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viernes, 28 de noviembre de 2008

Pilar Rubio no existe

Pilar Rubio es un ser sobrenatural ajeno a las leyes de la naturaleza. No existe en el mundo real, al menos no de un modo normal. En la línea de Angelina Jolie, Pilar es el súmmum de la femineidad: cuerpo perfecto, pelo largo, tetas grandes, enormes ojos almendrados, y una boca voluminosa que, al igual que el resto de su ser, parece emanar una sola palabra entre dientes, muy bajito, y casi como un susurro: Sexo…

Tal es su perfección de diseño que parece irreal, y efectivamente así es. Aunque en los últimos tiempos hay más gente que haya reparado en ello, recuerdo haber llegado a una conclusión desde la primera vez que la vi en televisión: La Rubio, como La Rabbit, no es una persona de carne y hueso, sino la versión mejorada y más estilizada de un viejo personaje de comic: Clara de Noche. Si no me creen, a las pruebas gráficas me remito…

lunes, 24 de noviembre de 2008

Fashion Victims

Hace tiempo tuve un mal día y me quise poner una película para desconectar, optando por algo totalmente opuesto a lo que normalmente veo. Como las comedias con las que me suelo encontrar son una basura, me vino a la cabeza un filme que, si bien de entrada no me atraía nada por darme la impresión de que iba a ser una simplonada, me ofrecía ciertas garantías por contar con Meryl Streep en uno de los papeles principales. Se trataba de El diablo viste de Prada, y aunque no tengo nada que objetarle a ella como actríz (¡Dios me libre!), la película cumplió mis peores expectativas.

Aún así me quedo con un diálogo entre la Streep y la otra protagonista, en el que la primera le espeta a la segunda que por mucho que mire con condescendencia a las "estúpidas fashion victims", incapaces de tener un criterio propio al margen de las modas, ella misma, que va con orgullo como una zarrapastrosa, es también esclava de las tendencias, pues aunque no lleve ropa de marca, alguien ha decidido que se confeccione el tipo de prendas que lleva, que no son sino una variante muy diluida de lo que se cuece entre los creativos de las grandes firmas. En realidad no hace falta ser muy avispado para ver hasta qué punto esto es cierto; basta con ver fotos ochentenas y echarse a las manos a la cabeza, preguntándonos cómo demonios podía gustarnos vestir así, o pensar en aquel tiempo, no muy lejano, en el que llevar All Star nos parecía de indigentes. Nos meten la moda por los ojos, y de un modo u otro acabamos pasando por el aro.

Todo esto viene a colación de una conversación con la que pude deleitarme ayer en la facultad. Estaba esperando para entrar en una clase, y escuché sin querer la charla de dos chicas sobre calzado "in":


- (…) A mí las que no me gustan nada son las chungas esas, que son como cutres, de tela… ¿Sabes las que te digo?

- ¿Cuáles? ¿Las victoria?

- Si, esas… no me gustan nada tía.

- ¿No? Ay no sé, pues yo me quiero comprar un par de ellas en diferentes colores...

- ¡Pero si son una bastada que te cagas!

- Ya tía… a mí tampoco me dicen mucho, pero ahora se llevan un montón. ¿Sabes?

- Psee… no sé…

- Pues si tía, en "Carolina Boix" están super bonitas, en rosa palo y todo, lo que no sé si comprármelas con cordones o no. ¿A tí cómo te gustan más?

- A mí es que no me gusta ninguna, me parecen de pobre… Además, son una mierda, porque si te pones a bailar, como son de tela, el pie se te mueve un montón de la suela. Son incómodas.

- Ya bueno tía, pero no sé… yo creo que me las voy a comprar sin cordones que están más guapas. ¿No?


- (…)


Me fascina el nivel al que se llega a debatir en la universidad.


sábado, 22 de noviembre de 2008

Premio “Blog del día”

Me han otorgado el premio “Blog del día” (muchísimas gracias), por parte de la página homónima, que destaca una bitácora por jornada, concediéndole este galardón y dedicándole una entrevista a su autor. La mía dice así:


¿Por qué te decidiste a iniciar el blog?

