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domingo, 30 de mayo de 2010

Sexo en Nueva York

Ante el inminente estreno de la segunda película de Sexo en Nueva York, me ha dado por recordar sus antecedentes…

Fue una serie que marcó un punto de inflexión en la televisión; era novedosa, sus protagonistas eran mujeres “maduras” (cronológicamente hablando, pues se comportaban como adolescentes), y por primera vez se veía a un grupo de amigas hablando de sexo sin tapujos ni eufemismos. Los personajes eran interesantes, los diálogos divertidos, y las cuatro personalidades se combinaban bien para crear situaciones cómicas. Nos dio momentos míticos (“¡Mi coño parece un payaso!”), y creó escuela para otras series posteriores. Hasta ahí todo bien. El problema vino luego, cuando la serie se convirtió en un producto de culto, y sus seguidoras vieron en las cuatro lagartas de Manhattan a unos ideales a los que imitar. Recrearse en esa superficialidad barata no hacía daño, precisamente porque sabíamos que se trataba de algo irreal, pero hay una preocupante parte de público que no ha sabido distanciarse de la excentricidad artificiosa, y han acatado lo que salía en la pantalla como una normalidad plausible. Para muestra, el testimonio de dos seguidoras que me pusieron los pelos de punta:

En el primer caso, una fan devota me confesaba que lo primero que hará con el primer sueldo que gane, será comprarse un bolso de Gucci. Le pregunté con curiosidad si se trataba de uno en especial; quizás alguno clásico al que le hubiera echado el ojo desde hacía tiempo. Me respondió que no, que se trataba de que fuera caro y de marca, no de que le hubiera gustado.
El segundo es de otra chica que anhelaba tener “un amigo gay”:

- Me encantaría tener un amigo gay, como en Sexo en Nueva York.
- Mmmm, ¿por qué? ¬¬
- Para que me acompañe de compras y me diga lo que me queda bien.
- Tía, eres gilipollas Esto... ¿y para eso no tienes ya a tus amigas de siempre?
- Sí, pero no es lo mismo; yo quiero un amigo gay gay, de los que tienen mucha pluma. ¡Tiene que ser superdivertido!

(Pongo un vídeo para ir asimilando esas palabras, antes de seguir hablando)



Nos vendieron a estas fashionistas newyorkinas como mujeres inteligentes e independientes, que se alejaban del papel que les había reservado la sociedad... aunque curiosamente tengan que hacerlo ridiculizando a los hombres.

El personaje de Samantha era algo muy poco común (una devora hombres a gusto con su condición, que no era tachada de guarra por vivir su sexualidad), y el de Miranda resultaba atractivo (una mujer emocionalmente distante de la que se colgaban todos los buenazos). Charlotte era tradicional, conservadora y muy recatada; no comulgaba tanto con la idea del sexo sin ataduras, y lo único que anhelaba era encontrar al marido perfecto. Lo mismito que nuestras abuelas. Gustase o no, era consecuente con su esquemas y tenía muy claros sus objetivos, por utópicos y arcaicos que fueran. Carrie sí que era para pegarle con un periódico enrollado, porque parecía reunir las cualidades definitorias de sus tres amigas, pero al final se quedaba en una mezcla sin sentido de características de personalidad.
Era más liberal que Charlotte, pero menos que las otras dos, y aunque se tiraba a un montón de tíos, no podría ser más idealista, pues buscaba al amor de su vida en cada uno de ellos. Si a eso le sumamos que aún siendo más fea que un parto de ranas, tenía que espantar a tíos guapos y encantadores, la credibilidad se resiente del todo.

La película empieza con Sarah Jessica y Mr. Big a punto de casarse, después de 10 años de jugar al ratón y al gato; él quiere una boda sencilla y ella algo ostentoso y superlativo, cómo no. A él le entra miedo un momento antes de la boda y decide plantarla… para dos minutos después darse cuenta de que sólo ha sido pánico escénico y volver a la iglesia. Demasiado tarde. Carrie se coge un cabreo del quince, monta una escena en la calle y reniega de él durante un año. Vuelve a su antiguo piso, se hace un cambio de look, cambia de teléfono e ignora los intentos de él por acercarse a ella. Un chorro de meses después, se da cuenta de que tiene unos zapatos en casa de su ex prometido, así que va a buscarlos. Se ven, ella se lanza corriendo a sus brazos, follan en el suelo y se casan.
¿¡Qué broma es esta!? ¿Después de un año de rencor sin hablarle lo más mínimo, lo olvida todo por un polvo de reconciliación? Si no tenían tiempo para currarse el final que se hubieran comido metraje del medio, pero ese desenlace es totalmente ridículo. Ni es creíble, ni la deja bien a ella. Es una cagada.

