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jueves, 25 de febrero de 2010

Zorracabrona

Ya había tratado con ella tiempo atrás, y aunque sabía de la mala fama que le precedía y en aquella ocasión había sido una guarra, quise pensar que una situación especial le haría ser más transigente. Estaba equivocado. La secretaria suprema de mi facultad es una cabrona con mayúsculas y luces de neón; una hija de puta maleducada, que por alguna razón es como la reina madre de toda ellas; intocable y temible.
Trabaja junto a tres personas en el edificio depertamental, aunque gracias a Transilmonio no suele estar de cara al público. Les pongo en situación:

El miércoles y el jueves estuvimos en alerta por el temporal; no había un alma en la calle, el clima estaba imposible y las clases suspendidas. El miércoles por la noche ya habían anunciado que se suspendía toda actividad en la universidad para el día siguiente, pero aún así decidí arriesgarme e ir a mi cita para ampliar matrícula. La razón era sencilla: con lo perras que son en secretaría, seguramente me buscaría un problema por no aparecer; da igual que alegues que has caído en coma o te has puesto de parto; si no apareces a la hora concertada es que eres un sinvergüenza, y no creo que contemplaran el temporal como una excusa. No me equivocaba.

Subí hasta la facultad para cerciorarme de que estaba cerrada. No había nadie allí ni en los alrededores, eché un ojo en la cafetería y otras zonas comunes, pero no vi nada; aquello parecía el escenario de una película de miedo. Me marché a casa con la conciencia tranquila, sabiendo que cuando fuera a hacer el trámite podrían acusarme de muchas cosas, pero no de no haberlo intentado.

A la mañana siguiente llegué y expuse mi situación, y la única secretaria competente (a la que llamaremos Rubiasimpática) me dijo sonriente que no me preocupara, que estaban atendiendo en dos ventanillas a los distintos grupos; una para los que tenían hora para ese día, y otra para los que nos tocaba ayer. Esperé mi turno y enseguida me tocó. Me dio un formulario que no había rellenado y, con la misma amabilidad de antes, me invitó a escribir lo que me faltaba en una de las mesitas del fondo, que luego con acercarme y dárselo ella se ocupaba, aunque estuviera atendiendo a otra persona. En esas estaba cuando Rubiasimpática cambió el turno, dejando al frente a Zorracabrona. Se asomó con chulería y dijo en alto que no iba a atender a nadie de ayer; que si había alguien que tuviera cita para ayer y no hubiera venido, que cogieran número para otro día y se fueran, que su vida era tan importante como la de los demás, y si no nos había dado la gana venir no era su problema. Con dos cojones

La gente se sublevó, y antes de que nadie pudiera decirle nada se escondió entre sus papeles; ya se sabe, tirar la piedra y esconder la mano. Yo no daba crédito; hacía cinco minutos que podría haber acabado e irme, y ahora resultaba que por la asquerosa esta iba a tener que hacer cola en otro momento. ¿Cómo coño iba a ser eso? Me acerqué a Zorracabrona para pedirle cuentas y volvió a soltar el mismo carrete de antes, sin darme tregua para intervenir, ni a mí ni a ninguno de los que estábamos deseando empalarla:

- “(…) y lo que no puede ser es que no vengan aquí porque no les de la gana, y luego tengamos que cargarnos nosotras de trabajo.”

- “ ¡Pero si vine y no había nadie!”

- “¡No me interrumpas! Aquí estuvimos trabajando como cualquier otro día, y yo vine desde lejos, arriesgándome a tener un accidente porque la carretera estaba imposible, lo que pasa es que aquí la gente es muy cómoda, y se quedaron durmiendo en su casa porque hacía mal tiempo, y claro, ahora pretenden venir aquí como si nada, y lo que no puede ser es que…”

- “Perdona pero no, ¿eh? Para empezar no tendría que haber venido NADIE, porque estábamos en alerta y habían suspendido toda actividad en la universidad. Dijeron varias veces en la tele y la radio que no saliéramos de casa y que la universidad estaba cerrada; además lo colgaron en la página web, y aún así subí para asegurarme de que luego no me pasara algo como esto, así que no me puedes reprochar nada.”

