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jueves, 27 de marzo de 2008

Pues a mi no me gustó...

Dicen que sobre gustos no hay nada escrito, pero cuando objetivamente algo es una mierda y todo el mundo parece respaldar esta percepción, hay poco que hacer para contrarrestarla; siendo así, ¿qué pasa cuando algo que entusiasma al grueso de la gente a ti te parece un asco? ¿Es mejor seguir la corriente cuando alguien te dice cuanto le gusta ese grupo, película o libro, o por el contrario hay que reivindicar nuestra individualidad al respecto? ¿Quedaremos como idiotas o como genios?

Yo soy de la opinión de que uno debe reivindicar sus gustos, a pesar de que vayan a contracorriente. Si lo haces con educación y mano izquierda puedes librarte de las miradas de incomprensión y la posterior quema en la plaza del pueblo. Aquí va una lista de películas con las que a todo el mundo se le han caído las bragas y que a mí me han dejado bastante indiferente:


1- El protegido:
Una mierda pretenciosa y absurda. Bruce Willis es un hombre que jamás enferma, que parece tener especial suerte para evitar accidentes, y que descubre en Samuel L.Jackson a su antítesis: un personaje que se hace daño sólo con pensarlo. Aunque pueda parecer una historia interesante la película no lo es, entre otras cosas porque el final inesperado que Shyamalan suele incluir en sus trabajos, es en este caso una parida fatua con la que pretende sorprendernos, y que a mi lo que me produjo fue indignación porque se rieran de mi inteligencia.

2- Pequeña Miss Sunshine:
Ni es mala, ni se puede decir que no me gustara, es sólo que no comprendo por qué se dio tanto bombo a una película que no pasaba de ser sencillamente entretenida, de las que se dejan ver un domingo por la tarde tirado en el sofá. La proclamaron como la película indie del año, y desde luego no es para tanto. Además el final la caga un poco, porque pasa de ponerte una sonrisa en la cara al ver el baile políticamente incorrecto de la niña, a hacerte sentir vergüenza ajena con ese momento happy family, en el que todos unidos se suben al escenario en lo que parece ser una muestra de rebelión contra las estiradas que organizaban el concurso.

3- Alatriste:
Uno de los muchos casos en los que una gran inversión en ambientación y buenos actores (que aquí están de pena) tiene resultados nefastos. Adaptar siete libros en una sola película es un disparate que desemboca en un producto incomprensible y atropellado, en el que no se entienden las reacciones de los personajes y que aburre mucho. Muchísimo. Del acento de fumador empedernido de Viggo Mortensen mejor ni hablamos.

4- Siete mesas de billar francés:
Una de las favoritas en la pasada edición de lo Goya. No es que sea horrible sino que estoy cansado. Comprendo que la falta de medios haga que nuestras producciones sean filmes menores, intimistas, sin mucha espectacularidad y donde primen las historias por encima de los efectos especiales, pero empieza a cansarme la repetición de lugares comunes. Y es que la combinación de bar de barrio, gente sencilla o frustrada, vidas mediocres, cuarentones analfabetos tomando cerveza en la tasca, y amas de casa con los rulos puestos, me cansa mucho… ¿Es que no hay nada más en este país que pueda ser retratado?
La película no me dijo nada, y el hecho de que pasaran el día hablando de billar tampoco ayuda

5- Mi gran boda griega:
La anunciaron como la comedia del año, una película inteligente que estaba arrasando en todo el mundo, y cuando por fin la veo me doy cuenta de que no es más que una pastelada ligera y simple, que se nutre principalmente de los equívocos transculturales como principal reclamo humorístico, para contar una historia vacía y ñoña.