En medio de su luto sentimental contrata a una ayudante personal, que es Precious gorda, negra, pobre y con un carácter fuerte; sólo le falta mover el cuello hacia los lados mientras amenaza a los demás con el índice en alto. ¿Alguien dijo tópicazos?
Le cuenta que se mudó a Nueva York para enamorarse, porque a sus veintipocos es el objetivo que tiene en la vida. Por supuesto lo consigue, aunque no ligando, sino a base de abrir mucho los ojos y dejar colgando el labio cuando aparece su chico (negger style). Dos tomas con cara de muñeca hinchable, y en la siguiente escena ya están prometidos. ¡Claro que sí!
Se pasa toda la peli remarcando lo importante que es el amor y cómo hay que buscarlo con todas las fuerzas, siendo ese el tema principal que subyace en todo el metraje. Por si a alguien se le escapa porque está pendiente del desfile de ropa estrafalaria, la escena final acaba con una canción que chilla: “You must find love!”.

Me pregunto qué nos ofrecerá la segunda entrega: ¿Más feminismo de saldo? ¿Sesudos debates sobre moda de lujo? Teniendo en cuenta que si la serie fuera de cuarentones hablando lascivamente de las tías a las que se tiran, se armaría la de Dios, ¿nos ofrecerán nuevas actitudes moralmente reprochables, pero justificadas por ser perpetradas por mujeres?

La respuesta a todo próximamente en cines.




martes, 25 de mayo de 2010

Omnipresente

Acabo de vivir uno de los episodios más surrealistas que se pueden tener al teléfono. Todo empezó al ver que mi última factura de móvil se salía bastante de lo que suelo gastar. Me puse a revisar para ver a quién había llamado tanto, y descubro que… (redoble de tambores) ¡He estado en Islandia!

Al parecer me han llamado desde Islandia, he hablado durante un minuto, y a continuación me han llamado a mí también a Islandia. Es extraordinario, no sólo porque la propietaria del número que supuestamente me llamó no salió de Tenerife, sino porque en teoría, un minuto después de recibir yo la llamada desde la tierra natal de Björk, me teletransporté hasta allí y seguí hablando por teléfono. Supongo que en uno de esos viajes mágicos perdí la consciencia, porque yo no me acuerdo de nada.

Me fui a ver a Mery a la tienda MoviStar en la que trabaja, que se puso en contacto con la compañía para ver qué estaba pasando. Les devolvieron la pelota diciendo que tenía que llamar yo al número de Telefónica, y eso hice. Al descolgar me acordé de ese grupo de Facebook llamado “Yo también me emociono cuando me atiende una teleoperadora española”, y traté de hacerme entender con un hombre más parado que las piedras. Le acabé colgando de la desesperación; me parece bien que haya políticas de igualdad de oportunidades, pero a los disminuídos que los pongan a hacer otra cosa, no a resolver problemas por teléfono. Cada vez que le decía dos frases seguidas se bloqueaba, y a falta de “ctrl+alt+supr”, tenía que repetírselas poco a poco y despacio.

Probé entonces con otra más espabilada y le conté lo sucedido. Ella me juraba y perjuraba que las llamadas a las que hacía referencia no constaban en sus datos, pero que me animaba a entrar en la página, mirar yo mismo mi factura, y si tenía alguna duda que volviera a llamarles. Le pregunté de qué servía que lo hiciera, si se supone que iba a poner lo mismo que tenía yo en papel. Hubo un silencio…. muy largo… demasiado. Volvío a pedirme los datos por enésima vez y dio con las llamadas en cuestión:

- Si, señor Pablo, aquí me figura que usted realizó una llamada al número x, que se encontraba en Islandia en ese momento.
- Ya sé lo que figura, pero es que jamás hice esa llamada.
- Bueno, es posible que alguien le tomara el celular y la efectuara sin su permiso. Eso a veces ocurre.
- Si, pero es que aunque así fuera, esa persona nunca ha estado en Islandia.
- ¿Está usted seguro?
- ¡Y tanto! ¡Como que en ese momento nadie podía ir a Islandia por la nube de humo!
- Ya, bueno… el caso es que acá me dice claramente que usted sí que la realizo, así que quizás esa persona estuvo y usted no tiene constancia…
- Ya he hablado con la persona en cuestión, que además es alguien cercano, y no; lo más lejos que se fue por esas fechas fue a La Palma.


