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martes, 14 de abril de 2009

Día 1 - La paliza

Aunque éramos conscientes de que llegar hasta Estados Unidos no iba a ser especialmente llevadero, no creíamos que pudiera volverse tan coñazo. El día de salida nos levantamos a las 5 de la mañana (habiéndonos acostado tarde, por dejar la maleta para el último momento); a las 6 estábamos en el aeropuerto, y a las 7 cogimos el avión que nos dejaría en Madrid. Llegamos a las 10:30 (hora peninsular), y aunque se supone que debíamos coger un avión sobre la marcha, tuvimos que esperar hasta las 3 de la tarde para coger el que nos llevaría a Boston. Entre pitos y flautas, fueron 8 horas las que pasamos sentados en el avión, y aunque pasaron más rápido de lo que imaginaba (a partir de ahora, cualquier vuelo me va a parecer corto), llegaba a ser desesperante mirar el reloj. Al aterrizar nos enfrentamos a los temidos controles de seguridad estadounidenses, que al final, no eran para tanto. Acojona la brusquedad con la que te atienden, y más si al entregar uno de los pasaportes (el de mi madre), sacuden la cabeza y ponen gesto de extrañeza. Por si su uniforme de poli mala, su semblante serio, sus rasgos bruscos y su aspereza, no eran suficientes, la oficial que nos atendió tenía un nombre que sonaba a algo así como Auswitch, y la verdad, no dudo que lo hubiera bordado como funcionaria en un campo de concentración. Nos hicieron un par de preguntas, nos tomaron las huellas de todos los dedos, estuvieron un rato comprobando que mi madre no era la mujer con la parecían estar confundiéndola, y sin el más mínimo indicio de simpatía o mera cordialidad, nos despachó. Al menos no nos escupió en la cara...

Debido al retraso en Madrid llegamos a las mil y quinientas, y si no fuera porque corrimos como cabrones y nos colaron en los controles (consejo: acudir a los empleados latinos con cara de simpáticos, que entre minorías nos entendemos), no habríamos llegado a tiempo de coger el siguiente avión. En cualquier caso no sirvió de nada, porque una hora después de haber embarcado, esperando sentados a que al piloto le diera por arrancar, nos hicieron bajar y volver al aeropuerto; había mal tiempo, no se podía volar, y el aeropuerto de Nueva York no dejaba entrar ni salir a nadie. Tras cinco horas más de espera (ahí es nada), y dos horas y pico entre avión y taxi, habíamos llegado a nuestro destino, pero estábamos tan hechos polvo que no nos habría sorprendido ver a King Kong sobre el Empire State; sólo queríamos llegar y hacerle sangre a la cama, en la que más que dormirnos, nos morimos.

8 comentarios:

Lillu dijo...

Si es que ya las palizas de avión de aquí a la península te dejan la cabeza zumbada durante horas, me imagino en un vuelo tan largo como ése y con tantos rollos de aeropuerto. Espero ansiosa la siguiente entrega del relato :D

saluditos

JuanRa Diablo dijo...

Ah, por entregas, sí, mejor así, que no me quiero perder nada. Hace poco leí tu viaje a Madrid con MaRia, también en fascículos. :D

Eso de "hacerle sangre a la cama" ha sonao muy bestia pero muy gráfico para después de tantas horas de paliza. Esras cosas deben entrar en el billete.

Bueno Peibol, ya estás en el escaparate de mi tienda

http://albumdiablo.blogspot.com/2008/11/nominados-premio-diablog.html

Un saludo

El extraño desconocido dijo...

Menudo comienzo! espero que después todo fuera a mejor, porque si no...

Anónimo dijo...

La verdad que si que lo peor de coger el avion es la espera para subirte, yo por mi parte cuando subo a un avion nose que me pasa pero enseguida cojo el sueño, y me despierto a cinco minutos de llegar. Mas que sea no te enteras del viaje.....

Mery

El Zorrocloco dijo...

Ocho horas de avión... Me pasé el resto del post revolviéndome en la silla sólo de imaginarlo :S

Me apunto lo de los latinos!

Anónimo dijo...

Hola, que bueno verte de regreso y que tu viaje haya ido bien, bienvenido!. Besos. Ana

Superpatata dijo...

Muy buena idea la de contarnos tu experiencia por entregas, así nos cuentas más detalles jeje.
Menuda paliza la que os dísteis, yo no sé si hubiera podido aguantar tanto sentada en el avión, claro que si no podíais salir no quedaba otra...
Un saludo!!

peibol dijo...

A Lillu:
Más que las horas de avión (que sí, te dejan gilipollas), son las eternas esperas, y sobre todo el cambio de horario, que te roben o te regalen 5 horas te deja totalmente imbécil.

A JuanRa Diablo:
Dudaba si hacerlo por entregas, para no quedar pesado, pero dado el entusiasmo que han mostrado todos, creo que será lo mejor :). Ya me he visto en tu enlace; un honor ;)

A El extraño desconocido:
Sí sí, la vuelta fue mucho mejor, y el viaje me encantó ;)

A Mery:
Pues eres muy afortunada, de verdad, porque a mí sólo me faltó ponerme a hacer punto de cruz. :s

A El Zorrocloco:
Pues imagina 8 horas de avión, más dos y media hasta Madrid, más otras dos de Boston a Nueva York, más las horas en el aeropuerto... ¿Para cuando regularán la teletransportación?

A Ana:
Gracias, un beso para ti también ;)

A Superpatata:
Es eso, que o estás sentado... o la desesperación te lleva a abrir la puerta, ser absorvido, y morir en una caída el vació... así que mejor quedarse sentado XD


¡Saludos a todos!