- “Pues nosotros abrimos, lo que pasa es que lo hicimos más tarde, y estuvimos trabajando como cualquier otro día aunque no hubiera nadie, otra cosa es que ustedes sean unos caraduras y…”

- “¿Osea que yo vengo a primera hora; no hay nadie y se supone que no va a haber nadie, pero tengo que quedarme a esperar a ver si por casualidad se alinean los planetas y les da por abrir a media mañana?

Haciendo gala de su mala educación se dio la vuelta dejándome con la palabra en la boca (es lo que tiene quedarse sin argumentos); miré a Rubiasimpática con cara de: “no me jodas que voy a tener que volver mañana por esta enana mental”, y ella me respondió con una mirada cómplice, que interpreté como: “ya sé que es injusto y que esta tía es una guarra, pero es mi jefa y no puedo hacer nada”.

Al final me puse pesado y me atendieron, pero otros de los que vinieron conmigo no tuvieron tanta suerte, sobre todo un chico que se puso a discutir muy acaloradamente con ella, llamándola de todo menos bonita y entrando hecho una furia en dentro de la secretaría, que todos pensamos que le iba a meter un piñazo (no cayó esa breba). Le espetó que era una malcriada, y que no sabía cómo podía tener la desfachatez de dejarnos con la palabra en la boca. La mujer, sin inmutarse lo más mínimo, le retó con suficiencia a que le pusiera una queja, y con con su irritante voz de pito llamó en alto a seguridad para deshacerse de él; vale que las maneras del chico no fueran las mejores, pero ninguno de allí cuestionamos que hubiera estallado así, sobre todo después de que intentara explicar sus circunstancias y ella se hiciera la sorda en sus narices. Por lo que tengo entendido es como la catedrática de las secretarias, y por eso se ha endiosado hasta esos niveles. Le desearía un herpes genital king size, pero a ninguno se nos escapa que debe ser la tía más mal follada de la isla. ¡Así le salgan unas hemorroides de caballo!

¿Por qué coño tenemos que soportar a gentuza así de cara al público? ¿Cómo es posible que por mucho que se queje la gente, esa tipeja siga ahí con la cabeza alta? ¿Por qué se desperdician tantas balas en la guerra, y esta déspota de mierda sigue dando por culo? Y lo más importante: ¿el hecho de que la víctima sea una comemierda, se considera atenuante en caso de agresión?



domingo, 21 de febrero de 2010

Sábado de Piñata

Hace unos días contaba cómo mi madre se estaba volviendo loca por no poder moverse; tiene la pierna escayolada y debe guardar reposo absoluto. Imaginánse cómo nos quedamos ayer al entrar por casa y pillarla in fraganti de esta guisa. Qué vamos a hacer con ella...

Por la noche fui a pasear por el centro con MaRía; ninguno de los dos somos carnavaleros, pero tenemos la costumbre de salir a dar una vuelta para curiosear los disfraces ajenos, que la gente es muy cachonda y tiene mucha imaginación. Además, quería ver si se cumplían mis predicciones de disfraz estrella, que no suelo equivocarme al hacerlas. El año pasado vaticiné una oleada de Jokers y Amys Winehouse, y acerté de lleno. Este año auguraba una invasión de Avatares y Michaels Jackson y tampoco me defraudaron; además de esa satisfacción personal me llamaron "guapetón", así que volví a casa más que satisfecho (soy así de simple).


El caso es que aún me quedaba un cargamento de condones para repartir desde la última vez (la historia completa pinchando aquí), y en lugar de subirlos a la facultad decidí ayudar a reducir los embarazos adolescentes, que en carnavales deben dispararse hasta el infinito... y más ahora, que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte. Si ya en su día hablé de los disfraces minimalistas de la gente con cuerpazo que sale a lucirse, lo de este año ya ha sido el desmelene absoluto. Había visto a tías con minifaldas diademas en la cadera y escotes imposibles, supuestamente disfrazadas de algo en particular, aunque nunca queda muy claro de qué; había visto a tíos con "uniformes" de romano que lo dejaban prácticamente todo al aire, y cuando creía que no se podría ir con menos ropa, me topo con un montón de tíos en calzoncillos cortos; sin más. Ni unas alitas de ángel y un pañal para justificar que van de cupido, ni una camisa semi abierta y una corbata para decir que van de ejecutivos (dos de los disfraces que más juego dan); nada de nada. Unos calzoncillos cortos... ¡y a gozar que son dos días! ¿Cómo es que no se mueren por congelación? Creo que no se plantean ir directamente desnudos porque el frío les haría quedar en mal lugar, que si no no tendrían problema.

