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jueves, 30 de agosto de 2007

Aquellos maravillosos años...

No hay blog que se precie sin una entrada nostálgico-reivindicativa, en la que los que pasamos la veintena condenamos los usos y costumbres de los niños de hoy en día, en contraposición a la “maravillosa y más humilde” infancia que tuvimos nosotros; y claro, aquí está la mía.
Haciendo un gran ejercicio de memoria sobre los dibujos y series de mi niñez, y viendo lo que se televisa hoy en día, he llegado a una conclusión: Lo que se hace ahora apesta. Sé que es muy fácil condenarlos desde la subjetividad de los buenos recuerdos que guardo de mi niñez frente a la caja tonta, pero verdaderamente, por mucha objetividad que intente poner al ver dibujos con mi primo pequeño, no les encuentro gracia, ni encanto, ni nada de nada.

Cuando pienso en dibujos animados para niños, me vienen a la cabeza todos aquellos que, aunque podían pecar de ser demasiado ñoños (como Heidi o Calimero), eran bonitos, agradables, amables, y sobre todo transmitían valores. Pienso en La abeja Maya que “fue famosa en el lugar por su alegría y su bondad”, puesto que, al igual que Los osos amorosos o Delfi, iba haciendo el bien por el mundo, y la comparo con las machangadas japonesas de bajo presupuesto y mucho efecto especial que atiborran la parrilla televisiva, y claro... me deprimo.

Yo me críe con series de toda índole. Por un lado teníamos aquellas que inculcaban respeto y amor hacia la naturaleza, como Mofli el koala o el máximo exponente en esta tendencia que fue David el gnomo: un amable ser que habitaba en el bosque velando por conservar la naturaleza, y que nos dio a todos una lección al morir al final de la serie por culpa de los desastres ecológicos provocados por el hombre. Por otro lado, había series divertidas y amenas a la vez que muy educativas, como todas las de de Érase una vez…”, que eran sencillamente magistrales y de lo mejor que se ha hecho en el campo de la animación. Es más, la biología que recuerdo la sé básicamente a raíz de Érase una vez el cuerpo humano. Siguiendo con esa abandonada tradición de enseñar a través de los dibujos animados, hubo una época en la que se puso de moda adaptar clásicos de la literatura con bastante fidelidad (obviando el hecho de que los protagonizaran animales parlantes), dando lugar a series como La vuelta al mundo en 80 días”, “Los mosqueperros” o “Los músicos de Bremen”, más conocidos como Los Trotamúsicos. Asimimo, recuerdo con especial cariño esas series que, sin tantas pretensiones instructoras, eran muy recomendables y resultaban fascinantes por los escenarios en que se desarrollaban; enmarcándose aquí el fantástico universo de setas habitadas de Los Pitufos, el divertido fondo marino de Los Snorkles, el mundo futurista de Los Supersónicos, y el antónimo de éstos en Los Picapiedra, cuyo punto fuerte eran los disparatados inventos modernos fabricados de modo rudimentario.

Tras estas series cordiales y de buenas intenciones vinieron otras menos comprometidas, pero no por ello peores, porque compensaban que fueran “más vacías” con un mordaz sentido del humor que, aún hoy, me puede hacer reír. Desde los Looney Tunes a Los animaniacs (¡Dios! ¡Eran buenísimos!), pasando por La hora de Tex Ávery (maravillosamente divertida), El pato Darwin, o "Bitelchus", para la que no tengo palabras…


Después de esta nueva generación de dibujos vino otra que, aunque también se desmarcó del tradicionalismo de los clásicos, no era la bazofia de hoy. Así surgieron series como Rugrats o Pepper Ann, que es de lo más divertido que se ha hecho nunca sin caer en la estupidez y el chiste fácil (y es que ahí está el reto, pues el humor estúpido que tanto abunda no tiene mérito). Puede que los protagonistas de estas nuevas series no nos enseñaran a comer espinacas como Popeye, o que por muchas trampas que hiciéramos si competíamos junto a Los autos locos, al final iban a ganar quienes fueran honrados, pero hicieron que nos sintiéramos identificados, que riéramos, y que no sintiéramos que insultaban nuestra inteligencia, como ocurre hoy en día.