6- La guerra de los mundos:
Es entretenida, es espectacular, y puede dar que pensar, pero hay pifias que no perdono. Fui a verla a pesar de no soportar lo más mínimo a Tom Cruise y resulta que no fue su sobreactuación lo que más me importunó, sino que no se molestaran en resolver las cosas como Dios manda. Podría hablar del desastroso epílogo, o de lo insistentes que fueron en la escena en la que los robots alienígenas se pasan media hora buscando gente entre las ruinas de una casa (¿es que acaso no hay más sitios que registrar?), pero no fue eso lo que más me cabreó, sino todo lo relacionado con el hijo mayor: En medio de la trifulca le ruega a su padre que lo deje ir a luchar contra los extraterrestres, y el bueno de Tom va y le dice que si, aún sabiendo que será condenarlo a una muerte segura, pero lo peor de todo es que no sólo no muere, sino que mucho tiempo después, cuando Tom está en la ciudad y los marcianos caen como moscas, va a la casa de su ex donde se reencuentra con su hijo y toda su familia. Estaban allí dentro como si nada, más a gusto que Dios mientras las máquinas esas destrozaban edificios y mataban gente. Sólo faltaba que hubieran salido a recibirle con una bandeja de magdalenas recién horneadas.
(Dividí el artículo para que no resultara tan largo. La segunda parte está a continuación)

Pues a mi no me gustó... (II)

7- Encuentros en la tercera fase:
Es una película de culto y no se le puede reprochar que sea horrible, pero me dejó muy indiferente. No me atrapó, me aburrió soberanamente y me dejó con mal sabor de boca cuando terminó. Sentí que había perdido dos horas de mi vida que no volveré a recuperar. Con Ed Wood (8) me pasó algo similar, y eso que prodigo veneración por su director. Me resultó tan coñazo que para verla entera tuve que hacerlo de varias veces, y ni así pude terminarla.

9- Boys don´t cry:
La oscarizada interpretación de Hilary Swank es eficiente y destacable, pero no salva del desastre a la película. Interpreta a una chica de rasgos andróginos (por no decir masculinos) que se traviste para parecer chico y vivir su vida bajo esa falsa identidad. En este contexto empieza a relacionarse con un grupo de gente entre quienes se encuentra una joven a la que logra conquistar, que permanece junto a él (ella), a pesar de descubrir su verdadera realidad. Escrito así suena muy bonito pero visto en pantalla me resulta poco creíble. Al margen de estar basada en una historia real no me llega. Por muy enamorada que estuviera la chica en cuestión, no me cabe en la cabeza que le dijera: “vaya, así que en vez de tener pene tienes vagina…no importa, yo le echaré imaginación y trataré de pasármelo bien”. La que tenía un problema con su identidad sexual era Hilary Swank, no su novia, y el lesbianismo espontáneo por cariño es absurdo.

Además, las reacciones de su grupo de amigos, así como de la familia en la que es acogid@ son muy confusas, destacando especialmente el día en que leen algo en el periódico sobre un chico con el apellido de la protagonista, y en lugar de pensar que se trata de otra persona o de una errata, enseguida concluyen que el chico que tienen en casa es en realidad una chica. No me creo nada en esta historia.

10- La vida secreta de las palabras:
Esta celebrada película es extraña: No es mala, es coherente, es distinta, es sensible... pero no me gustó. Sarah Polley interpreta a una joven de la que más que ser triste, introvertida o sosa, se puede decir que es la definición pura del nihilismo: nada le gusta, nada le disgusta, nada le motiva, nada la alegra, nada le entristece... no le mueve NADA. Está muerta por dentro.
Su jefe la obliga a tomarse unas vacaciones por estar demasiado volcada en su oficio y las emplea cuidando a un quemado en una plataforma petrolífera. La personalidad del enfermo acaba haciendo que esa mujer gris y apagada vaya abriéndose, y acabe encontrando en él a esa persona afín con la que puede mostrarse y sacar todo el dolor que lleva dentro. Se supone que la escena clave en la que ella le confía el terrible secreto de su pasado y ambos lloran de emoción tendría q poner los pelos de punta, pero no. En absoluto.

11- Brokeback mountain:
Otro de esos casos en los que uno se siente un bicho raro frente a la unanimidad social. La premisa de la película suena bien y me gustan los actores y el director, pero hay algo que no funciona, y es que no se dice nada nuevo en todo el metraje; me explico: Ennis y Jack aceptan un trabajo en la montaña en donde el roce hace el cariño y acaban enamorándose. La época y el lugar en el que les ha tocado vivir les obliga a resignarse a una doble vida: Son ejemplares maridos y padres de familia, pero una semana al año se escapan a la montaña para quererse con libertad y sin prejuicios. La película cuenta sus encuentros a lo largo de dos décadas, reiterando cansinamente el mensaje de “nuestras vidas son una mierda y estas escapadas son lo único que merece la pena para no pegarnos un tiro”, así incesantemente mientras un pésimo maquillaje nos intenta hacer creer que pasan los años, hasta que aparece el “the end”.
A pesar de todo esto tengo ganas de darle otra oportunidad, pero en versión original, a ver si así consigo que la llantina de Heath Ledger me emocione y no me de vergüenza ajena.

