilidad de antes, me invitó a escribir lo que me faltaba en una de las mesitas del fondo, que luego con acercarme y dárselo ella se ocupaba, aunque estuviera atendiendo a otra persona. En esas estaba cuando Rubiasimpática cambió el turno, dejando al frente a Zorracabrona. Se asomó con chulería y dijo en alto que no iba a atender a nadie de ayer; que si había alguien que tuviera cita para ayer y no hubiera venido, que cogieran número para otro día y se fueran, que su vida era tan importante como la de los demás, y si no nos había dado la gana venir no era su problema. Con dos cojones
La gente se sublevó, y antes de que nadie pudiera decirle nada se escondió entre sus papeles; ya se sabe, tirar la piedra y esconder la mano. Yo no daba crédito; hacía cinco minutos que podría haber acabado e irme, y ahora resultaba que por la asquerosa esta iba a tener que hacer cola en otro momento. ¿Cómo coño iba a ser eso? Me acerqué a Zorracabrona para pedirle cuentas y volvió a soltar el mismo carrete de antes, sin darme tregua para intervenir, ni a mí ni a ninguno de los que estábamos deseando empalarla:
- “(…) y lo que no puede ser es que no vengan aquí porque no les de la gana, y luego tengamos que cargarnos nosotras de trabajo.”
- “ ¡Pero si vine y no había nadie!”
- “¡No me interrumpas! Aquí estuvimos trabajando como cualquier otro día, y yo vine desde lejos, arriesgándome a tener un accidente porque la carretera estaba imposible, lo que pasa es que aquí la gente es muy cómoda, y se quedaron durmiendo en su casa porque hacía mal tiempo, y claro, ahora pretenden venir aquí como si nada, y lo que no puede ser es que…”
- “Perdona pero no, ¿eh? Para empezar no tendría que haber venido NADIE, porque estábamos en alerta y habían suspendido toda actividad en la universidad. Dijeron varias veces en la tele y la radio que no saliéramos de casa y que la universidad estaba cerrada; además lo colgaron en la página web, y aún así subí para asegurarme de que luego no me pasara algo como esto, así que no me puedes reprochar nada.”
- “Pues nosotros abrimos, lo que pasa es que lo hicimos más tarde, y estuvimos trabajando como cualquier otro día aunque no hubiera nadie, otra cosa es que ustedes sean unos caraduras y…”
- “¿Osea que yo vengo a primera hora; no hay nadie y se supone que no va a haber nadie, pero tengo que quedarme a esperar a ver si por casualidad se alinean los planetas y les da por abrir a media mañana?
Haciendo gala de su mala educación se dio la vuelta dejándome con la palabra en la boca (es lo que tiene quedarse sin argumentos); miré a Rubiasimpática con cara de: “no me jodas que voy a tener que volver mañana por esta enana mental”, y ella me respondió con una mirada cómplice, que interpreté como: “ya sé que es injusto y que esta tía es una guarra, pero es mi jefa y no puedo hacer nada”.
Al final me puse pesado y me atendieron, pero otros de los que vinieron conmigo no tuvieron tanta suerte, sobre todo un chico que se puso a discutir muy acaloradamente con ella, llamándola de todo menos bonita y entrando hecho una furia en dentro de la secretaría, que todos pensamos que le iba a meter un piñazo (no cayó esa breba). Le espetó que era una malcriada, y que no sabía cómo podía tener la desfachatez de dejarnos con la palabra en la boca. La mujer, sin inmutarse lo más mínimo, le retó con suficiencia a que le pusiera una queja, y con con su irritante voz de pito llamó en alto a seguridad para deshacerse de él; vale que las maneras del chico no fueran las mejores, pero ninguno de allí cuestionamos que hubiera estallado así, sobre todo después de que intentara explicar sus circunstancias y ella se hiciera la sorda en sus narices. Por lo que tengo entendido es como la catedrática de las secretarias, y por eso se ha endiosado hasta esos niveles. Le desearía un herpes genital king size, pero a ninguno se nos escapa que debe ser la tía más mal follada de la isla. ¡Así le salgan unas hemorroides de caballo!
¿Por qué coño tenemos que soportar a gentuza así de cara al público? ¿Cómo es posible que por mucho que se queje la gente, esa tipeja siga ahí con la cabeza alta? ¿Por qué se desperdician tantas balas en la guerra, y esta déspota de mierda sigue dando por culo? Y lo más importante: ¿el hecho de que la víctima sea una comemierda, se considera atenuante en caso de agresión?