Hablando de insultar la inteligencia, ¿se acuerdan de Scooby Doo? ¡Vaya mierda de dibujos más grande! En cada capítulo investigaban una mansión abandonada y se acojonaban al pensar que les perseguía un fantasma, que al final, invariablemente, era alguien disfrazado que quería asustarlos. ¡¿Cómo podían no darse cuenta los cuatro imbéciles aquellos, después de tantísimos capítulos, de que el esquema iba a ser siempre así?! Y es que aún siendo Scooby Doo de mi época, sería injusto meterla en el saco de series buenas, pues los despojos también datan de mi infancia, aunque en la gran mayoría de los casos se trataba de series japonesas, que son a la animación lo que Camela a la música. Ya no sólo es que fueran dibujos imbéciles, como aquellos en los que al recibir un chorro de agua la gente se transonsformaba en animales o cambiaba de sexo (Ranma), sino que siempre me parecieron tremendamente aburridos, violentos y desagradables. Los partidos de fútbol de Oliver y Benji podían durar semanas, y lo único que veías en cada nueva entrega eran balones abombados por la velocidad sobre un fondo de rayas parpadeantes; Dragon Ball era asquerosa e innecesariamente violenta. Aunque nunca me gustó hace poco intenté ver diez minutos de un capítulo, y con lo que topé fue con un bicho verde enfadado que mataba de un aguijonazo a un hombre mientras lo oía agonizar. Por si todo esto fuera poco, nos tragamos cómo Marco se pasó toda su mierda de infancia llorando por las esquinas, porque no encontraba a la cabrona de la madre que lo abandonó. ¿Qué niño necesita ver eso?

Afortunadamente, Los Diminutos, El pájaro loco, o Alfred J. Cuack nos hacían olvidar esos engendros televisivos, que al fin y al cabo, eran la excepción. De lo que se hace hoy sólo doy mi beneplácito a dos series que son dignas de mi más ferviente admiración: El autobús mágico, que es del estilo de “Érase una vez”, y diría que incluso mejor, y Los Thornberries, que es realmente instructiva. También tienen su punto las series “típicas” de Cartoon Network: dibujos sencillos, disparatados, surrealistas y autoparódicos, pero muy divertidos (Vaca y Pollo, El laboratorio de Dexter, Billy y Mandy, o Los hados padrinos).

Parece que los creativos se han dado cuenta del caos en el que anda inmerso la programación infantil, y se han puesto manos a la obra tratando de volver a los orígenes, aunque a nadie se le escapa que la mierda de Los Teletubbies nunca superará a Barrio Sésamo o a los dibujos tradicionales de Disney.
Es cierto que siempre se tiende a pensar que nuestra generación es la mejor, que la anterior no tenía nada que sirviera, y que la siguiente va a la deriva, pero… ¿qué quieren que les diga? No me creo que un un niño que crezca con los Pokemon en lugar de con El demonio de Tasmania, Pluto, o El monstruo de las galletas, pueda llegar a tener la cabeza igual de bien amueblada que uno de mi generación…


miércoles, 29 de agosto de 2007

Estoy emocionado

A pesar de encantarme un buen dramón cinematográfico, leer historias agridulces, o la música lenta y/o melancólica, no me emociono con la facilidad que quisiera. Ya ven, toda la infancia oyendo eso de que “los hombres no lloran” y a mí, por el contrario, no hacen más que recriminarme lo contrario, repitiéndome cada vez que la ocasión lo requiere una frase que apenas varía de una persona a otra:

-“¡Es que tu eres demasiado pa´ dentro! ¡No haces más que tragar y tragar!”

Y es que si bien es cierto que, como a casi todos, no me gusta mostrarme demasiado vulnerable en según qué situaciones, y por tanto, prefiero llorar una muerte discretamente que montando un espectáculo, sencillamente no tengo esa facilidad de llanto. Me puedo emocionar con algo en concreto, pero fisiológicamente y sin que yo medie conscientemente contra las reacciones naturales de mi cuerpo, sólo suele traducirse en escalofríos, erizamientos de pelo, o nudo en la garganta que no pasa de ahí.

En realidad las cosas más nimias pueden tocarme la fibra sensible, pero más que tocármela suelen rozármela, no como en mi familia que son todos una manada de llorones y sentimentales facilones.

Hoy sin embargo he conseguido emocionarme de verdad a raíz de la multitudinaria reacción de los sevillanos y del país entero por la trágica muerte del jugador de fútbol Antonio Puerta, un jovencísimo deportista de 22 años, muerto ayer tras 4 días de incertidumbre en el hospital, desde donde se esperaba lo peor, y enterrado hoy entre vitores y profusas muestras de cariño.

