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lunes, 30 de noviembre de 2009

Abbey Road

Cada cierto tiempo resurge algún grupo de música clásico, que alimenta la nostalgia de quienes crecieron con sus canciones y consigue crear adeptos entre las nuevas generaciones. A raíz del exitoso musical “Hoy no me puedo levantar” volvió Mecano, se reeditaron sus discos y surgieron nuevos recopilatorios. Más tarde pasaría lo mismo con la película del musical de Abba, y los últimos en resurgir (obviando el reciente boom de Michael Jackson), han sido los Beatles. Paradójicamente, hace dos años salió una película musical con sus temas (“Across the universe”), que pasó sin pena ni gloria por los cines. Seis años antes, en 2001, la genial “Yo soy Sam” también se nutría de los éxitos del cuarteto de Liverpool para su banda sonora, y aunque la película tuvo muy buena acogida, no supuso la vuelta del grupo, ni mucho menos. El público es impredecible.



Los Beatles es uno de mis grupos favoritos porque tienen una cualidad de la que pocos pueden presumir: sus canciones no pasan de moda y uno nunca se cansa de oírlas. Son composiciones aparentemente sencillas pero cargadas de matices, y escritas e interpretadas con maestría; hace décadas que acabó su reinado musical, y sin embargo hoy seguimos tarareando sus temas como si los escucháramos a diario por la radio. Fueron grandes, aún lo son y lo seguirán siendo para siempre. Creo que puede afirmarse, con permiso de los fervientes admiradores de otros grupos emblemáticos, que es el grupo icónico del pasado siglo.



Una de las imágenes más reproducidas de la cultura popular ha sido precisamente la portada más conocida de los 13 discos que publicaron: Abbey Road. En ella se ve a los cuatro miembros de la banda cruzando un paso de cebra londinense. Cualquiera pensaría que tras una imagen tan popular hubo un profundo estudio de diseño, pero lo cierto es que surgió un poco por casualidad y no se volvieron locos a la hora de llevarla a cabo. El paso de cebra está situado justo en frente de los estudios de grabación donde trabajaban, así que la localización fue más fruto de la casualidad que otra cosa; no hubo tampoco una especial elección del vestuario, y todos aparecen tal como iban vestidos aquel día. Aunque se había cortado el tráfico de coches previamente (de ahí la camioneta de la policía aparcada a la derecha) no hubo restricción en el tráfico peatonal, de modo que las personas que salen en la foto sencillamente estaban en la calle en ese momento. El Volkswagen blanco (modelo beatle) no es un guiño al nombre del grupo; simplemente estaba aparcado en la calle en ese momento, y no se pudo quitar de la fotografía porque el dueño estaba de vacaciones. Parece mentira que una imagen que ha trascendido tantísimo, haya sido hecho tan a la ligera.



Hacía años que circulaba entre los beatlemaníacos una leyenda urbana de lo más surrealista, y con el surgimiento de este disco, que sería su último trabajo como banda, se disparó como la espuma. Sostenían que Paul McCartney había muerto y lo habían sustituído por un actor, y buscaban evidencias de esta teoría en cada nueva portada, como si los músicos les hicieran un macabro guiño a sus seguidores. Algunas de las pruebas que encontraron para defender la teoría fueron las siguientes:

Los cuatro están formando un cortejo fúnebre, en el que John, de blanco, es el predicador; Ringo, de negro, el empresario de pompas fúnebres; George, con ropa vaquera, el enterrador, y Paul, por supuesto, el muerto. Paul lleva los ojos cerrados, como un cadáver; sostiene un cigarro con la mano derecha siendo zurdo, lo que prueba que el de la foto es un impostor (¡toma ya!); lleva el paso cambiado con respecto a sus compañeros y, va descalzo, lo que significa en términos esotérico-religiosos,que está muerto. Digo yo que si realmente todo eso fuera cierto, los productores habrían sido imbéciles dejándolo ver. ¿no?

La trascendencia de este disco y su portada ha sido tal que Abbey Road es visitado regularmente por cientos de turistas, todos ellos con el propósito de sacarse la foto en el paso de cebra más famoso del mundo. Es asimismo una de las imágenes más parodiadas de las últimas décadas, tanto por parte de músicos que de algún modo rendían tributo a la banda, como por personajes de la cultura popular. El propio McCartney lo hizo en un trabajo individual, apareciendo en el mismo sitio sin sus compañeros... y calzado.

