Corría el año 1998, tenía 11 años y estaba al comienzo de 1º de
la ESO. En clase éramos todos una piña, en parte porque a esa edad
nuestra vida social se basaba principalmente en nosotros mismos, y en
parte porque nuestro colegio, por sus especiales características,
propiciaba que así fuera. A comienzo de curso, el petardo de nuestra promoción nos hizo saber que su primo iba a incorporarse
a nuestra clase en unos días. Ya podía ser el tío más simpático
e interesante del mundo, que sólo por ser familia suya no le íbamos
a recibir con los brazos abiertos. Además, por si no fuera
suficiente con eso, y con lo duro que es ser “el nuevo” a esas
edades, su primo el petardo se dedicó a vendérnoslo como el
anticristo. Supongo que en un intento de dejar de ser el bufón de
clase y cargarle el muerto a otro. El día que empezó en el colegio
no pasó desapercibido, porque su (muy) particular forma de ser
enseguida chocó con la de los demás, y no porque fuera antipático ni
nada por el estilo, sino porque F. es más raro que un perro verde no
es nada común. Sin embargo, yo enseguida sentí una especial
conexión con él, y desde entonces hemos sido íntimos.
Es de lo más curioso que ambos hayamos llegado a ser tan buenos
amigos, y que eso se haya mantenido a lo largo de los años, porque
no podríamos ser más distintos. No hablo de gustos generales,
como cuando le dediqué la entrada a Mery, sino de diferencias a un
nivel más profundo. F., para que nos entendamos, es como un señor
feudal de hace un par de siglos, atrapado en el cuerpo de un joven de
la actualidad. Es de derechas, monárquico y absolutamente creyente.
Se mueve en ambientes donde se manejan los conceptos de “presentación
en sociedad”, “buena familia”, “antigüedades”, y “el
servicio”. Se ha criado en una familia muy clásica y viste siempre
con polos de marca, suéter anudado al cuello y raya a un lado. Y por
si os lo estáis preguntando, sí, está asquerosamente entullado de
dinero; no hablo de su familia (que también), sino de él, como
individuo, que a sus 26 años tiene propiedades como para vivir unas
cuantas vidas sin dar un palo al agua. ¿Qué puedo tener yo
que ver con alguien así? - Os pregunaréis. Pues nada y a la vez
todo. Sabemos que hay cosas en las que nunca nos pondremos de
acuerdo, y lidiamos con ello sin problemas. ¿Para qué detenerse en
lo que diferimos, con lo bien que lo pasamos siempre que estamos
juntos y lo muchísimo que nos reímos? F. y yo compartimos un sentido
del humor negrísimo, absurdísimo y muy políticamente incorrecto, que nos hace llorar de la risa. Para que os hagáis una idea, él es
una fusión entre Karen Walker y Stewie Griffin.
Además, puedo decir que siempre ha estado ahí para mí, de manera
absolutamente incondicional, incluso en una época en que estuvimos
distanciados. A primera vista, la gente tiende a catalogarlo como un
niño rico imbécil y vacío, pero nada que ver. Es una persona muy
inteligente y reflexiva, que aún pudiendo dedicarse a vivir de las
rentas, se está construyendo un futuro a base de esfuerzo y
dedicación. Y aunque cualquiera podría pensar que sólo se
relaciona con “lo mejor de lo mejor”, resulta tan intimidatorio
como sorprenderte, la cantidad y variedad de gente conocida que saluda por la calle, desde la
señora más rancia al hippy más zarrapastroso. Compartimos el gusto
por el arte y la música clásica, aunque él está mucho más volcado en ese
aspecto (no en vano, lleva un programa de radio sobre el tema, y ha
ganado algún certamen de piano), mantenemos charlas profundas sobre
cualquier tema, y quedemos a la hora que quedemos, siempre nos dan
las tantas de la mañana compartiendo experiencias, pensamientos,
recuerdos y bromas.
Sé que F. no leerá esta entrada, pero habiéndole dedicado sendos
post a otras amistades de siempre, estaría feo no hacer lo mismo
con una persona que ha sido tan cercano e importante desde hace tantísimos años
y que, con la mano en el fuego, no dudo que seguirá siéndolo
muchísimos más. A veces, las amistades más dispares pueden ser las más enriquecedoras.
3 comentarios:
Echaba de menos a este Peibol tan personal ;) Gracias por compartir otro trocito de tu vida con nosotros!
Un beso!
Mali.
Imagino que F. no necesitará leer esta entrada para descubrir nada nuevo, pero si lo hiciera quedaría más que satisfecho (espero que la encuentre algún día)
No estoy muy seguro pero diría que no es muy común que con ideas tan distantes y tan distintas formas de ver las cosas pueda fraguarse una gran amistad, pero a mi particularmente me reconforta saber que estas cosas suceden realmente.
Vaya que sí :)
Un abrazo, peibol
Mali:
Gracias a ti por tu comentario, es de lo más reconfortante, en serio... y más con el insignificante número de comentarios que ha tenido este post. :)
JuanRa:
¡Yo espero que no la encuentre! ¡No puedo derribar mi fachada de chico duro frente a él! Jajajajaja
Ahora en serio, es una amistad rara de cojones, pero que demuestra que los polos absolutamente opuestos, pueden atraerse. ;)
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