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domingo, 10 de agosto de 2008
Día 5 – Leyes de aeropuerto estúpidas
El último día fue una carrera de fondo a la que supimos sacar todo el partido. Por la mañana fuimos al templo de Debod, una construcción egipcia donada a Madrid que está explotada turísticamente. Almorzamos en “Rodilla”, nos concedimos diez minutos de sobremesa y tiramos corriendo hacia la Fnac, donde disponíamos de apenas una hora y media para recorrerla en su totalidad. La vimos a toda prisa y salimos escopetados para el hotel, en el que cogimos las maletas y guardamos lo comprado. Tardamos más de lo que predijimos en hacer todo eso, así que la carrera siguió por el metro y el aeropuerto. Al llegar al mostrador de facturación, una extraña sensación de patriotismo nos invadió al oír a más gente hablando en canario, pero duró poco, porque la olvidamos al dedicarnos a maldecir a la mal follada que nos atendió, por hacernos sufrir el sinsentido de la legislación aeropuertaria. Viajábamos sólo con equipaje de mano, con una maleta que no superaba los diez kilos permitidos y respetaba las dimensiones establecidas para que cupiera en cabina. Las compras hacían que hubieran subido un par de kilos cada una, y nos advirtió que o nos deshacíamos de esos gramos de más, o pagábamos cuarenta euros y facturábamos.
Como es lógico nos fuimos de allí con una encendida ¿qué imbecilidad de norma es esa? Es decir… comprendo que deban poner unas leyes mediante las que estandarizar el peso permitido, para que la gente lo tenga en cuenta y no haya sobrecarga en el avión, pero es que es estúpido lo mire por donde lo mire, porque donde no se puede llevar sobrepeso es en la maleta…pero si en otro lado, de modo que esos dos kilos de más en el trolley suponían un inconveniente, pero el hecho de que mi mochila pesara una tonelada no ofrecía problemas. ¿Acaso no van a ir las dos juntas en el avión? Además, ¿qué clase de doble moral es esa? ¿No se puede llevar peso de más, pero si pagas una tasa abusiva se olvidan de todo? Esto me recuerda a los tiempos en que era pecado comer carne el viernes santo… a no ser que pagaras a la iglesia, que entonces se ocupaba de que Dios mirara a otro lado.
Abrimos las maletas en el suelo en plan gentuza, sacamos un par de cosas, las apretamos en las mochilas como pudimos, las volvimos a pesar, y nos dieron el visto bueno… ¿se dan cuenta de la tremenda imbecilidad que nos hicieron hacer? Piénsenlo detenidamente... ¿Acaso esperaban que nos deshiciéramos de nuestras cosas, dejándolas en la terminal? ¡Por supuesto que no! En cuando salimos de allí volvimos a abrir el equipaje y pusimos las cosas en su sitio…y sin molestarnos en hacerlo de espaldas a la comemierda impertinente en cuestión.
Al llegar a los controles de rayos x me dijeron que pusiera la mochila en la cinta transportadora, pero que no hacía falta que María hiciera lo propio con su bolso. Ella, confusa ante tal subnormalada, le preguntó si no debería proceder de igual modo, y la iluminada de turno le dijo que no, porque lo suyo era un bolso y lo mío no. Está claro entonces que era una cuestión de asas…si hubiera entrado con la mochila colgando de un hombro en lugar de a la espalda, no tendría que haberla pasado por rayos. Parece que sólo estuvieran los becarios trabajando ese día.
Cuando ya estábamos plácidamente esperando y habíamos maldecido y cagado mentalmente de arriba abajo a la madre de la estúpida de facturación, abrí la maleta para buscar una cosa, y dos enanas mentales sentadas en frente de nosotros encontraron divertidísimo el contenido de la misma, comentándolo por lo bajo mientras cuchicheaban entre risitas. Me quedé un rato mirando mis vaqueros y una camiseta, que es lo que se veía al abrirla, pero debía escapárseme algo, porque no los encontraba tan divertidos como ellas. Debía tratarse de humor inteligente.
Al rato de estar sentados, María se percató de que estábamos en una puerta equivocada, y la mandé a correr hacia donde coño fuera que estuviera la nuestra, que ya yo me encargaría de seguirla con los bultos. Salió corriendo, y yo detrás de ella arrastrando las dos maletas; como es imposible correr con sandalias, me las quité, las metí en un bolsillo y corrí descalzo como alma que lleva el diablo. La estampa era digna de ver. En realidad me he dado cuenta de que me apasiona estar descalzo, es genial. Cuando estuvimos en el Thyssen tenía los pies cansadísimos y reguisados, y el suelo se me antojaba apetitosamente fresquito. Me quité las sandalias, me las puse bajo el brazo, y seguí la visita así, calmando el dolor y el ardor, y sintiendo cómo la circulación se ponía de nuevo en marcha. Me encanta.
En el avión sufrimos de nuevo la imbecilidad normativa: fui al baño y me mandaron de nuevo al asiento por estar aún iluminada la señal del cinturón de seguridad… que se apagó unos segundos más tarde, en el preciso instante en que volví a sentarme.
Al llegar a casa nos dormimos echando de menos Madrid, y pensando en que si el próximo viaje que hagamos juntos sale la mitad de bien que este, será fantástico.
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5 comentarios:
Yo hice un viaje a madrid de 15 dias con una amiga, unica y exclusivamente para ir de marcha todas las noches, la ciudad la conociamos de sobras, imaginate la maleta, ella al peso 55kg, yo 49, la chica dijo ke ni hablar, y nosotros explicandole ke todo era necesario y que no podia permitir que saliesemos alguna de las noches con ropa usada y sin lavar, le debio hacer gracia porque entre carcajadas paso las maletas y nos dijo que todo estaba bien, dsd luego no era familia de la que os tocó a vosotros... en fin, algún dia rememoraré ese viaje en mi blog...
Un placer descubrir el tuyo.
Besos.
Menuda odisea la de ustedes!!!! La verdad que la vida está llena de leyes absurdas en todos los servicios y organismos públicos. Supongo que lo harán por joder o por tener autoridad, no sé. Saludos
A todas estas se me olvidó explicar el exhaustivo método que tienen de comprobar si llevas líquidos: Preguntártelo y fiarse de tu palabra. Spain is different...
Me ha hecho mucha gracia eso de "Abrimos las maletas en el suelo en plan gentuza" :D
Has descrito muy bien ese estrés que suele aparecer en lugares de colas y controles. Puaf, los odio. Pierdes tiempo, sudas la gota gorda y enturbian los buenos ratos de las vacaciones.
Hasta otra!
Y además todo para nada, para remover dos boberías y que se queden contentos con sus leyes absurdas. :s
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