Después de un rato parece que empezó a comprender lo absurdo de lo que me rebatía, y antes de que me despachara con un "ya le avisaremos", le insté a a analizar la otra llamada, es decir, la que supuestamente había hecho yo desde Islandia:

- A pesar de lo que usted me comunica, aquí me dice claramente que realizó una llamada desde Islandia.
- ¡Pero si yo no he estado en Islandia!
- Señor, le recuerdo que este fichero es un programa muy preciso que no comete errores, y en el que queda constancia de todas las llamadas que usted realiza. Si aquí dice que usted llamó desde Islandia, es que llamó desde Islandia.
- Vamos a ver, el programa será todo lo automático que quieras, pero lo que dice ahí es MENTIRA. Yo Jamás he estado en Islandia. Jamás. Puedes repetírmelo todo lo que quieras, pero seguirá siendo mentira.
- ¿Está usted seguro? Quizás no lo recuerda...

- ¬¬

Van a realizar un estudio minucioso sobre esas dos llamadas, y en un par de días debo volverme a poner en contacto con ellos. Me pregunto cómo van a justificar mis rápidos viajes espacio-temporales por Europa, en los días en que nadie podía volar. Esto promete…


viernes, 21 de mayo de 2010

El fin de la obsesión

Estamos viviendo el final de una era; se acaba un acontecimiento mundial que ha durado la friolera de seis años, y que ha marcado un antes y un después en el mundo de la televisión e internet. Perdidos emite este domingo su último episodio.

Termina así una producción que ha roto todos los moldes dentro y fuera de la pantalla; el espectáculo narrativo, filosófico y fantasioso que ha tenido en vilo a todo el planeta durante años; una serie diferente a todas las demás y con más repercusión en la red que ninguna. Ya no habrá más páginas y foros en los que se analice cada detalle de los capítulos en busca de pistas ocultas, ni giros dramáticos que nos dejen con la boca abierta; se acabó lo de debatir sobre el por qué de lo que pasa en la isla y elucubrar teorías de lo que vendrá luego. Ya no sentiremos el cosquilleo que suscitaba el "previously on Lost" que abría cada entrega, ni nos quedaremos con el corazón en un puño con el fundido en negro del final, el mismo que nos mantenía una semana maldiciendo a los guionistas por crear una droga tan adictiva. Es el fin de una obsesión colectiva... y sé que lo echaré de menos.



domingo, 16 de mayo de 2010

Bromas pesadas

Hubo un tiempo en que mi gimnasio era un remanso de paz. Sin música, sin ruido ensordecedor, y sólo con el bullicio de las máquinas, y los jadeos de los vigoréxicos empeñados en levantar pesas más grandes que ellos mismos. Era genial.
Cada uno llevaba su propio MP3; si querías oir música escuchabas la tuya, y si te apetecía estar a solas con tus pensamientos, eras libre de hacerlo. Ahora no.

Un buen día, como una más de las reformas que han ido implementando, los potentes altavoces que hasta entonces permanecían inactivos comenzaron a reporducir música, o mejor dicho a berrearla, porque ese volumen debe superar todos los decibelios permitidos. Nunca llueve a gusto de todos, y esta vez no fue menos; algunos estaban encantados de que ¡por fin! pusieran algo con lo que entretenerse (la gente lleva muy mal lo de no estar sobrestimulada), y otros maldecimos el día en que les dio por innovar. No es sólo el volumen sino lo que emiten. Comprendo que igual que en los aviones ponen comedias facilonas, aquí te enchufen "Los cuarenta principales" mañana, tarde y noche; me repatea tener que escuchar ciertas basuras, pero mejor eso que no la música de pastilleros discotequera de "Máxima FM". El problema viene cuando vas de noche, como es mi caso, y te tienes que comer el programa guay de humor, que ni es gracioso ni es nada; es una tortura. Como hay menos gente a esas horas, hay mucho menos ruido de máquinas, así que se oye como si estuvieras con la oreja pegada al altavoz, y todo para escuchar las putas bromas pesadas que tantos años llevan dando el coñazo.