Sentía cierta envidia sana al leer los blogs ajenos; me llamaba la atención cómo podía sentirme tan identificado con algo que contara una persona anónima y a kilómetros de mí, y que además recibiera retroalimentación por parte de sus lectores. Me parecía muy atractiva la posibilidad de tener un "diario abierto" con el que comunicarme, y en el que todo el que quisiera pudiera participar. Un día me líe la manta a la cabeza, empecé a coger carrerilla, y aquí estoy, con el mismo entusiasmo que al principio.

¿Cuál es el propósito del blog?

Escribir, desahogarme, compartir con los demás todo aquello que me pasa por cabeza y que considero digno de ser contado; entretener al fin y al cabo.

¿Cuáles han sido las experiencias o anécdotas más significativas como blogger?

Ver cómo determinadas entradas inocuas, que publicas por publicar y sin demasiadas expectativas, acaban convirtiéndose en las favoritas, generando el mayor número de comentarios. Por el contrario, hay otras que elaboras mejor y te gustan más, pero pasan sin pena ni gloria. Los lectores son impredecibles.
Asimismo, me ha gustado mucho dar con autores de otros blogs gracias a los comentarios que dejan en el mío, y ver cómo se creaban dispustas por disparidad de opiniones, algo que a pesar de lo negativo que conlleva, es muy sugestivo.

¿Qué esperas del blog en el futuro?

Poder seguir expresándome, y que la gente siga encontrándome lo suficientemente interesante como para seguir ahí. Espero que no se me agoten muy pronto las ideas...

¿Cómo es la persona que hay detrás de este blog?

Soy una persona analítica y crítica, pero a la vez tolerante y con sentido del humor, y considero que esas cualidades son importantes (o al menos buenas), para llevar una bitácora. Me encanta escribir, compartirlo con los demás, y que los demás lo compartan conmigo.

¿Qué dirías a los bloggers que empiezan?

Que no desistan. Ser blogger reconforta desde el principio, pero no es hasta que llevas un tiempo en la bloggosfera cuando empiezas a notar que realmente tienes seguidores anónimos, además de los conocidos que te siguen desde siempre. Es una experiencia muy enriquecedora, que además te permite conocer gente que merece la pena.

lunes, 17 de noviembre de 2008

La Kely

El término “chacha” me parece clasista, despectivo y propio de otros tiempos. No me gusta. Sin embargo, uno siempre tiene miedo a la hora de hablar de la persona (generalmente mujer) que se encarga de la limpieza en una casa, empresa o entidad, porque las probabilidades de ser juzgado por el mero hecho de hacer referencia a su profesión, suelen ser bastante altas. De hecho, decir que alguien trabaja en tu casa como tal, implica en muchos casos ser considerado un pijo explotador, y hay pocas cosas que se puedan argumentar para evitarlo.

Las alternativas semánticas tampoco nos aseguran reacciones más halagüeñas; criada, sirvienta y servicio; todas suenan fatal, y en ocasiones, yo mismo no puedo evitar pensar que quien las usa está considerando significativamente inferior a la persona contratada en cuestión.
Además de términos jocosos o burlescos, como “fregona” o “La keli (la keli-mpia), la mejor opción resulta ser “asistenta”, y ni aún así es del todo bien recibida.

Por mi casa han pasado muchas mujeres de la limpieza, y salvo honrosas decepciones, han sido todas dignas de estudio. En mi más tierna infancia estuvo Begoña, una mujer tan profesional a la par que estimable como persona, que cuando le dijo a mi madre que dejaba el trabajo, ella se ofreció a subirle el sueldo lo que hiciera falta. No hubo forma de convencerla; ahora su marido ganaba lo suficiente, y aunque estaba muy a gusto trabajando con nosotros, no tenía necesidad de seguir haciéndolo. Yo era muy pequeño y no la recuerdo, pero mi madre sí, y cuantos más cáncamos han desfilado para llenar el hueco que dejó, más la añora.

Tras ella vino Ruth, a la cual yo veneraba; ella era Dios y yo su profeta en la tierra. Recuerdo el día que nos la presentó mi madre, y eso que ni se me habían caído los dientes de leche. Era una chica alta, con el pelo rizado, los ojos verdes, una cara agradable… y más bruta que un arado; poseía una fuerza descomunal, que sumada a una falta de delicadeza absoluta, desquiciaba a mi madre, y es que ver cómo rodaba con un solo brazo el sillón o la alacena con las copas (verídico), pone nervioso a cualquiera. Mi madre cuenta que con ella perdimos las papilas gustativas, porque tenía unas habilidades culinarias nulas, y durante mucho tiempo se encargó de hacernos la comida.