12- El aviador:
Un coñazo con mayúsculas. La cinta se detiene continuamente en mostrar las manías enfermizas del protagonista, en escenas demasiado largas en las que realmente no se nos cuenta nada. Cuando uno termina de verla le queda más que claro que al personaje de Dicaprio no lo ganaba nadie a quisquilloso, pero aparte de eso la película no aporta absolutamente nada. Lo único que merece la pena es la presencia de la siempre perfecta Cate Blanchett, pero aún así es un auténtico asco.

No están todas las que son pero desde luego son todas las que están.

sábado, 22 de marzo de 2008

Falsa seguridad

Hace unos días publiqué un post sobre lo maravilloso que me parece estar viviendo solo estos días, y sorprendentemente hubo personas que me manifestaron lo poco que les gusta esa situación. No se trata tanto de la necesidad que sienten de hablar con otras individuos (que también), como de lo intimidante que les resulta estar en silencio en una casa en la que cada pequeño sonido parece magnificarse.
En cierto sentido les comprendo, porque por mucho que te acompañes de música, el cuerpo te pide normalizar tu existencia relacionándote, de modo que aunque disfruto estando a mi aire me saben a gloria las visitas a domicilio.

En cuanto a lo acojonantes que pueden llegar a ser los sonidos que perturban nuestra tranquilidad, a mi no me afectan demasiado porque mi casa es vieja y ruidosa, y es difícil que algo me asuste en ese sentido, pero si es cierto que tengo (como todo el mundo) mis pequeños rituales de falsa seguridad; hábitos rutinizados inconscientes que en su día seguramente fueron ideados para hacerme sentir a salvo. Están los clásicos como dormir hacia el lado de la cama que esté más cerca de la pared y otros más raritos como quitar fotos y peluches de las paredes para no ser “mirados” mientras dormimos (conocí un caso así).

Tenía un amigo que no comprendía cómo yo era capaz de dormir de cara a la ventana con la persiana subida sin sentir miedo, hay quienes tienden a evitar los pasillos en forma de L por temor a lo que puedan encontrarse al doblar la esquina (a pesar de que sepan que allí no hay nada), y lo mío va de cerrar puertas. Cierro la puerta de la calle con llave y fechillo, cierro mi habitación cuando duermo (aunque no es imprescindible y si no me acuerdo de hacerlo no pasa nada), y cierro especialmente la puerta del baño cuando me cepillo los dientes de noche. El espejo del baño está justo enfrente de la puerta, y no me gusta levantar la cabeza después de escupir la pasta y ver de frente el reflejo de la oscuridad de la casa ¡Cuánto daño han hecho las escenas de espejo del baño de las películas de terror!

miércoles, 19 de marzo de 2008

Vacaciones maravillosas


Al igual que en carnavales, cortos periodos veraniegos y algún que otro puente, esta semana santa la estoy pasando solo en mi casa…y es genial.
Mi hermana se fue a Londres y mis padres a La Gomera, y yo no quise desaprovechar la ocasión de quedarme con la casa para mí; me ofrecieron la oportunidad de acompañarles en su escapada pero… seamos serios, entre poder estar aquí a mi bola, o convivir en menos espacio del habitual con ellos, me quedo con lo primero.

La situación me apasiona: entras, sales, traes a gente, te organizas a tu gusto y a tu ritmo, pones música en todos los equipos, estás con amigos hasta horas intempestivas, puedes ir desnudo por la casa, y puedes hacer ciertas cosas con la comodidad que no te ofrece el asiento trasero de un coche.