¿Dónde están sus madres para ponerles un sueter y pelearlos por salir de esa forma? Deben ser todos huérfanos, porque si no, no me lo explico.


jueves, 18 de febrero de 2010

Última hora

¿Recuerdan que hace poco vaticinaba el inicio del Apocalipsis en Canarias, en base a la riada y el terremoto? Pues ya es oficial; volvemos a estar en alerta desde hace unos días por un fuerte temporal. Lo próximo será el tsunami que nos borre para siempre del mapa, ya lo verán.

Los chaparrones de agua se combinan con rayos y, sobre todo, un vendaval del carajo que ha conseguido arrancar árboles de cuajo; alucinante. Como resultado estamos todos de arresto domiciliario, y por aprovechar el tiempo en algo productivo, a mi madre se le ocurrió que ella y yo debíamos desentullar el balcón, que tenía mierda como para tentar a Whitney Houston a mudarse con nosotros. El caso es que habría sido una buena idea de no ser porque mi madre está coja; tiene un esguince y no puede mover el pie, pero es incapaz de sentarse en un sillón y relajarse. Tiene los genes de culo-inquieto de mi abuela, que si permanecía en la cama a las 8 de la mañana sentía que estaba desperdiciando el día.

A pesar de que la tengo "castigada" en el sillón, haciendo que se desplace sólo lo imprescindible y trayédole todo lo que necesite, a poco que me despiste agarra una escoba o se pone a hacer la cama... para luego decir que por alguna razón le está doliendo el pie más de lo normal. El día del balcón ella dirigía la maniobra mientras yo me encargaba de mover lo pesado, y aún así, en cuanto me iba al baño o a dejar algo en otra habitación, se levantaba para mover cajas. No puede con su condición.
Hoy la acompañé al traumatólogo, llevándonos la sorpresa de que además del esguince tenía una fractura. ¡Toma ya! Cualquiera se preguntaría cómo es posible que estuviera danzando por la casa por voluntad propia con una fractura... pero es que no conocen a mi madre.

Ahora le esperan dos semanas de reposo absoluto; comida en bandeja, siestas, libros, crucigramas, películas y televisión: un lujo soñado para cualquiera. Creo que acabaremos internándola por un ataque de ansiedad...



martes, 16 de febrero de 2010

El grandioso Luis Tosar

Ayer entré en Internet para corroborar algo que estaba cantadísimo: el Goya al mejor actor cayó en manos de Luis Tosar; no podía ser de otra forma. Ese tío es grande, muy grande; un actorazo de los pies a la cabeza que nunca deja indiferente.

Tiene un físico muy particular que podría haberle encasillado en papeles de “malo”, y aunque hacer personajes oscuros se le da muy bien, borda convincentemente cualquier cosa que le echen encima. En su no tan dilatada trayectoria ha sido un pueblerino campechano, un buen padre de familia, o un tío sencillo de buen corazón, del mismo modo en que ha encarnado a un ejecutivo borde que se encapricha de una lolita, un maltratador violento, o en este último trabajo, un peligrosísimo recluso que acojona con sólo sentir su presencia.

Incomprensiblemente, le pasa lo mismo que a muchos de los grandes de nuestro país, y no ha sido tan reconocido de puertas hacia fuera como debería (ahí por ejemplo tenemos a “Pe”, ocupando el lugar de honor en el que podría estar Candela Peña). Es una lástima, pero al menos así lo podemos disfrutar más aquí, contando además con la certeza de que los proyectos en los que se implique valdrán la pena ser vistos.