Al ser... digamos que de maneras toscas (vamos, una animal), rompió más de una cosa en casa, pero se le perdonaba porque no era zorra como otras, que si rompían algo se callaban y lo tiraban a la basura, o lo colocaban como si no hubiera pasado nada. Además se portaba muy bien con nosotros, los niños, especialmente conmigo, por quien desarrolló cierta predilección. Me hacía regalos por mi cumpleaños, me llevaba a todos lados y me compraba cosas…ahora que hago memoria, ¡me mimaba cosa mala! Además de cuidarme cuando estaba enfermo, recuerdo salir con los patines acompañado por ella, y hacer recados mientras nos dábamos palique. Era adorable.

A partir de ahí todo fue a peor. Recuerdo a Silvia, una mujer muy joven con un hijo, al que ponía de excusa para venir cuando le venía en gana; nos choteaba como quería, estando semanas enteras sin aparecer bajo la excusa de tener que llevar al niño a uno u otro lado. Un día a mi madre se le inflaron las narices (normal), y le dijo que hasta ahí habían llegado, y es que joder, si tanto te preocupas por tu niño, dedícate a ganarte el sueldo para poder mantenerlo, pero no nos tomes por imbéciles, que llegará un día en el que nadie quiera contratarte por caradura.

Haciendo un salto temporal de unos años, en los que vinieron una detrás de otra, que como mismo entraron se fueron por un motivo u otro, llegó Repugnancia.
Era una mezcla entre el prototipo de señora de la limpieza de toda la vida: cincuentona, bajita, rechoncha y amable, y el personaje homónimo de Cruz y Raya. Su mote (realmente se llamaba Amparo) venía de sus cuestionables costumbres higiénicas, entre las que sin duda destacaba el pavor que le tenía al desodorante. Por exagerado que pareza, me despertaba al olerla en cuanto entraba a casa, y eso que yo duermo al final del pasillo y con la puerta cerrada. Era realmente inhumano. Además, se ve que había estado trabajando con niños durante muchos años, porque nos trataba como tal, hablándonos a mi hermana y a mi como si nos faltara un chubasco (con 19 y 21 años en aquel entonces), y llegando incluso a venir a despertarnos con cosquillas ¡¡¿?!!.


Recuerdo como un auténtico infierno la dilata época que pasó en mi casa, no sólo por su inmutable hedor natural, sino porque no era más tonta porque no tenía más tamaño; era increíble. No poseía retentiva, y tan pronto como le dijeran que NO hiciera una cosa, procedía a hacerla cinco segundos después. Llegamos a pensar que se estaba riendo de nosotros, pero no, es que por mal que quede decirlo, "no daba para más":

-“Oye Amparo, te iba a decir antes de que me olvide, que por favor te acuerdes de que las plantas del despacho no se riegan, que esas llevan poco agua y yo me encargo de ellas. ¿ok?

-Ah vale, de acuerdo...

Un minuto después había llenado la regadera y las estaba ahogando, y así con todo:
Colocaba en perchas la ropa cutre de estar en casa y doblaba al trancazo la de salir a la calle, utilizaba perchas de falda o pantalón para colgar camisas, tendía las cosas tal cual salían de la lavadora, largándolas sobre el tendedero sin plantearse más dudas existenciales, y un largo etcétera de conductas que desquiciaban.

Sus descalabros, unidos al hecho de que le dijeramos mil veces que no fumara en casa y se lo pasara por el forro, hicieron que un buen día le diéramos pasaporte, devolvíendonos a todos el equilibrio interior, y el sentido del olfato.


La última que pasó por casa era también una joya: limpiaba con ahinco el salón y el despacho (las dos habitaciones menos utilizadas de la casa), pero se olvidaba de los baños y la cocina; se iba antes de lo que le correspondía, dejaba las cosas patas arribas o cambiadas de sitio, y ponía los zapatos encima de la cama cuando pasaba la aspiradora (cachoguarra); pero los dos comportamientos que sin duda se llevaban la palma, eran limpiar el vater con la escobilla y dejarla dentro…con la base (que alguien me lo explique), y fregar la radio del baño con agua y un estropajo enjabonado. Ver para creer.