El repertorio de "sustitutos" en la foto original abarca a animales, dibujos animados, juguetes u objetos simbólicos. Hay versiones hasta aburrir (pinchar aquí para ver más), pero yo me quedo con las siguientes:


Este año se cumplieron 40 años de la mítica foto, congregando en Abbey Road a seguidores de todo el mundo, y siendo cubierta la noticia por informativos de todos los lugares. Está claro que los chicos del submarino amarillo nunca morirán. ¡Vivan los Beatles!



miércoles, 25 de noviembre de 2009

Imbécil

Hacía mucho que una campaña no me llamaba tanto la atención, o mejor dicho no me conquistaba con tan poco material, pero a la vez tanto contenido. Se trata del cartel para unas jornadas de diseño gráfico del año pasado, que indignó a ciertos partidos políticos; no hace falta especificar demasiado, tan sólo pensar en quiénes ponen el grito en el cielo con todo lo que no entra en su estrecha moral. Fue tomado como un ataque personal hacia quienes no se consideraban dentro de ninguno de los grupos citados, sin darse cuenta de que en realidad no iban por ahí los tiros, sino que constituye toda una reflexión sobre la intolerancia... y la estupidez:




viernes, 20 de noviembre de 2009

Trampa mortal

Ayer aprendí una lección que casi me cuesta la vida: Lo que NO hay que hacer donde NO hay que hacerlo.
Resulta que como ser humano que soy, con las pequeñas miserias que eso conlleva, he estado estos días con unos gases mortales; la combinación de estar delicado del estómago con comerse un plato de garbanzos es catastrófica, y en consecuencia he decidido no salir de casa hasta nuevo aviso. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

El caso es que me metí en la ducha y sentí ganas de liberar aires internos; es absurdo guardárselos para uno mismo cuando estás sólo en casa, y si lo haces lo único que consigues es sentirte peor. Además -ingenuo de mí- asumí que sería inmune a mis propias ventosidades. Craso error.
La estrechez de la bañera y el cierre hermético de la mampara actuaron como una trampa mortal, y por un momento creí morir de asfixia. Estaba atrapado en una cámara de gas, y el vapor caliente ascendiendo desde el suelo no ayudaba nada a disipar el olor. Di un salto instintivo hacia atrás intentando escapar del enemigo invisible, y en un traspiés estuve a punto de caer de espaldas y morir como Carmina Ordóñez.

Sí señores, he sido brutalmente acosado y atacado por mi propio pedo… y casi no vivo para contarlo. ¿Se puede caer más bajo?

domingo, 15 de noviembre de 2009

Revistas femeninas

Hacía mucho tiempo que me rondaba la idea de escribir algo sobre las “revistas femeninas”, pero no fue hasta el otro día cuando di con el estímulo que me hizo ponerme las pilas. Fue un artículo de la Cosmopólitan en el que indicaban cómo descartar hombres en función de sus sábanas. Como lo oyen. En la línea de "Hembras al poder" que siguen este tipo de publicaciones, sólo había ejemplos negativos, no vaya a ser que la escritora no peque de sexista y le llenen la oficina de cartas incendiarias; conviene recordar que el sexismo está bien visto cuando se da de mujeres a hombres.
Si yo fuera a descartar a alguien en función de cómo tuviera vestida la cama, lo único que me podría espantar es que la tuviera visiblemente sucia. Si no es así, ¿quién cojones se detiene a pensar en interiorismo cuando va a echar un polvo?

Decía así:

“Las sábanas blancas o en colores lisos son las elegidas por la mayoría de los varones. Una pena, porque es señal de falta de imaginación, y lo más probable es que no te sorprenda ni dentro ni fuera de la cama.”

(Y punto. Si tiene sábanas blancas o lisas es porque es soso en la cama. ¿Pero qué clase de lógica estúpida es esa? Si tenemos en cuenta que todo el mundo tiene sábanas así resultaría que nadie sabría follar, y aunque sólo sea por estadística a alguien se le tiene que dar bien. Personalmente creo que quien está sexualmente insatisfecha es la autora de esa tremenda memez, y por no flagelarse a sí misma echa balones fuera de forma general. Eso sí, seguro que en su casa tiene unas sábanas de diseño super originales).

Continuaba:

“¿Sábanas con dibujo y edredón a juego? Seguramente se las ha comprado su mamá y él espera que tú le cuides como lo hace ella.”

(De cajón. Puestos a ser demagogos y absurdos, también podrían decir que se trata de alguien poco convencional y atento a los detalles, y que por tanto va a darte el orgasmo de tu vida, pero no, aquí se trata de ir a matar ¡Abajo los hombres! ¬¬)

Y por último:

“Si son de seda o satinadas puede tratarse de un mujeriego irredento a quien sólo le importe el número de sus conquistas.”

(O puede ser que tenga pasta y le gusten las comodidades. ¿Pero quién cojones ha escrito esta sarta de tópicos e imbecilidades? Además, cualquier mujeriego sabría que las sábanas de seda son cómodas para dormir, pero no para follar, que te resbalas).