El fantástico homenaje popular en su memoria celebrado en el día de hoy es un acontecimiento con pocos precedentes que nos ha desconcertado a todos. España entera está de luto y los sevillanos lloran desconsolados una muerte que sienten tan cercana como la de un ser querido. La deportividad ha sido el lema de Sevilla entera, pues hoy la ciudad no entendía de rivalidades, colores ni equipos, y tanto los hinchas del equipo de Antonio como los del equipo rival salían a la calle con sus correspondientes camisetas reglamentarias, con semblante serio, caminando por una ciudad menos ruidosa y alegre de lo que suele ser la capital andaluza. Ha ocurrido lo que parecía imposible: unir a todo el fútbol español. Aficionados, ciudadanos anónimos, conocidos y familiares… hoy todos son familia, y como tal, están unidos ante un acontecimiento de este tipo.

Los gestos de duelo han sido generosos en todo el mundo del deporte, no sólo por la asistencia al funeral de gran parte de la plana de todos los equipos del país, así como de personalidades importantes en ese mundillo, sino por todos los pequeños actos de apoyo que se han sucedido en el mundo del deporte, que, aunque sean simbólicos, dicen muchísimo de quienes los llevan a cabo.

Hacía mucho tiempo que una noticia no conseguía hacer que, de verdad, empujara el nudo de mi garganta hacia abajo, y por ello, intentaré no volver a poner los informativos esta noche en un intento de evitar repetir la sacudida emocional que me produjo oír gritar a coro consignas como “Antonio amigo, Sevilla está contigo”, y más especialmente, ver cómo la afición recibía a los jugadores tras el fatídico partido entre sentidos y sonoros aplausos sin soltar palabra. Lo dicho: Estoy emocionado.

martes, 28 de agosto de 2007

Vuelos Divinos


La religión como institución no funciona. Desde luego respeto las creencias que pueda tener cada uno, pero hacer de la fe una empresa (la mayor de las multinacionales si uno lo piensa), es una inmoralidad vergonzosa. Sin profundizar demasiado en el asunto, ya que tengo en mente una entrada para más adelante en la que desarrollar con calma éste y otros temas relacionados, y dado que estoy en exámenes y, por tanto, no tengo tanto tiempo para transcribir mis pensamientos, les adjunto una noticia reciente y el correspondiente comentario que sobre la misma hizo una amiga, que, a mi juicio, no tiene desperdicio (el comentario, no mi amiga, aunque sería faltar a la verdad no decir lo mismo sobre ella). La noticia dice así:


"El Vaticano establecerá su propia red de vuelos regulares para ofrecer servicios aéreos de bajos precios a los peregrinos que visiten lugares y santuarios religiosos que incluye España.

Con el lema de ‘Busco tu rostro, Señor’, el primer vuelo, que ya ha sido totalmente vendido, despegará de Roma el 27 de este mes, rumbo a Lourdes, localidad francesa que registra una media anual de 8 millones de visitantes, una cifra que previsiblemente se incrementará en 2008 al celebrarse los 150 años de la aparición de la Virgen María.
La compañía irá introduciendo otros destinos en todo el mundo, comenzando por los más visitados, captando directamente el interesante y creciente mercado del turismo religioso. Entre éstos se menciona Santiago de Compostela (España), Fátima (Portugal), Nuestra Señora de Guadalupe (México), Czestochowa (Polonia) y Tierra Santa. En 2006 unos 150 millones de peregrinos han viajado por el mundo trasladándose de lugares sacros a santuarios, y se prevé que en 2007 esa cifra llegue a los 180 millones, lo que supone un crecimiento del 20%.

La iniciativa ha sido factible de forma casi inmediata gracias a un acuerdo entre la Obra Romana de la Peregrinación del Vaticano y la chárter italiana Mistral Air, controlada por Correos, cuyos colores amarillo y azul coincidencialmente están en sintonía con los de la Santa Sede. Además, los aviones programados para los viajes serán decorados con motivos sacros, y en la parte posterior de los respaldos de los asientos se podrá leer el lema que acompañará el logotipo de la nueva aerolínea.

Los portavoces del Vaticano han afirmado que el lujo no será un factor de venta y el coste de los paquetes tendrá en cuenta que los usuarios serán peregrinos."