¡Vuelve Ruth!

jueves, 13 de noviembre de 2008

Testigo cedido

La semana pasada me llegó un correo con un vídeo que pedía a gritos ser divulgado en donde fuera, y teniendo un blog, no iba a desaprovechar la oportunidad de hacer lo propio. Lo enlacé, escribí un pequeño texto, y justo antes de publicarlo, me dio por ver quién de mi lista de blogs había actualizado; El zorroloco tenía un post nuevo, y era sobre... ¡Arg! ¡Mierda! ¡Una entrada comentando ese video! ¡Mi gozo en un pozo!

Le escribí un comentario maldiciéndolo (pero con cariño y eso) por haberme levantado la idea, y él, haciendo gala de una noble ética periodística, me animó a seguir adelante con mi artículo, por considerar que una joya como esa debía ser difundida en el mayor número de medios posible. Dicho y hecho.

Como él ya lo comentó ampliamente, y no quiero repetirme, aquí va el susodicho vídeo, que da tanta vergüenza ajena que no necesita presentación. Disfrútenlo...


martes, 11 de noviembre de 2008

¿El cambio?

Después de meses y meses aburriéndonos con las primarias, para ver quienes de los ¡doce! candidatos a la presidencia estadounidense pasaban a “la final”, por fin se ha acabado el coñazo. Ha ganado Obama y con él vendrá “el cambio”, pero ¿cuál? Será el cambio de color, porque aunque nos lo hayan pintado como al líder de izquierdas, y a su rival como representante de los mas conservadores, lo cierto es que en Estados Unidos siempre gana la derecha, porque no existe otra cosa. El matiz radica en si se trata de la derecha moderada (Obama), o la radical (McCain).

Nos han vendido a Obama como el triunfo de la democracia; el soplo de aire fresco que necesitaba la nación más poderosa del mundo, y la persona que va a restablecer los esquemas de la política internacional. Pero hay cosas que no comprendo. Teniendo en cuenta que está a favor de mantener las tropas en Irak y no descarta ir a tocar los huevos a Irán, que comulga con la pena de muerte y la posesión de armas de fuego, y que sigue anclado en esa filosofía moralista “made in usa”, en la que los valores religiosos y la unidad familiar están por encima de absolutamente todo, ¿qué clase de progresista nos queda?

Si lo comparamos con McCain y la innombrable Sara Palin, que es para echar de comer aparte y en el suelo, supongo que me quedo con él, que es el mejor de los peores (¡qué remedio!) En cualquier caso nos hemos librado de Bush, y eso siempre es una buena noticia.
Habrá que ver cómo evoluciona su política, una vez superada la euforia de la campaña y el breve periodo de cumplir promesas y quedar bien, porque es muy probable que se descubra como un dirigente totalmente distinto al que se supone que es. Crucemos los dedos.

sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Compensa ser honrado?

Ayer estaba en el club náutico y me encontré un móvil en el suelo; estaba en una esquina apartada, era oscuro y se confundía con la colchoneta que había detrás. Podría habérmelo llevado y así tenerlo de reserva para cuando se me ofreciera, pero no lo hice, y es que ser honrado es una putada y la premisa fundamental para no lucrarse fácilmente.

Pregunté a la gente que estaba cerca si pertenecía a alguien, y ante la negativa general, me propuse investigar la agenda y los mensajes; telefonearía a la persona adecuada, le comunicaría que había encontrado el teléfono, y veríamos cómo hacíamos para devolvérselo. Llamé infructuosamente a varios contactos hasta que atiné a marcar el número de su casa, teniendo luego que entenderme con una anciana sorda, que acabó diciéndome el nombre de la dueña: su hija.
Determiné subir a la recepción a llamarla por megafonía, para que fuera a buscarlo. Imaginé que me lo agradecería, soltaría alguna jocosa frase alusiva a su falta de cabeza, y se despediría con una sonrisa de oreja a oreja. Lo normal en estos casos...