Con todo el tiempo que he tenido estos días debería haber sacado un rato para escribir varias entradas, pero el caso es que no he parado, y cuando lo he hecho lo último que me ha apetecido ha sido sentarme frente al ordenador. En realidad no tengo nada interesante que contar, únicamente mi deseo de gritar a los cuatro vientos que… ¡ME ENCANTA VIVIR SOLO!

martes, 11 de marzo de 2008

Aprendiendo

En apenas unos días tras empezar a escribir este blog llegué a la entrada 25, y pensé que habría que celebrarlo con un artículo especial. Algún tiempo después me planté en la 50 y procedí de la misma manera, y conforme se iba acercando esta, la 75, me veía en la obligación de hacer lo propio. El problema es que no se me ocurre ningún artículo digno de servir para tal celebración, así que con permiso de Borges, tomaré prestada una de sus creaciones más conocidas (si es que realmente es suya, ya que su autoría ha sido bastante discutida), porque mis circunstancias personales recientes hacen que me identifique bastante con lo que expone. Se titula Aprendiendo y dice así:


"Después de un tiempo, uno aprende la sutíl diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma.

Y uno aprende que el AMOR no significa acostarse.

Y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del Sol puede quemar.

Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende ... y así cada día.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien, porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás con una persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados, y que quien no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de falsas amistades.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira siguen hiriendo durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, es muy probable que la amistad jamás sea igual.

Con el tiempo te das cuenta que aún siendo feliz con tus amigos, lloras por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el sendero del mañana no existe.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen, ocasiona que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás a los que se marcharon.

Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba ya no tiene sentido.

Pero desgraciadamente, sólo con el tiempo..."

miércoles, 5 de marzo de 2008

Gentuza en el teatro


Anoche fui al auditorio, esa gran obra de ingeniería que se chupó una burrada de millones de los ciudadanos, y que después resultó ser muy deficiente en varios aspectos.

Dejando esa cuestión aparte, creo que deberían hacer controles a la hora de dejar pasar al público a un espectáculo, porque hay gente que definitivamente no está hecha para estos menesteres. El mal que hacen es básicamente sonoro, pero no porque hablen en medio de la obra (¡sólo faltaría!), sino porque se comportan como si estuvieran en el salón de su casa: hacen ruido, carraspean, tosen, moquean, y parecen estar a otra cosa ¡Céntrense coño!

Toser cuando se produce un pequeño descanso en el que sea “lícito” hacerlo, es una costumbre generalizada y hasta justificable, ya que la tos es difícil de controlar, y siempre es mejor expulsarla cuando no está sonando música o la representación se ha parado un instante, pero joder… ¡si estás enfermo y sabes que vas a estar tosiendo, quédate en casa y no vayas a un sitio con público a tocar las narices!

Lo peor de todo es que la tos parece ser tan contagiosa como los bostezos, y desde que alguien tosa, a todo el mundo le entran ganas, es más, diría que se pican a ver quién es capaz de hacerlo más alto y más fuerte; pero el motivo que realmente me despierta ganas de bajar sitio por sitio a dar patadas en la cabeza, es el hecho de que lo hagan mientras está desarrollándose el espectáculo ¿Cómo es posible? ¿Es que la gente no tiene educación? Creo que va a ser eso, porque además explicaría los aplausos a destiempo, algo que también me despierta la agresividad.


No todos los que van a ver un concierto, una ópera, una exhibición de baile o un recital, saben de las diferentes disciplinas artísticas. Es lógico. Yo tampoco soy un gran entendido (ni muchísimo menos) en todas ellas, pero hay cosas básicas que hasta un niño sabe, y la más elemental es que no se puede aplaudir cuando te apetezca. Cuando la gente arranca a aplaudir porque realmente se emociona en un momento dado, no queda del todo mal y puede resultar halagador para los intérpretes, pero no suele ocurrir así; la masa lo hace por borreguismo, le esté gustando o no, da igual; desde que se produzca un silencio siempre habrá cuatro gilipollas que se pongan a dar palmas unos instantes, hasta que se den cuenta de que están haciendo el ridículo y paren de hacerlo.

Vamos a ver señores, los aplausos, como todo, tienen su momento, y que el actor se hayan callado un momento, o que la música haya hecho una breve pausa, no significa que se haya acabado el acto ¿Acaso uno sale del cine cuando se pone un segundo la pantalla negra porque cambia la escena? ¿Se suele apagar la radio cuando el vocalista hace una pausa mínima para tragar saliva y respirar? No. Entonces… ¿por qué no eres paciente antes de cagarla?

Además de estropear la obra, provocando incluso que los artistas paren lo que estaban haciendo, estas almas de cántaro quedan fatal y ponen de mal humor a los demás. En serio, si no sabes comportarte, no salgas de casa.