COMENTARIO: "QUÉ ROSTRO,SEÑORES" (nombre real de la compañía)
Cada día más cerca de Dios y encima...tenemos que dar las gracias. ¿Qué más debemos esperar de la iglesia? ¿Por qué lo llaman religión cuando quieren decir billetes? (y ahora más que nunca) No puedo evitar la asociación con la serie "Autopista hacia el cielo", ¿la recuerdan? ahora lo entiendo...nos estaban preparando.También me recuerda a Noé, pero no se ofendan... los que reciban este mail (por mi parte), son todos corderitos ("que quitan el pecado del mundo" como reza la homilía. AMÉN)

Vamos a imaginarnos cómo serán estos vuelos (se admiten sugerencias):


Cuestiones controvertidas... ¿Tendremos que ser cristianos-católicos para poder viajar? ¿Debemos 
justificar si somos practicantes con una carta de nuestro párroco? (ojo con las prácticas) Si hemos peregrinado con anterioridad ¿tenemos puntos en base a los kilómetros recorridos?, ¿Y si tenemos nombres bíblicos? Veremos que pasa con las Magdalenas y los Judas. ¿Debemos confesarnos antes de subir? Y respecto a los homosexuales, ¿repartirán latiguillos con la inscripción "arrepiéntete pecador" para pequeñas fustigaciones aéreas? (se puede ampliar el uso a otros casos)

Lo que está claro es que el piloto siempre se llamará Pedro y nos llevará por el buen camino... a toda hostia, claro.
La azafata nos dará la extrema unción, en vez de explicarnos cómo funciona el chaleco, y como tentempié nos ofrecerán: tocinillos de cielo, cabello de ángel, San Marcos, huesitos de Santo...¿panes y peces?, el queso de tetilla y los bizcochos borrachos ni mentarlos...como mucho un vasito de vino y un botellín de agua bendita...cuidado, puede quemar.
Antes de despegar veremos pasar nuestra vida en fotogramas y durante el viaje tendremos servicio de confesión, una biblia en el asiento, cantos gregorianos, y no sé si el rap de algún párroco moderno. A todo aquél que manifieste su deseo de apostatar durante el trayecto, le regalan un paracaídas; sin acritud, eso si.

Si hay retraso o se cancela el avión, debes poner la otra mejilla, Dios te lo compensará.

Si das a luz en el avión el bautizo es a cargo de la Iglesia. Cómo no, mandarán por correo una felicitación firmada por Benedicto XVI.

¿Las turbulencias serán pruebas del señor?


Otro tema controvertido: ¡Las películas! ... un flashback de semana santa. No sé por qué me he acordado de La naranja mecánica...

Se permitirá "hacer el amor" en el lavabo con la condición de no utilizar preservativo y comprometiéndose a hacer fiel a la criatura, además de marcar la casilla de la iglesia en la renta. En este caso, también mandan una carta firmada por Benedicto XVI.

Sólo podrás coger el avión de vuelta si presentas los tickets del lugar de peregrinación objeto del viaje y, evidentemente, se pierden los méritos...tampoco podrán beatificarte, lo siento.

¿Qué será lo próximo? ¿una cadena de Hoteles y una línea de autobuses? "ya que estamos..nos ponemos" - dirán. En fin, el mejor negocio del mundo.
De lo que no me cabe duda, es que será una auténtica EXPERIENCIA RELIGIOSA.

sábado, 25 de agosto de 2007

Sirenas

Muchos de los que leen esto habrán visto o leído las noticias de supuestos hallazgos de cadáveres de sirenas en diferentes partes del planeta. El último mail que ha dado la vuelta al mundo nos descubre a un extraño ser entre pez y mamífero de apariencia semi humana, aparecido en las costas de Malasia. El bicho en cuestión, al igual que los otros “hallazgos” que se han publicado a lo largo de los años, es feo a matar. En el imaginario colectivo están esas bellas mujeres de cuerpos perfectos y esbeltos, con largas cabelleras perfectamente cuidadas a pesar de pasarse la vida en el agua salada, y de repente nos llevamos la cachetada de ver cómo, no sólo la mitología no siempre las pinta tan bonitas como en los dibujos animados, sino que además "las reales" dan miedo y grima.