Hace unos años, también allí, me encontré una cartera llena de dinero, tanto que invitaba al más moralista a pasarse por el forro sus principios éticos. Como en el caso del teléfono, preferí entregárselo en mano al despistado dueño, porque los cachocarnes de recepción me inspiran menos confianza que un señor con gabardina ofreciendo caramelos a la puerta de un colegio. Lo llamé por megafonía, vino, me dio las gracias mil veces, estuvo a punto de pedirme que le hiciera un hijo, y como era tarde y me había quedado bastante rato esperándole, me dio dinero para que cogiera un taxi.

El año pasado di con dos carpetas escolares en la universidad; la primera pertenecía a una chica que agradeció mucho que me hubiera molestado en localizarla. En el segundo caso me llevé un chasco muy grande: Su propietario me vio apuntando en un papel su móvil y dirección, que figuraban en una pegatina, y una vez le expliqué con una sonrisa de alivio que pensaba que había perdido el archivador, y por eso apuntaba sus datos; me escaneó con desconfianza y se fue de allí con sus cosas. En esos momentos uno se pregunta si compensa ser honrado.

En esta maraña retrospectiva me encontraba, cuando de repente una mujer comenzó a explorar los alrededores, informando a su amigo de que no encontraba el móvil. Era mi momento de actuar; me aseguraría de que se trataba de quien yo creía, se lo daría, me quitaría la tensión de encima, e imaginé que me dedicaría unas palabras amables. Todo ocurrió según lo previsto salvo por lo último, pues lo tomó, y sin mediar palabra, enseguida se alejó para atender una llamada entrante.

¿Será posible? ¿Para esto me molesto yo en recogerlo y averiguar de quién es, en lugar de dejarlo en recepción y que lo robaran o robarlo yo mismo? ¡Hay que joderse! ¡Si es que se le quitan a uno las ganas de hacer actos altruistas! Por cierto… ¡qué buena idea para una entrada!…

Mientras mi paja mental crecía exponencialmente, la mujer volvió, se disculpó por haberse ido dejándome con la palabra en la boca, me dio las gracias efusivamente, intercambiamos un par de frases amistosas, y nos despedimos con una sonrisa, dejándome satisfecho por saber que había obrado bien, pero habiéndome estropeado una perfecta entrada de crítica en la que despotricaría contra ella. ¡Maldita sea!

domingo, 2 de noviembre de 2008

¿Por qué no te callas?


Con motivo del 70 cumpleaños de la reina, ha salido a la calle un libro sobre su vida, elaborado a partir de muchas horas de charla entre esta y una periodista. Sofía se relajó, se mandó una raya o le echaron una pastilla en el colacao, porque si no es incomprensible la incongruencia de los acontecimientos: Se cita con la autora, tienen varias charlas en las que hablan de todo, la periodista escribe un libro con lo extraído de esas conversaciones, lo manda a la casa real para que sugieran las correcciones pertinentes, desde allí dan el visto bueno, se publica, se monta la de Dios, y ahora intentan recular malamente. Dicen varias zarandajas como que hay declaraciones que pueden verse como sacadas de contexto (pero dichas igualmente), e insisten mucho en que figuran cosas que podrían haber sido interpretadas como confidencias, como si eso anulara lo dicho. Siendo así, y teniendo en cuenta de lo que se trataba, ¿cómo es posible que permitieran la publicación? O bien hay alguien en la casa real que le tiene ojeriza a la reina, o son gilipollas y sólo le echaron un ojo por encima, fiándose de la buena voluntad de la periodista. En cualquier caso, lo dicho, dicho está, y la polémica está más que servida.



A mí, y supongo que a cualquiera al que no le guste que se rían de él, la monarquía me parece un despropósito, una anomalía democrática a eliminar, y una institución desfasada e 
inútil, que supone un despilfarro injustificado para mantener la vida de lujo de unos chupasangres. Sin embargo, y muy a mi pesar, persiste, y los republicanos “debemos” aceptar su función. En su caso, al ser reina consorte, su misión no es otra que la de ejercer de florero con la boca cerrada y la sonrisa cordial, y hacerse de vez en cuando una foto con niños africanos o animalitos. Más fácil imposible.