Me encantó en “La flaqueza del bolchevique”, “El lápiz del carpintero” y “Los lunes al sol”, por nombrar sólo algunas, pero si tuviera que destacar un solo trabajo suyo sería el papelazo que se marca en “Te doy mis ojos”; un peliculón con mayúsculas donde la coprotagonista no se queda atrás, y en el que sólo un gran interprete se sabría desenvolver. Felicidades por el premio Luis; te lo mereces.


domingo, 14 de febrero de 2010

Unchained melody

Hoy es “San Valentín” y estoy publicando una entrada; quienes me conozcan un poco imaginarán que lo haré para criticar la estúpida celebración consumista en la que se ha convertido, el asco que me da la explotación de “el día de los enamorados”, y la absurda imposición de regalarle algo a tu pareja, aún cuando lleves poco tiempo con ella, para cumplir con el cliché y no buscarte problemas. Me conocéis bien… pero no habéis dado ni una. En lugar de eso sacaré mi lado ñoño para postear una de las mejores baladas de la historia, que aún habiendo sido explotada hasta la saciedad me sigue pareciendo una obra maestra: La Unchained Melody de los Righteous Brothers (también conocida como “la canción de Ghost”).

Es un tema sobresaliente de principio a fin y tiene todos los elementos que se le puede pedir a una canción melódica; desde una gran voz y una buena base instrumental, a una letra sencilla pero efectiva. Además, y esto es quizás lo más destacable, es uno de esos temas que no paran de subir en intensidad desde que comienzan, para acabar muriendo en lo más alto. ¿Qué más de le puede pedir?


A ver si al final va a resultar que soy un romántico...


miércoles, 10 de febrero de 2010

Cadena de desgracias

Ayer me mandaron uno de esos correos "malditos", en los que te advierten sobre las consecuencias que tendrá no continuar con la cadena. Decía algo así como:

“¡No leas esto! Soy una niña que murió asesinada y busco venganza; si ya lo has leído debes mandar este mensaje a 20 personas en diez minutos o te perseguiré.”

Respondí con una amenaza del estilo que también establecía un límite temporal para hacer algo, sólo que mi retórica iba más por la profesión y hábitos sexuales de la madre del autor, que por el tema de las almas atormentadas.

Esa estrategia de conseguir direcciones apelando al miedo y la falta de materia gris ajena, me toca infinitamente los cojones. Cuando recurren a la publicidad engañosa o a las falsas promesas de regalos y dinero gratis, todavía se lo curran un mínimo al tratar de despertar nuestra codicia, pero… ¿maldiciones por ordenador? Es reírse directamente en tu cara, y lo peor es que si estas mierdas se reproducen, es porque hay oligofrénicos que les siguen el juego.

Cuando descubres que alguien conocido te ha mandado la enésima cadena de la niña muerta que te va a castigar (por alguna razón nunca son niños), y le preguntas por qué te envía esa basura, te contesta, tratando de justificar lo injustificable, que “no cree en esas cosas… pero lo hace por si acaso”. ¿Por si acaso qué, pedazo de subnormal? ¿Por si acaso eres imbécil? Me temo que después de eso no caben dudas. ¿Cómo coño puede alguien pensar que una muerta se va a sentar a escribir correos tocapelotas, amenazando con lo que ocurrirá si no los reenvían? Ya no es sólo lo absurdo de la situación, sino que aún asumiéndolo como algo plausible, ¿qué beneficio sacaría la susodicha, y cómo llevaría la cuenta de quien lo cumple y quién no?

El colmo es que muchas veces, en un intento de transmitir credibilidad, te relatan todas las desgracias que le han ocurrido a quienes han osado a desobedecer el rito; trágicas muertes a lo largo y ancho del planeta, que no habrían acontecido de haberse tomado en serio la amenaza. Desde Klaus Müller de Munich, que al no hacerlo fue atropellado por un carruaje de caballos, y encima uno se le cagó encima, a Juanita Fuentes de Puerto Rico, que cayó en coma en cuanto borró el spam. ¿De verdad hay alguien que se crea una sola palabra? No ya que asuman la relación directa de causa-efecto (que no es poco), sino que además piensen que alguien se ha dedicado a analizar todas las muertes inesperadas del mundo, para relacionarlas con reprimendas de usuarios del más allá. ¿Hay tantos disminuidos mentales entre nosotros? Me resisto a creerlo.