El mini artículo acababa ahí, supongo que porque no había forma de estirar más un tema sin pies ni cabeza. Dado que ponen tantas pegas a todas las camas ajenas, me pregunto lo siguiente: Si no son válidas las sábanas blancas, de colores lisos o con dibujos ¿Cuáles coño esperan encontrar? ¿Una piel de tigre encima de la cama? ¿Tela de esparto? ¿Un saco de dormir?
Son cosas como estas las que me hacen cerrar de golpe las revistas del género que llegan a mis manos y que me molesto en hojear, quizás con la esperanza de que alguna se desmarque y ofrezca algo interesante (bueno, eso y que son las que hay en la peluquería). Como ese momento no ha llegado, y aunque seguramente haya alguna que merezca ser salvada de la quema, puedo afirmar con la boca bien grande que estas publicaciones denominadas son una puta mierda. Sin paños calientes.


La anatomía típica en cada número es más o menos la siguiente:

-Infinitas hojas de publicidad, tanto antes de llegar a los contenidos como en cada página derecha; toda orientada a la búsqueda de la eterna juventud.

-Un sumario que nos presenta una nada intrascendente y vacua (aunque ordenada, eso sí).
En algunos casos escriben un editorial estúpido y facilón, como para dar pinta de revista seria.

-Varios artículos banales en los que se plasma una y otra vez el mismo mensaje a voz de grito: ¿A dónde demonios vas con esas pintas? Si quieres ser alguien, haz el favor de comprarte todo lo que te decimos. ¡Fracasada!

-Un reportaje sobre cómo manejar a los hombres en alguna faceta determinada, y
otro del tipo “Nosotras parimos, nosotras decidimos”.



-Una entrevista trivial, o en su defecto un reportaje lacrimógeno, sobre cómo la diva de turno se ha dejado el rimel en casa para hacerse unas fotos con negritos desfavorecidos, y que todos vean lo buena que es.

-Más deshechos de relleno; desde publirreportajes a cotilleos, pasando por consejos para que tus muslos parezcan menos celúliticos, o cómo limpiar entre los azulejos.

Todas estas revistas se presentan como magazines actuales para la mujer moderna y liberada, que toma las riendas de su vida en un mundo falócrata, pero en realidad sólo ofrecen la misma mierda frívola sobre la necesidad de cuidar el aspecto físico; paradójicamente, al mismo tiempo nos venden que pretenden huir de la esclavitud de ser mujer. A mí que me lo expliquen.
La publicidad directa está ahí y puedes obviarla, pero es que luego en los artículos hay más de lo mismo, es decir, que el número entero es un eterno catálogo de ropa y complementos: cientos de cosas que te dicen que debes tener, para que en unos meses te repriman por seguir llevándolas; tu estilo se ha pasado de moda y tú no te has enterado. Menos mal que cuentas con las preocupadas editoras, que se encargarán de orientarte estéticamente para que sigas siendo socialmente apta.

Lo curioso es que estas publicaciones son consumidas por la población media, que tienen un nivel de vida normal y un poder adquisitivo moderado, pero aún no he visto un sólo número que te anime a comprar en Zara o Stradivarius. No. Aquí te dan reseñas con precios y localizaciones de firmas de lujo, inaccesibles para la mayoría de los mortales. No se puede poner un artículo de “Cómo ahorrar en casa para llegar a fin de mes”, y luego animarte a comprar un bolso de Gucci. Es incongruente lo mires por donde lo mires.

Existe una nueva generación de revistas femeninas "buenrollistas", que tratan de tener más los pies en la tierra, pero la base es la misma y están basadas en las que sentaron los pilares, que siguen siendo líderes de venta mundiales, así que tampoco es que sea como para tirar cohetes.
Las revistas “de hombres” tampoco es que sean merecedoras de aplausos, pero al menos estas tienen “la dignidad” de reírse de sí mismas; saben que van a hablar de coches y tías buenas, y lo hacen en tono jocoso y siendo conscientes de su condición; nunca tomándose en serio a sí mismos.
Además, se da una característica común en las portadas de ambas, que aunque parezca una tontería, da que pensar:
Las masculinas sacan en portada a las tías buenas que los tíos quieren ver; las femeninas ponen a las tías buenas a las que animan a sus consumidoras a convertirse, para así poder gustar a los hombres. Creo que hay poco que añadir al respecto...