Se supone que nuestros reyes tienen un papel diplomático y moderador, que les obliga a mantenerse al margen de los partidos, no pudiendo por tanto pronunciarse políticamente, ni posicionarse públicamente del lado de una ideología concreta. No pueden y punto. Es así. Hay quien ahora alega que eso atenta contra la libertad de expresión, pero no en este caso, porque ellos pueden pensar y decir lo que quieran, pero siempre que lo hagan en privado, no como representantes de la nación; ser reyes implica que deban cumplir siempre su función social, y si eso significa morderse la lengua, que apechuguen… o que abdiquen. Están obligados a ser neutrales, y si aceptan sin problemas todos los privilegios derivados de su puesto (que no son pocos), también deben comulgar con las trabas que conlleva.

Todo esto además, quedó remarcado en parte de las declaraciones recogidas en el libro, en las que nuestra monarca se contradice de forma inexplicable, creando una interesante disyuntiva que nos hace preguntarnos si es subnormal o se está riendo de nosotros:

“Nosotros somos independientes del signo del Gobierno de turno. 
Independientes, no indiferentes”.
“La Reina no puede decir lo que piensa. No debe. Ni pronunciarse sobre opciones políticas. Ni censurar algo que ha estado mal hecho. (...) Hacerse el sordo, cuesta. Hacerse la tonta cuesta. Callarse cuesta”.

Añade asimismo que:
“Los Reyes estamos para solucionar conflictos, no para provocarlos” (pues quién lo diría bonita), y que “Todos nos sentimos hartos alguna vez. Todos hemos protestado alguna vez. Todos tiraríamos el tacón... las condecoraciones y nos escaparíamos por ahí alguna vez... Pero, como dice el Rey, en esta casa hay tres palabras que jamás pueden decirse juntas: 'No me apetece'”.

Pero la más absurda de todas es sin duda la siguiente:

“La utilidad de la Corona está en servir al pueblo, a la comunidad de tu país, sin entrar en políticas de grupos, de partidos, de sindicatos, de 'lobbies'... Los Reyes no pueden tomar partido ni meterse en política”.

¿Hace falta decir algo más?


Entre las perlas que soltó la improductiva esta, cuyo logro más 
importante es haber sido capaz de llevar el mismo peinado durante décadas, figuran su rechazo total el aborto y la eutanasia, la preocupante frivolización con la que trata el maltrato de género, la condena de la familia no tradicional, o por supuesto la que más ampollas ha levantado: sus palabras respecto a la igualdad de derechos para los homosexuales.

En cuanto al aborto y la eutanasia, soy más transigente en lo que a opiniones personales se refiere, pero como en todo lo anterior, la reina ha de representarnos a todos, y eso incluye a las mujeres que han decidido abortar, a los homosexuales que ven cómo sus derechos constitucionales son violados reiteradamente, a quienes quieren decidir sobre su vida y su muerte, a familias atípicas, y en resumen a todos aquellos grupos o individuos que se han sentido insultados con sus declaraciones. O eres la reina de todos o no lo eres de nadie.

Como es lógico, se muestra a favor de la monarquía, pero como pasa siempre que alguien trata de justificar lo injustificable, sus argumentos dan vergüenza:


“Para los republicanos, nadie tiene derechos de cuna. Ahora bien, cuando esos republicanos son ricos, o tienen un negocio, o una casa, o un campo, ¡bien que dejan las propiedades en herencia a sus hijos! Ahí, en su patrimonio no cuestionan los derechos de cuna. Coherencia, pues”

¿Es acaso comparable que mi padre me deje sus bienes porque quiere (y por ley), a que os mantengamos entre todos porque sí? ¡Cúrrate un poquito tus argumentaciones joder!

Remarca además la valía de su “trabajo” (es un decir), con una sentencia tan falsa como insultante:
“El pueblo ha hablado ya varias veces, y varias veces ha dicho sí a la Monarquía. Es lo que hay. Es la Ley. Hoy, un republicano en España está tan fuera del contexto actual del país como... un monárquico en Francia”.
¿Es por eso que cada dos por tres trata de reabrirse el debate sobre la monarquía, aunque siempre se corra un tupido velo?

Llama mucho la atención que ella, que vive en una familia totalmente atípica, donde abundan los casamientos entre parientes para no mezclarse con la plebe (de ahí que luego les salgan “cosas” como la infanta Elena), critique a las poco convencionales:

“La inmensa mayoría de las familias son normales, como ha sido siempre la familia natural: marido, mujer, hijos, nietos... cuñados, tíos, abuelos. No una comuna de gente en aluvión. O trozos de familia, los hijos de él con la primera mujer, los de ella con el marido anterior, que se pretenden juntar de un modo forzado y artificial”.