Existen evidencias de más casos a lo largo de la historia en los que, con ánimo de lucro y afán publicitario, se han creado cadáveres de sirenas a partir de huesos de simios y peces. A raíz de este último "descubrimiento", y dada su extraña apariencia física, hay quien también apunta que pueden tener un origen extraterrestre. Poniéndonos a imaginar que realmente existieran, constituyendo así el eslabón perdido que nos une con los inicios de la vida en el mar, a ninguno se nos escapa que la idea de que fueran mitad humanas, tal y como somos hoy en día, sería absurda, porque la evolución habría perpetrado una subnormalada de animal, al dotar a una criatura marina de medio cuerpo que no está ni diseñado ni preparado físicamente para desenvolverse en las profundidades marinas.


Según la Real Academia de la Lengua Española una sirena es “cualquiera de las ninfas marinas con busto de mujer y cuerpo de ave, que extraviaban a los navegantes atrayéndolos con la dulzura de su canto.” En el arte griego las sirenas aparecen representadas como mujeres-ave, bien aisladas, bien en la escena junto a la nave de Ulises. Existían mujeres-pez dentro de la mitología griega pero eran otro tipo de ninfas marinas, como el caso de las Ondinas, e incluso las Nereidas en la cultura grecolatina. La tradición nos cuenta que por culpa de su belleza, en un momento dado se atrevieron a competir con las Musas, y en la pelea éstas las derrotaron y les arrancaron las plumas. Llenas de vergüenza por la derrota se retiraron a las costas de Sicilia, donde cambiaron sus alas inservibles por largas colas de pez. Sea como fuere, las sirenas son, junto a otros especímenes como unicornios o dragones, bien conocidos por relatos medievales y cuentos populares, unos de los seres mitológicos preferidos por la gran mayoría de la gente, pues provocan una especial fascinación y las vemos más cercanas y "creíbles" de lo que podría llegar a ser un basilisco por ejemplo.



Yo, como tantos otros, me encuentro (o más bien me encontraba) entre ellos. De pequeño La sirenita era mi película fetiche, y “1, 2, 3, splash, la película en la que una sirena encarnada por Daryl Hannah salía del agua, transformando mágicamente su cola en dos piernas para adentrarse entre los humanos, pudiendo volver a convertirse en sirena cuando le diera la gana, disparó mi (excesiva) imaginación. Me imaginaba como sería eso: poder salir del colegio tras un mal día o una jornada cansada, tirarme al mar de cabeza y nadar; sumergirme en las profundidades del océano, envolviéndome la maravillosa sensación de sentir que el agua rodea todo mi cuerpo mientras exploro el fondo marino a mi antojo y criterio, sin preocupaciones, sin prisas, disfrutando de cada pequeña maravilla que podría descubrir al adentrarme en lugares desconocidos para los seres humanos, y sabiendo que en cuanto quisiera no tendría mas que volver a la orilla para volver a mi casa y seguir con mi vida.

A día de hoy lo pienso y se me ocurre que el frío sería insoportable, que al contrario que en las películas de Disney el fondo marino no sería luminoso, colorido, y lleno de fascinantes e inofensivas criaturas amables que me acompañarían en mis paseos, sino un lugar inhóspito, aburrido y oscuro, en el que un tiburón podría arrancarme la cabeza de un bocado en cualquier momento.Definitivamente me quedo en tierra soñando con ese utópico mundo de fantasía.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Coartada justificada para un asesinato

Todos somos víctimas de nuestras circunstancias, y si no lo somos, siempre podemos ampararnos en este tópico manido para justificar nuestras acciones desafortunadas, así, he llegado a la conclusión de que si un día se sucedieran todas esas pequeñas jodiendas que alteran mi día a día, y además lo hicieran sin un intervalo de tiempo entre cada una para poder quitarme el enfado que producen individualmente, es posible que, dada mi facilidad para enfadarme con objetos cotidianos, acabara asesinando a alguien. Imaginemos un hipotético día de autos:

Si hay algo que me cabrea es que me tomen el pelo, y que además lo hagan sin ningún tipo de reparo ni misericordia, no, ahí, a lo cómodo, sin anestesia y con regodeo. Es lo que me da por pensar cuando me topo con un abrefacil, ese “gran invento” que suele dar más complicaciones que facilidades. En la mayoría de los casos, con la inercia de la fuerza empleada para abrirlo, salpicarás la mesa, a no ser que te caiga en gracia uno de esos cuyo sistema único y patentado se rompe, dejándote con una anilla o solapa inútil en la mano, y el brick a medio abrir. Ante tal despropósito de la creación yo sigo abriéndolos con un corte de tijera, como toda la vida, que además es más higiénico que muchos de estos revolucionarios sistemas modernos.