En resumen, estos magazines pretenden ser “la mejor amiga en papel” de la mujer urbana, pero apenas llegan a panfleto imbécil, superficial, fácil y repetitivo. Son una basura que no hace sino perpetuar estereotipos y prejuicios que ya deberían estar superados.



miércoles, 11 de noviembre de 2009

El muro

Se cumplen 20 años de la caída del muro de Berlín, que en términos históricos supone una miseria de tiempo; casi puede decirse que estaba en pie hasta antes de ayer.
Podría hablar de lo que supuso para el mundo en general y para la sociedad alemana en particular, o hacerme eco de alguno de los testimonios que se escuchan en estos días, sobre quienes trataron de cruzarlo o tuvieron que abandonar la vida que conocían al otro lado de esa mole de hormigón, pero creo que ya estamos saturados de lo que hemos leído y escuchado estos días en los medios. En lugar de eso, y como además estoy cargado de cosas que estudiar, aprovecho la ocasión para recomendar una película y una canción alusivas.

El filme es “Good bye Lenin!”, que retrata de una forma magistral, incluso cómica, las extrañas circunstancias que se vivieron entonces; todo ello con una genial banda sonora compuesta por Yann Tiersen. Podría poner el tráiler que hay en Youtube, pero es una mierda; este está mucho mejor: (pinchar aquí para verlo).

La canción es la más emblemática de la banda Pink Floyd, que si bien no habla de las dos alemanias de una forma directa, hace referencias al emblemático muro. Cuando esté menos ajetreado, prometo postear algo más elaborado.

sábado, 7 de noviembre de 2009

V de Valencia

Como buen LOSTadicto que se precie, me he interesado por los proyectos en los que andaban metidos algunos de los actores protagonistas, que en vista de que el final de la serie se acerca, ya están empezando a buscarse los garbanzos en otro sitio. Aquellos de los que me han llegado noticias han tirado por la ciencia ficción, quizás porque los productores que les han requerido han tratado de arrastrar con ellos al público de “Perdidos”. Si Boone se ha convertido en vampiro (¡Qué manía le ha entrado ahora a todo Dios con los vampiros!), y Penny y Charlie están en el elenco de “Flashforward”, Juliet es la estrella principal del remake de “V”, la mítica serie de los 80 sobre extraterrestres. En el primer capítulo, dos chicos consiguen un pase para visitar por dentro una de las naves espaciales que llega a la ciudad, y cuando entran se quedan fascinados por su futurista arquitectura de diseño.

Hay que reconocer que el interiorismo de los alienígenas es bonito, pero van muy cortos en originalidad, pues si esos chicos hubieran estado en Valencia, se habrían dado cuenta de que lo único que han hecho es calcar ladrillo a ladrillo la Ciudad de las artes y las ciencias. ¿No me creen? Aquí está la prueba:


Anda que… tanto dinero invertido en atrezzo y tecnología digital, para que luego no sean capaces de crear los decorados por ellos mismos. ¡Hay que joderse!



miércoles, 4 de noviembre de 2009

Torrentes reales

El personaje de Torrente resulta objetivamente desagradable; es sucio, sudoroso, flatulento, mal hablado, racista, homófobo, facha y simplón. Sin embargo, a todos se nos ha dibujado la sonrisa (o directamente nos ha entrado la carcajada), con alguna de sus míticas frases. La razón es que es más cercano de lo que nos gustaría admitir, porque Torrentes hay muchos, aunque afortunadamente suelen estar más diluídos que el original. Algunos de sus sucesores son El Frutero de "7 vidas", Mauricio de la serie "Aída", y el constructor de "La tira", que sin ser tan deleznables, tienen el mismo look y la misma filosofía de vida.

Cuando a Santiago Segura le preguntaban de dónde sacaba esas ideas tan escatológicas y políticamente incorrectas, respondía que de la calle; que mirara a donde mirara descubría conversaciones y comportamientos que le subirían los colores al más depravado. Tenía más razón que un santo, pues yo mismo descubrí a un Torrente en la facultad; escuché sin querer una conversación de pareja y tuve que dar media vuelta para que no me oyeran reír. Ella (color rosa) era muy dulce y hablaba con tímidez, casí sonrojándose; él (en verde) era más bruto que un arado y tenía una empatía nula:

-Oye... que… Hay algo que me gustaría decirte, pero me da vergüenza...

-¿Qué pasa?

- Bueno, yo… esto… quería comentarte algo sobre la última vez que nos vimos.

- Cuando follamos ¿no?

- Eh… esto… sí. Bueno, yo... quería decirte que… eso que te hice no es algo que suela hacer.

- ¿El qué? ¿la mamada?

- Mmm... Sí… eso. Nunca lo había hecho, y bueno... quería que supieras que si lo hice fue porque me gustas. Creo que eres muy especial.

- ¿Eso significa que se va a repetir?

- ¬¬


Efectivamente Torrente es como Dios; está en todas partes.