¿Y qué pretende acaso? ¿Que no haya divorcio? ¿Qué los divorciados con hijos no puedan juntarse con otra pareja por ser antinatural? Y si finalmente lo hacen… ¿deben mantener a sus hijos al margen por no ser lo habitual? ¿Eres retrasada Sofía, o sencillamente largas por esa boca sin conocimiento?

En referencia a los enlaces homosexuales, añade que Por muy potente que sea una moda y por mucha propaganda que le echen, hay cosas que no pueden cambiar: el hombre y la mujer, como pareja inicial, es una ley congénita con nuestra naturaleza', (...) 'Si esas personas quieren vivir juntas, vestirse de novios y casarse, pueden estar en su derecho, o no, según las leyes de su país; pero que a eso no lo llamen matrimonio, porque no lo es. Hay muchos nombres posibles: contrato social, contrato de unión...”.
Si un matrimonio es un contrato mediante el cual dos personas “se unen” bajo una serie de condiciones legales, ¿por qué dar otro nombre a algo que es exactamente lo mismo? ¿Y cómo que "moda"?

Lo que más ampollas ha levantado a este respecto, es su contribución a la homofobia subterránea, alimentada cada día con comentarios tan peligrosos como este:
“Puedo comprender, aceptar y respetar que haya personas con otra tendencia sexual, pero ¿que se sientan orgullosos por ser gays?, ¿que se suban a una carroza y salgan en manifestación? Si todos los que no somos gays saliéramos en manifestación... colapsaríamos el tráfico en todas las ciudades”.


Personalmente me parece que la forma en que se reivindican los derechos homosexuales está mal enfocada; no creo que unos cachas en calzoncillos bailando al son de Alaska, mientras tratan de mantener el equilibrio sobre unas plataformas y gritan al mundo su condición sexual, sea la mejor 
forma de ser vistos como iguales, y que lejos de normalizar la visión que tiene la sociedad sobre gays y lesbianas, no hacen sino reforzar la idea de que son bichos raros. Me parece que su planteamiento de histrionismo para manifestarse es perjudicial para la causa. Pero lo que está claro es que si salen a la calle, si se manifiestan y piden ser reconocidos, es porque es necesario que lo hagan. Después de siglos de ocultamiento, persecución, maltrato, encarcelación y muerte, parece que poco a poco occidente los ha aceptado (del resto del mundo mejor no hablar), pero aún queda mucho por hacer. Todavía hay sitios en los que ser homosexual supone la muerte, y hasta hace poco nuestras cárceles estaban llenas de personas, cuyo único crimen era amar a los de su mismo sexo; tratar el tema tan trivialmente es asqueroso, y menos viniendo en boca de ella, que representa el exceso y la opulencia, y que corta las calles cada vez que se casa alguno de sus hijos. Eso sí es colapsar el tráfico injustificadamente.

Continúa cavando su tumba al hacer gala de un sexismo sutil que, dados los tiempos de corrección política que corren, pasará desapercibido: Yo estoy por la igualdad social y jurídica entre el hombre y la mujer: igualdad de trato, de educación, de derechos, de oportunidades... Ahora bien, no somos iguales... Tendríamos que conseguir que en las leyes se plasmase esa condición diferente”.

Finalmente remata apostando por la continuidad de la religión obligatoria en la escuela, porque “no puede disolverse el hecho religioso”, y “Los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida; una orientación de moral natural: qué es el bien, qué es el mal; y una seguridad en que no estamos aquí solos, ni por casualidad, que hay algo más, que hay Alguien”.
Con dos cojones Sofi, ¿Por qué no desterramos también el evolucionismo e imponemos el creacionismo? Ya total...

La cosa sigue en el libro, cuya autora, una convencida opusiana de derechas, también es para echar de comer aparte. Y para muestra, dos frases con las que se encumbró:
“Nosotros no tenemos gays (en el Opus). No tenemos ese problema” o “Yo es que soy del Opus Dei, así que tengo muchos amigos a los que acudir”.
Está claro que se juntaron el hambre con las ganas de comer…

¡Viva la república!