Son bromas telefónicas que consisten en que un hijo de puta con mal gusto llama a la radio, cuenta algo sobre un "amigo" con lo que puedan ponerle en un apuro, para que estos (los de la radio) lo llamen en directo haciéndose pasar por algún tipo de autoridad, y le metan miedo. El inocente puede responder de dos formas: La primera es cagarse en sus muertos y colgar el teléfono, pero entonces vuelven a llamar, e insisten hasta dejar al otro a punto de coger una escopeta y salir a cometer una locura. La otra es que el pobre diablo se acojone, se rebaje y pida clemencia, humillándose ante todo el país. Y todo ese mal rato gratuito para que en el último momento, cuando ya ha llegado a su umbral y no puede soportar más vejaciones, salga la voz de su supuesto colega riéndose, y animándole a él a hacerlo: "¡Tío, que soy Fulanito, que esto es una broma de los 40! Jajajajaja ¿A que soy la bomba?"

¡Arg! ¡Si es que me pongo de mal humor sólo con escribirlo! ¿Quién coño puede tener tan pocas luces para ser tan cabrón "de buen rollo", y pensar que va a resultar divertido? ¡Hay que ser muy mala persona para una marranada así! Los locutores siempre se hacen los sorprendidos cuando los inocentes se lo toman mal, como si no fuera lo lógico, y escurren el bulto poniendo una canción sobre la marcha.

Me gustaría creer que si alguien me hiciera eso, además de no volver a hablarle en la vida, tendría la sangre fría de no alterarme, sino hacer una pausa y decir algo como: "La broma esta me la ha gastado Pepito Pérez García", de Santa Cruz de Tenerife y que trabaja en la sede central de Cajacanarias. Se meó en la cama hasta los 15 años, perdió la virginidad a los 30 con una puta, y me ha contado que se masturba pensando en su secretaria Miriam. Mañana puedes negárselo a todo el mundo Pepito, pero ambos sabemos que es verdad."

Quizás llegado el momento estallaría en cólera y le insultaría, o por el contrario guardaría la compostura y demostraría más clase que él, pero me pongo en la piel de los desgraciados a los que llaman y es de lo único que me entran ganas.

La otra variante de bromas son las míticas pruebas de novios, que no sé cómo la gente sigue cayendo con la de años que llevan haciéndolas. Consisten en que una tía insegura pone a prueba a su novio, poniéndole un plato en bandeja, dándole la cuchara y moviéndole la mano para que se lo coma. Como el novio cometa el error de olerlo si quiera, se convierte en un cabrón. Y punto. La novia celosa llama al programa, se compincha con la locutora, y esta llama por teléfono al novio. Pone voz de calientapollas y adopta una actitud de lolita traviesa, para intentar llevárselo al huerto:

- Hola Menganito.
-Eh... hola. ¿Quién es?
-Bueno...jiji, tú no me conoces, pero yo a ti si. Soy amiga de Zutanita.
-Zutanita, ¿qué Zutanita?
- Bueno, eso da igual, el caso Menganito, es que me caes muy bien.
- Ajá...
-Y bueno, que... ¡qué vergüenza! jiji, que me gustas mucho.
- ¿Pero quién eres?
- ¿Por qué no nos conocemos y así lo averiguas?
- No mira, yo tengo novia.
- Bueno... ella no tiene por qué enterarse, ¿no?
- Tía, no voy a quedar contigo sin saber quién eres, y además ya te digo que tengo novia.
- (...)


Muchas veces caen a la primera, eso es cierto, pero cuando son duros de pelar la locutora saca la artillería pesada; se pone mucho más explícita y prácticamente le planta las tetas en la cara, y si ni aún así pica, sigue de pesada hasta que el otro ya le dice que sí, que vale, que quedan un día, por no decirle: "joder pesada, que me dejes ya". Es entonces cuando le pasan el teléfono a la novia y monta el numerito.