Pongamos que después de intentar abrir un brick voy al ordenador con la intención de conectarme (algo que no conseguiría porque ese día estaría internet impertinente), y trato además de insertar una tarjeta de memoria en la ranura correspondiente. Es gracioso (por decir algo) que mi ordenador de diseño ultramoderno y acabados futuritas, tenga bien señalizadas cuatro ranuras para los diferentes tipos de tarjetas de memoria, con sus correspondientes lucecitas ultrasónicas que indican que la tarjeta está siendo leída correctamente, ¿Qué por qué es gracioso? pues porque ni esta leyendo ni está haciendo nada, te está tomando el pelo y avisándote de que en breve se bloqueará y deberás apagarlo. Si estos son los avances que me ofrece su aparente modernidad, puede meterse la pantalla plana y las formas aereodinámicas por donde le plazca.

De todas formas sería injusto arremeter contra el ordenador porque no es más que otro de los muchos electrodomésticos con voluntad propia de mi casa, donde mi equipo de música merece una mención especial, ya que es él, y no yo, quien elige los discos que vas a oír. Debe tratarse de eso que llaman "inteligencia artificial". Yo, la verdad, prefiero a las máquinas estúpidas y obedientes de anataño.

Pongamos además que es uno de esos agobiantes días de calor, en los que da igual que te duches y te pongas desnudo delante de un ventilador, porque vas a sudar igual, y no vas poder hacer nada para evitarlo ni dejar de sentirte sucio y pegajoso. Estos días atraen además a moscas jodelonas, que hasta que no las matas, no entienden que no te hace ni puta gracia que zumben, se posen en ti, las espantes, y vuelvan una, y otra, y otra vez, hasta que la rabia hace que al aniquilarlas actúes con la ira propia de un enfermo. Asimismo, los mosquitos trompeteros también se multiplican en la época estival, y joden en todas sus modalidades; cuando no te amargan la noche zumbándote al oído cada vez que estás a punto de quedarte dormido, te desangran dejándote lleno de ronchas picantes. Encima los muy rastreros tienen la osadía de pasearse inflados de tu sangre, para que observes con impotencia que se han pegado un festín sin que tu hayas podido hacer nada al respecto ¡Qué hijos de puta!

Siendo justos, los insectos carecen de razón, así que se les tolera que sean tocapelotas, algo que no aguantamos con tanta facilidad de la gente comemierda, petarda o irritante, que parece levantarse con la consigna en mente de ponerte de los nervios en un día en que no haga falta demasiado para que lo consigan. Pueden joder a través de las ondas radiofónicas o televisivas, al encender la radio esperando oír algo de música que te relaje y que te salga una descerebrada canción veraniega, o al encender la tele y descubrir que la programación está dirigida a marujas aburridas y morbosos conformistas; pero lo que de verdad llena es que jodan en directo. Aquí ya entran en juego las manías personales de cada uno: gente que habla demasiado alto, que te repitan una anécdota mil veces o te expliquen el chiste 5 veces por si no has tenido suficiente con tres, que mientras te cuentan algo te den toquitos en el hombro con el dedo… ¡hay un catálogo infinito para elegir! A mi personalmente me pone de mal humor oír a mi padre estornudar. Sé que es algo raro y el pobre no puede controlarlo porque es de origen alérgico, pero cuando lo oigo estornudar estruendosamente hasta 20 veces en un minuto me va entrando una mala hostia por dentro que me da ganas de acabar con su sufrimiento.

Resumiendo: En el hipotético caso de que (dios no lo quiera), se diera en un solo día tal cúmulo de circunstancias, ¿de verdad tendría algún jurado la poca condescendencia y falta de empatía para condenarme si hiciera una locura?

martes, 21 de agosto de 2007

¿Arte o crueldad?