Después están los mails de chantaje emocional sobre afectos y valores positivos, que parecen diseñados por niñas en plena etapa de barbies y princesas. Durante una serie de diapositivas con animalitos risueños y caritas de colores, alguien que en realidad no nos aprecia tanto, nos dice cuánto nos quiere o lo especiales que somos, para acabar con un lastimoso: “Si no me reenvías esto sabré que no eres mi amigo… pero bueno… no pasa nada… ”

Si alguien es realmente mi amigo lo último que hace es mandarme esa puta conejada, y no hace falta que devuelva el mensaje para que una persona sepa que la aprecio; eso se demuestra con hechos y detalles personales, no mandándole algo prefabricado y ñoño a toda tu lista de contactos. En cualquier caso, si lo haces que sea porque quieres, no para poner a nadie entre la espada y la pared. ¿En qué lugar queda tu dignidad si tienes que suplicar los halagos?

Entre las cadenas lastimeras que borro y las amenazas de mala suerte que ignoro, voy a acabar en el infierno, solo y tras una muerte espantosa; y lo peor será que si el averno es tan terrible como lo pintan, no consistirá en llamaradas de fuego y calderas con pecadores; seguro que la maldad de Lucifer es tan grande, que te obligará a visionar una y otra vez este tipo de correos.

¡Eso sí sería una tortura eterna!




domingo, 7 de febrero de 2010

La misa más surrealista

El otro día fui a una nueva misa por mi abuela, y desde que entré por la puerta supe que aquella no iba a ser como las demás. No estoy muy puesto en el tema, pero por lo que he visto son rituales, en los que un cura habla de las cosas bonitas que hace un superhéroe con barba, y por qué hemos de estar agradecidos de que las haga. Generalmente son un coñazo moralista desesperante, pero esta no tuvo nada que ver, y tuve que sujetar mi lengua para no hacer con mi hermana los chistes fáciles que nos ponían a huevo. ¿Cómo pretenden que no se me despierte la malicia, al escuchar frases como “San Fulanito mártir, que gozó él sólo por su cuenta”? ¡San Fulanito se la estaba cascando!

Para empezar el cura era chino, o coreano, o de por allí… vamos, que de Logroño no era. Hablaba bien español pero con acento de guiri, y quiso hacer más dinámica la celebración mostrándose cercano a los asistentes. Para ello nos hacía partícipes del sermón, poniéndonos ejemplos cotidianos que todos pudiéramos reconocer, y haciendo preguntas directas a sus feligreses, a los que llamaba con confianza por su nombre. Sólo le faltó gritar entusiasmado: "¿¡Cómo están ustedes!?"
Una de las mejores intervenciones fue esta:

- “Todos estamos preparados para la alegría… bueno, alguno habrá que no; que vaya buscando la tristeza, pero es muy raro, ¿no? Por ejemplo Zutanito, tú que tienes una hermana pequeña; cuando le haces cosquillas y carantoñas, ¿cómo reacciona? Con alegría, ¿verdad?”
- “No. Se pone llorar”

- “Eh… jeje… bueno, qué cosas ¿eh? Esto… pero si te pones a hacerle gracias y ruidos, ¿se ríe?”
- “Eh… psee, supongo que sí…”

- “¿¡Lo ven!? ¡Eso es porque todos estamos preparados para la alegría!”

Me entristece haber llegado tarde a la parroquia, porque al final hasta me lo pasé hasta bien con las miradas maliciosas que cruzábamos La exorsister y yo. Lo primero que escuché al entrar, además de las canciones de guitarra que tocaba un cuarteto en el altar, fue lo siguiente:

- “Habrán notado que la tercera vela es… a ver, ¿de qué color es? ¿Saben decirme? ¿La ven bien desde ahí? ¿Cómo dices Fulanito? ¡Exacto, es violeta! Tendría que ser rosa, pero es que cuando fui al chino no les quedaban, y claro, busqué una que fuera parecida. Tenían una naranja pero era muy pequeña, y claro, no es plan, así que al final me llevé esta violeta, que también queda bonita. ¿no?”
Estaba claro que aquello prometía, y no había hecho más que empezar.
Más adelante estaba intentando explicar algo que resultaba lógico, no recuerdo el qué porque todos los discursos religiosos me suenan a disparate mágico irreflexivo, pero el caso es que quería dejar claro que aquello se caía de maduro, y no se le ocurrió mejor forma de ejemplificarlo que esta:

- “Por ejemplo: ¿El perro hace "Miau"? No, no lo hace. ¿Verdad? El perro hace "Guau"; De hecho, si encuentran algún perro que haga "Miau", digánmelo para colgarlo en Youtube.
¿Han entrado en Youtube? Se encuentran cosas muy curiosas, se los recomiendo.”