¡Eso es trampa y coacción! Es como si animas a un ex cleptómano para que robe algo, y aún cuando él se resista insistes en que se atreva, "que le va a gustar y nadie está mirando", para luego acusarlo de ladrón. Es jugar sucio y ser rastrero. ¡No se puede juzgar un crimen que no se ha cometido! ¿Es que esa gente no ha visto Minority Report? Además, aunque caigan en la trampa y le sigan un poco el juego, ¡es un tonteo! ¿Cómo vas a castigar severamente a alguien, por un flirteo que tú misma has fomentado? Sería como que una chica dejara a su novio, porque al acercársele una mujer a ligar, no la espantara con un "¡Fuera zorra!" sino que le dedicara un par de sonrisas antes de decirle que no. No trato de defender la infidelidad masculina, pero en cierto modo, sería como considerar una traición imperdonable que el novio disfrutara con una línea erótica o coqueteando con la charcutera. ¿Cuántas mujeres no recurren a ello en su día a día para sacar provecho de alguna situación? Además, aunque realmente sea un tío infiel, ¿de verdad es necesario montar ese circo? Después de tantos años avergonzándonos de los despojos que van a "El Diario de Patricia", deberíamos aprender que los trapos sucios se lavan mejor en casa, ¿no?

Cuando muerden el anzuelo, aunque sólo sea la puntita, la novia le canta las cuarenta principales, y cuando no hay forma de que caigan, sale igualmente en antena, pero partida de risa y super orgullosa. Creo que en los casos en que los novios no sucumben al engaño, deberían reaccionar como el que escuché hace un tiempo:

- ¿Cómo que era una broma?
- ¡Si cari! Era una broma de la radio para ver si me eras infiel jiji, ¡pero la has superado, eres el mejor! ¡Te quiero!
- ¡Serás zorra! ¿Tan poco confías en mí que me tienes que engañar pa quedarte tranquila? ¡Anda y que te follen gilipollas!


¡Bravo! Si no llega a ser porque aún había gente, me habría puesto a aplaudir hasta con las orejas. ¿Quién pone ahora en su sitio a quién? ¡Ja!

¿Moraleja? Si me tienen aprecio, jamás me gasten una broma de estas.



miércoles, 12 de mayo de 2010

Titsa woman responde


¿Recuerdan lo que conté de la Julia Roberts canaria? Aquí narraba su historia (es una conductora de guaguas que se le parece mucho), y aquí cómo me había animado a comentárselo, aún a riesgo de parecer que le tiraba los trastos descaradamente.

En esa última entrada lancé una pregunta al aire; quería saber si ya que se lo había dicho y se lo había tomado bien, debía ir más allá y contarle que había escrito sobre ella en mi blog. Por una parte sonaba bonito (a mí me haría ílusión), pero por otra da un poco de miedo que un desconocido te diga que te ha estado observando, y que ha publicado una historia basada en ti. Las distintas opiniones no se hicieron esperar; ocho de vosotros lanzasteis un rotundo "Sí", y otros seis dijisteis que no lo teníais claro, o que directamente no lo hiciera. Al final hice lo que me salió de los cojones mi instinto me decía, y me lancé a la piscina.

Apunté la dirección en un papelito que metí en la cartera y me olvidé del asunto durante un tiempo; al fin y al cabo no dependía de mí que volviera a encontrármela dentro de un mes... o de un par de años. La casualidad quiso que el otro día volviese a dar con ella. Se acordaba de mí y de nuestra conversación, y como tengo una responsabilidad para con este blog, procedí.

Le conté que me gustaba escribir, que algunas de las historias que desarrollaba nacían de la observación a alguien anónimo, y que una de esas anónimas había sido ella. Le dije asimismo que tenía un blog donde la había colgado, pero que no debía preocuparse de nada, que ni había dado nombres, ni pistas, ni nada que pudiera identificarla, y acto seguido le di el papelito con la dirección de ese post. La idea le gustó y se sintió halagada; me felicitó por escribir inspirándome en desconocidos, "que eso era lo que hacían los escritores de verdad", y me prometío que entraría y me comentaría algo. Dicho y hecho; ayer abrí el correo y me relamí de satisfacción al encontrarme con esto:

Hola Peibol, soy tu conductora preferida, jajaja. Te prometí que te dejaría algo en el blog y aquí estoy.