¿Qué pasa si a un niño se le quita un caramelo? Llora, berrea, grita. La fotógrafa Jill Greenberg retrató a 30 infantes en ese preciso instante, captando un emotivo catálogo de emociones humanas que, en su opinión, simboliza el tiempo en el que vivimos. Sus críticos la tachan de “sádica que merece ser castigada”

Jill Greenberg es una de las fotógrafas comerciales más famosas de Estados Unidos, que cuenta con contratos para marcas y publicaciones del prestigio de Microsoft, o Time. Su último trabajo, sin embargo, parece haber hecho que pase de ser vista como una prestigiosa profesional del mundo del arte plástico, a una persona cruel y mezquina.

Contando con su hija, hijos de amigos, y modelos infantiles profesionales, reunió a un total de 35 niños de entre dos y tres años en un estudio, durante tres días de 2005. Les hizo posar de forma natural, sin maquillaje, ropa, ni artificios, les dio una piruleta y acto seguido se las quitó. En el instante preciso en que comenzaron a florecer las emociones de desconcierto, enfado, rabia, y sobre todo, tristeza, su cámara captó la belleza única de una emoción tan pura y sincera como la de un niño. Podría haber hecho este mismo trabajo con actores profesionales y obtener resultados satisfactorios, pero el efecto nunca habría sido tan auténtico y veraz. El retoque digital posterior y su característico uso de la luz, acentúo las lágrimas y sombras en los rostros, añadiendo dramatismo en las fotos.
Las 25 imágenes finales de la colección, a la que tituló End times”, representan para la autora una metáfora sobre la compleja situación mundial en la que estamos, gracias a la política de la Administración Bush, y el poder de los sectores religiosos de derechas en Estados Unidos, mensaje que enfatizó al titular cada foto con nombres como "Tortura", "Oración", "El gran y viejo partido político", "¿Fe?", o "Sobrecogimiento".

Tras la exposición de su obra en una galería, un hombre vertió en su blog furiosas declaraciones que reproduzco: "es una mujer enferma que debería ser arrestada por abuso infantil", "su trabajo es vomitivo, y todos tendríamos que sentirnos ofendidos, porque aunque no son utilizados en tono sexual, se trata de pornografía de la peor clase".
Inmediatamente después de ser publicadas, éstas declaraciones corrieron como la pólvora y se reprodujeron en cientos de bitácoras personales, que mostraron un ferviente respaldo, o rechazo, hacia el proyecto. La artista, su familia, y las personas cercanas y ajenas al mismo, expresaron su apoyo manifestando con rotundidad que en ningún momento se abusó de los niños, que ni siquiera se les habló, y que los padres estuvieron presentes durante toda la sesión.

Aquellos que critican la amoralidad de la artista por provocar deliberadamente emociones en los niños, deberían tener en cuenta que ésta (quitar la piruleta para provocar el llanto), es exactamente la misma técnica que se utiliza en anuncios de televisión y películas, y mientras no rocé la crueldad, y se quedé en una pataleta momentánea, de las 20 que tienen los niños todos los días, creo que no habría que darle la importancia que le están dando. Además, tal y como dice el reputado galerista Kopeikin, "los blogs, territorio en el que realmente se libró la batalla, los escriben unos pocos. Nadie serio en el mundo del arte está debatiendo nada, y tampoco nadie serio en el mundo de la protección a la infancia"

Peterson, el hombre que comenzó los ataques, no está de acuerdo, y opina que las acusaciones no se limitan a la boggosfera: “conozco a un pediatra que expresó su preocupación por estas imágenes en mi web, creo que cuando los niños crezcan se sentirán infelices al verse explotados”.

La madre de uno de los críos ha dicho que no entiende la controversia: “nos pagaron una cantidad muy pequeña por los servicios prestados por mi hija, acepté el trabajo porque estaba acorde con mis ideas. Eso es todo, nos llamó nuestro agente y fuimos. Durante la sesión, a ratos lloró, a ratos rió. Como sucede en casa todo el tiempo. Mi hija tenía menos de tres años y ni siquiera lo recuerda, ni le enseño la imagen. Estuve todo el rato con ella. No sé… ¡yo veo la foto y la encuentro muy bonita!”

Por mi parte, no podría estar más de acuerdo con la madre. Las fotos que captan emociones, sean ficticias o reales, emocionan (valga la redundancia), y una imagen bonita de un niño llorando es extrañamente bella y enternecedora. Precisamente, una de mis fotos favoritas, de las muchas que le hago a mi primo de dos años y medio, es aquella en la que está llorando, entre otras cosas, porque ya ha aprendido a “posar” para la cámara, y sólo cuando llora o no es consciente de que le estoy fotografiando, es cuando realmente atrapo “su esencia”. Además, seamos serios…¡No es más que un berrinche tonto que se les habrá quitado en cuanto les hayan devuelto la piruleta! !Por dios! ¡Todo se saca de madre!