Al acabar, cuando hizo la recaudación de calderilla, nos retuvo para contarnos todas las actividades que tenía programadas para las próximas semanas, por si queríamos apuntarnos a alguna y eso. Una de las cosas que propuso fue la recolecta de comida, puntualizando que había que traer comida en lata y no fresca. Por si se prestaba a equívoco, lo aclaró:

- “Pa que nos entendamos: la panceta déjenla en casa para comérsela, que bien rica que está, aunque engorde; en vez de eso traigan las judías… pero no las de la abuela, sino en lata. Podrían traer las de la abuela en una lata, pero no sería lo mismo…”
A ver si al final le voy a coger el gusto a ir a misa…



viernes, 5 de febrero de 2010

¿Pero esto qué es?

El fin del mundo está cerca, e igual que hicieran con el plan Bolonia o el tema de los controladores aéreos robotizados, alguien ha decidido que seamos los canarios los conejillos de indias. Si después de unos días de mal tiempo llegó la descomunal riada del lunes, hace un rato he sentido el seismo que ha sacudido la isla. Ha sido un terremoto en miniatura, de apenas unos segundos y 3,7 grados en la escala de Richter, que se ha notado en todo Tenerife y parte de Gran Canaria. ¿Será el preludio de uno mayor?

Más que asustarme me he quedado confuso al ver que la habitación se sacudía brevemente, porque no entendía a qué venía; si era cosa de un avión volando bajo o qué coño pasaba. En cualquier caso mi tía, que vive en mi calle pero no lo sintió, sacó enseguida una lectura mucho más aplicada del suceso:

"¿Un terremoto dices? Pues ya de follar ni hablamos, porque si no siento un movimiento de 3.7 grados, ni me molesto en lo otro."

(La verdad es que es como para replanteárselo)



martes, 2 de febrero de 2010

Mi experiencia cercana a la muerte

Ayer me desperté con el sonido de unos truenos que hacían retumbar los cristales de mi cuarto; no me asusté, todo lo contrario, se me puso una sonrisa de oreja a oreja y me acurruqué más en la cama. Esa mañana saldría al centro a pesar de las advertencias de tormenta; desde la última riada dan la voz de alarma cada vez que hay nubes grises, así que no hice caso y fui a donde tenía pensado. Volví a mi casa a mediodía para cambiarme e ir a dar con Sara, que había venido especialmente de Las Palmas para visitarme. No tenía ni idea de cuánto se iba a arrepentir de haberlo hecho.

Almorzamos en un sitio en plan diseño y chill out, con precios acordes a la pedantería del nombre de los platos, para que luego me dijera que el comedor olía a perro apestoso. Nota mental: no lleves a un buen restaurante a alguien con un paladar tan exquisito como el de un mendigo.
Cuando estábamos con el postre empezó a diluviar, y en cuanto amainó un poco salimos escopetados para encontrarnos con este panorama:



Después de diez minutos volvió a caer la de Dios, así que nos refugiamos en el TEA, que era lo más cerca que había; una amiga me viene a hacer una visita a domicilio, y resulta que nos metemos en una biblioteca a mirar el correo; tócate los cojones. Nuestra última parada fue El Corte Inglés, y mientras estábamos dentro curioseando el Apocalipsis se desataba en la calle. De pronto todos los trabajadores de la planta se avalanzaron hacia una esquina, y empezaron a mover los artículos compulsivamente; había una gotera bestial en el techo y estaban mojándose las motos. Aquello nos impactó, pero no tanto como lo que veríamos un par de plantas más abajo: el techo de la sección de libros era como las cataratas del Niágara; un chorrazo caía sin dar tregua encima de los mismos, como si alguien hubiera abierto una manguera de bomberos. Los pobres empleados se afanaban por salvar mercancía a la velocidad de la luz, pero seamos serios, era muy poca gente para tanto libro, y entraba tanta agua que el desastre fue inevitable. De todas formas no debe cundir el pánico; los libros de Crepúsculo estaban lejos... ¬¬