Me halaga mucho que me compares con Julia Roberts, ya lo sabes. Más que nada porque es una bella actriz y una persona encantadora en su vida real. Yo también soy una gran admiradora de Julia y sus películas; es una gran actriz y entre las más famosas de Hollywood. Lo que más destaca en ella es su inigualable sonrisa que la hace más fantástica.

No eres la primera persona que me lo dice, je. Son muchos, entre ellos pasajeros y amigos. Aunque no soy tan popular como Julia, me conoce mucha gente, pues ya sabes que en mi trabajo me relaciono con muchas personas, y además tengo muchos compañeros. Sinceramente, creo que lo de colgar una foto no sería muy buena idea. No me gustaría ser un personaje famoso, jaja. Pero si te animaría a escribir un libro de lo que más te apetezca. Creo que tienes talento y algún día tú sí serás famoso, lo presiento. No me dan mucho espacio, así que ya nos veremos.

Un saludo a todos los comentaristas y en especial a un gran admirador y escritor. Saludos y muchos besotes.


¡Reto conseguido! (Muchas gracias "Julia")



* Esta entrada va dedicada a JuanRa y a Gelen por ¡pesados! su entusiasmo

sábado, 8 de mayo de 2010

Fenómeno fan

Cuando un gañán hace comentarios machistas entre carcajadas, con esa actitud de “ríanse todos con mi genial ocurrencia”, siento una mezcla entre lástima, rabia y repugnancia. Pienso que debe ser duro vivir siendo gilipollas, aunque ellos no sean conscientes de que lo son, y que debo dar gracias por tener la cabeza mejor amueblada. Uno de mi instituto solía decir que le parecía bien que las mujeres quisieran la igualdad, pero que "dentro de unos límites", porque si alguna llegara a presidenta del gobierno aquello no sería igualdad sino superioridad. Lejos de escandalizarse, la gente le reía la gracia dándole la razón, mientras yo me quedaba ojiplático y sintiéndome de otro planeta.
Todo ese talante progresista se me va a la mierda cuando me doy de bruces con una cualidad muy femenina, que me provoca una lucha interna para no ver a las mujeres como el sexo débil: El fenómeno fan.

Para que nos entendamos, es aquel proceso mediante el cual las mujeres pierden TODA su dignidad, comportándose como perras en celo desesperadas ante un ídolo juvenil, y expresándolo además con orgullo y a gritos.

Vamos a ver payasas, os gusta tal cantante, lo capto. ¿De verdad es necesario todo lo demás? ¿No podeis masturbaros en casa oyendo sus baladitas en lugar de darnos la brasa a los demás? ¿Dónde quedó el amor propio? ¿Y la vergüenza? ¡Tened un poco de dignidad, joder!

En los 50 fue Elvis, en los 60 Los Beatles, y así suma y sigue hasta el día de hoy, en el que cualquier cachocarne con una buena estrategia de marketing, puede hacer lubricar a millones de tías. ¿No se dan cuenta del tremendo ridículo que están haciendo? No sólo de cara a los demás, sino también hacia ellas mismas. Como nadie les para los pies muchas se van entusiasmando, y su mundo de fantasía acaba captándolas del todo. Del “Qué guapo es fulanito y qué bien canta”, pasamos al “Me voy a casar con Fulanito, y si deja de cantar me suicido”. ¿Y qué hacen los padres mientras tanto? Reírse de las ocurrencias de las niñas en lugar de darles dos guantazos por subnormales.



La fan de pura cepa se rebaja a unos niveles de humillación que dan lástima; degradándose por las posibles migajas de una persona que ni sabe que ella existe, y alcanzando cotas de patetismo que deberían constar como delitos. Y todo para que un par de años después estén mojando las bragas por otro tío nuevo o, en el mejor de los casos, renegando de su oscuro pasado. ¡Que son sólo cantantes! ¡Ni que estuvieran curando en cáncer!