En cualquier caso, estén de acuerdo conmigo o consideren que soy “tan cabrón” como la autora, la exposición ha tenido el mismo efecto que la revista El jueves por su número secuestrado, convirtiéndose así en la más polémica y publicitada del año. Por último, una cosa es innegable: sus fotos son un verdadero éxito. Logran provocar al público y despiertan todo tipo de emociones, al fin y al cabo, es lo que aspira a conseguir un artista con cada nueva obra.

lunes, 20 de agosto de 2007

El diablo no es malo, tan sólo tímido

En una entrevista de EL PAÍS a Anna Wintour (directora de la revista Vogue, y la mujer en la que está inspirado el papel de Meryl Streep en El diablo viste de Prada), ésta aclara que, al contrario de lo que se piensa, no es tan distante como parece, tan sólo es tímida. Esta confusión suele darse a menudo al conocer gente a la que enseguida tachamos de borde (al margen de que haya imbéciles a puñados por ahí).

Sea o no verdad lo que se dice de ella, lo cierto es que es fácil pensar que es una gilipollas; suele evitar el contacto visual, va SIEMPRE resguardada bajo sus enormes gafas de sol, y habla en tono de aburrimiento, como de mala gana. Responde aparentemente irritada a las preguntas de las escasas entrevistas que concede, y parece no tener sentido del humor. Además, corren toda clase de rumores sobre su mayestático estilo de dirección y el estricto protocolo del personal de Vogue, algo que satirizaban en el tráiler de la película en cuestión, para remarcar la frialdad y despotismo de su trasunto en la pantalla, como principal reclamo para los espectadores, y es que la gente borde pero con gracia, gusta.
Como muestra, los doctores Becker, Vilches y House, o Risto Mejide, el cruel miembro del jurado de Operación Triunfo, directamente copiado de American Idol. Acabó siendo el principal reclamo del programa y creó escuela, propiciando que se televisaran en horas de considerable audiencia los castings de otros concursos, en donde humillaban a los aspirantes a modelo, cantante, o futuro famosillo de tercera.
Volviendo al tema en cuestión, yo he vivido en primera persona el drama (es un decir), de ser juzgado equivocadamente por mi falta de extraversión inicial. A partir de la primera impresión que a veces causo, se ha llegado a concluir que soy un chico demasiado serio, excesivamente correcto, o un genio posiblemente flemático, que se siente por encima del resto de los mortales y sus banales conversaciones... vamos, un gilipollas.

Afortunadamente, no espanto lo suficiente como para ser rechazado de forma irrevocable, y cuando me conocen mejor destierran para siempre esa idea inicial. Éste, es un problema para todos en general, y para los que no rebosamos habilidades sociales en particular (tampoco es que sea un antisocial, que me estoy vendiendo de una forma...). Una vez leí que tardamos siete segundos en hacernos una idea sobre otra persona, infiriéndola a partir de muchos de datos; tantos, y en tan poco tiempo, que aunque quisiéramos, nunca podríamos controlarlos todos, para dar aquella que realmente nos gustaría que captaran los demás ¡Cuántos encuentros, amistades, relaciones y amores, habrá flotando para siempre en ese limbo de los sucesos que no existen, por culpa de una preconcepción inadecuada!

Imaginemos que un día como hoy "la suerte" quiere que te cruces con quien podría llegar a ser el amor de tu vida, para tener un cómico encuentro casual en el que, por ejemplo, tropezarían, tirarían las cosas del otro, se disculparían entre sonrisas, y uno propondría ir a tomar algo para compensarlo. En la cafetería surgiría la chispa y acabarían los dos embostados de perdices.
Si resulta que ese día la lavadora se te estropea y te ves obligado a salir con ropa vieja y que te hace sentir inseguro, y vas arrastrando un cabreo por eso, estarás de tan mala leche, que no sólo no causarás una buena impresión a la otra persona, sino que en lugar de sonreirle, te irás de allí con tus cosas y sin mirar atrás. El otro se quedará con la idea de que eres un imbécil, rompiéndose para siempre esa posibilidad de futuro idóneo... y todo por una mala impresión. ¡Qué putada!