Un par de estampas desoladoras más tarde (cajeras llorando, y encargados desalojando en carros "El club del gourmet" ) pensamos en volver a casa . ¡Qué ilusos!
En la puerta se agolpaban todos los clientes que no se decidían a salir a la calle, pero que tampoco dejaban de mirar fascinados; el Amazonas bajaba a toda hostia calle abajo, arrastrando mierda, piedras y agua, mucho agua. Después de un rato compartiendo el morbo del espectáculo, decidimos que nos aventuraríamos a cruzar con riesgo de nuestra vida. Podríamos habernos quedado allí mirando como ímbeciles, pero teníamos mejores cosas que hacer, y además somos jóvenes e intrépidos (o gilipollas, todo es cuestión de perspectiva).
Buscamos el mejor lugar para pasar y nos lanzamos a la aventura; NADIE se atrevía a atravesar el caudaloso río que bajaba la pechada de 3 de Mayo; nadie menos nosotros. Somos grandes.



Me remangué los pantalones y me quité los tenis; una cosa es que fuera a cruzar por un lodazal, y otra muy distinta es que tuviera ganas de desgraciar para siempre mis all star. La estampa no podría ser más lamentable; el vuelto de los vaqueros como si fuera a pescar, los tenis en una bolsa de Hipercor bajo el brazo, y en calcetines en el centro de la ciudad. Era la personificación del erotismo.
Pusimos un pie en el agua sintiendo como la corriente podría habernos hecho caer de culo y acabar en el mar; Santa cruz es una ciudad en constante pendiente, y cuando alguien se cae en una riada, o bien muere, o bien es arrastrado hasta que alguna barrera lo detiene… y muere. Parecía que éramos capaces de soportar la fuerza del agua, al menos con un pie en tierra firme, ¿qué pasaría cuando nos metiéramos de lleno?

A duras penas cruzamos un mar turbio y marrón, con la incertidumbre de no saber dónde cojones estábamos poniendo el pie, soportando golpes de las piedras arrastradas que chocaban contra nosotros, y preguntándonos qué hubiera pasado si nos hubierámos atascado con una alcantarilla y nos hubiéramos caído. Efectivamente; habríamos muerto.


Se estima que cayeron 200 litros por metro cuadrado en dos horas

Cuando llegamos a la orilla, tuvimos que enfrentarnos al “más difícil todavía”; si la primera avenida era el mar, esta era el océano Atlántico, y además el agua corría con muchísima más fuerza, pero claro, si ya habíamos llegado hasta ahí y estábamos en medio de dos mares, teníamos que terminar de cruzar. Nos lanzamos a la aventura, pensando en todo lo que nos faltaba por hacer en la vida; morir en calcetines y embadurnado de barro sería lamentable, y más sin saber el desenlace de "Perdidos". Pasamos frente a la atónita mirada de media ciudad, que no sólo no nos aplaudieron sino que se descojonaron en nuestra cara… y nos hicieron fotos; muchas fotos.

Ya estábamos a salvo… o eso creíamos, porque justo antes de llegar a mi casa, tuvimos que enfrentarnos a una muerte más que segura; no es sólo que la pendiente fuera mucho más inclinada, más ancha y más caudalosa, sino que además teníamos que sortear toda la mierda que bajaba, desde neumáticos y botellas a pedruscos como balones. Lo más alucinante es que mientras todos miraban boquiabiertos el panorama, había una señora paseando a su perro como si con ella no fuera; pido un grupo en Facebook para ella ya. Nos armamos de valor y les dimos una lección a todos esos infelices temerosos del agua, que fueron más prudentes, pero que todavía deben estar esperando para poder ir a casa. ¿Creen que alguien nos dedicó alguna conducta de admiración o una mirada de compañerismo? ¡No! Se volvieron a partir el culo y nos hicieron más fotos. Me cago en la puta.

Mientras escribo esto Sara está resguardada en mi casa, llevando una de mis chilabas, unas babuchas marroquís (era el único zapato que le entraba porque somos todos de pie pequeño), y uno de mis anchos calzoncillos de dormir; está tan sensual que me está costando no penetrarla a traición.
Hemos vivido una experiencia cercana a la muerte, se han reído en nuestra cara y nos ha entrado barro hasta en la ropa interior… pero ¡qué coño! Ha sido divertidísimo, y fue bonito vivirlo juntos.

*La llegada a casa: empapados, descalzos y embarrados. Mi amiga es BLANCA y yo un hobbit; no nos opriman.