Todo esto me viene en mente a raíz del paso de Tokio Hotel por España, que tiene a un enorme séquito de adolescentes con el chichi haciendo palmas; las mismas que invirtieron toda su semana santa en acampar por fuera del lugar del concierto, para ver de cerca al espécimen de la foto, el ser más ambiguo que se ha dado desde que Falete se comiera a una señora. En lugar de mandar a los antidisturbios a dar cogotazos, los informativos se acercaron al lugar para cubrir la noticia con ternura (¡qué monas son, mira cómo lloran las muy absurdas!), y las madres que acompañaban a algnas de ellas contribuían a dar esa imagen, apoyando la causa como una colega más. Cuando la reportera (que casi fue apedreada por sugerir que el pelo del fulano se parecía al de Espinete), les preguntaba a las madres por qué soportaban ese autocastigo, estas respondían resignadas que no podían hacer otra cosa. ¿Cómo que no? ¡Pueden enseñar a sus hijas a ser racionales, y no alimentarles la estupidez colectiva!

Cierro la entrada con un vídeo que no tiene desperdicio (no dejen de ver tampoco el anterior, que es mucho mejor): La disminuída que canta berrea está enchochada con el chico del grupo, pero no es capaz de aceptar que junto a él cante una chica. Véanlo con detenimiento y díganme si no irían allí a abofetearla hasta dejarla inconsciente.




martes, 4 de mayo de 2010

El ataque de los píxeles

Ayer a mediodía, mientras La Exorsister y yo hablábamos de los males del mundo, surgió el tema de la llamada "era oscura digital", es decir, el momento en que desapareciera toda la información digital de la que no existe copia "tangible". No lo veo descabellado en absoluto, y es que si diariamente se pierden toneladas de información por errores informáticos, quién sabe lo que podría pasar si ocurriera un gran fallo a nivel mundial. Sería como volver a contemplar impotentes la bibloteca de Alejandría quemándose, o revivir con amargura la oscura edad media, en la que se "enterró" el conocimiento y la cultura hasta que vinieron tiempos mejores.

El caso es que me hizo recordar un vídeo magistral que vi hace muy poco, que aunque no va exactamente de eso, se presta a muchas interpretaciones y da qué pensar. El día que los píxeles se rebelen, estaremos perdidos...

sábado, 1 de mayo de 2010

Andresadas 2

Aquí va la segunda parte de las Andresadas, es decir, las frases célebres dichas por mi primo entre los cuatro y los cinco años.

• Entra en mi cuarto y me ve durmiendo la siesta:

- ¿Qué haces Pablo?
- Estoy descansando.
-Ah... yo iba a descansar antes en el coche, pero me olvide, así que mejor me meto en la cama contigo. Hazme sitio.

• Entra en mi habitación, se sube en la cama y me despierta:

- Hola Pablo.
- Hola...
-¿Estás durmiendo?
- Sí Andrés. Yo te aviso cuando me despierte, ¿ok?
-Vale... ¿Y ahora? ¿Todavía estás durmiendo?
- ¬¬

• Yéndome a coger el ferry para ir a Las Palmas:

- ¿A dónde vas Pablo?
- A Gran Canaria. ¿Sabes dónde es?
- ¡Si! Yo estuve con Papi y Mami allí.
-¿Ah sí? ¿cuándo estuviste?
- Mmmm... ehh... hoy no.


•Tiene una pequeña adicción a los VIDEOJUEGOS, que ha propiciado situaciones como estas:


* Pidiéndome que le buscara videojuegos infantiles en internet:

- “Quiero que me pongas juegos en el ordenador, pero no unos cualquiera, quiero que me pongas los más guays del mundo”.

* Intentando ayudarle a pasar una fase en la que estaba atascado:

- “¿Me dejas intentarlo a mí, Andrés?”
- “No, lo siento. Es demasiado difícil para ti.”
- ¬¬
* Hablando consigo mismo al conseguir derrotar al malo:

- “¡Muy bien Andrés, lo has conseguido! ¡Eres el mejor!”

* Un domingo que estaba en mi casa y, para variar, me peguntaba por nuevos juegos:

- ¿Tienes algún juego que dure mucho?
- Sí, este dura un montón.
- ¿Hasta el miércoles?

* Previniéndole en una fase complicada:

- Cuidado con ese malo, que es difícil de matar
- ¡No para SuperAndrés!

* Filosofando:

- Oye, en una pelea entre Sonic y Mario, ¿quién gana? Mario es super fuerte pero Sonic tiene pinchos...
- Pues no sé, yo diría que Sonic...
- ¡Ya sé! ¡Ya sé quién ganaría!
-¿Quién ganaría Andrés?
- ¡Yo!