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viernes, 27 de abril de 2012

"F."


Corría el año 1998, tenía 11 años y estaba al comienzo de 1º de la ESO. En clase éramos todos una piña, en parte porque a esa edad nuestra vida social se basaba principalmente en nosotros mismos, y en parte porque nuestro colegio, por sus especiales características, propiciaba que así fuera. A comienzo de curso, el petardo de nuestra promoción nos hizo saber que su primo iba a incorporarse a nuestra clase en unos días. Ya podía ser el tío más simpático e interesante del mundo, que sólo por ser familia suya no le íbamos a recibir con los brazos abiertos. Además, por si no fuera suficiente con eso, y con lo duro que es ser “el nuevo” a esas edades, su primo el petardo se dedicó a vendérnoslo como el anticristo. Supongo que en un intento de dejar de ser el bufón de clase y cargarle el muerto a otro. El día que empezó en el colegio no pasó desapercibido, porque su (muy) particular forma de ser enseguida chocó con la de los demás, y no porque fuera antipático ni nada por el estilo, sino porque F. es más raro que un perro verde no es nada común. Sin embargo, yo enseguida sentí una especial conexión con él, y desde entonces hemos sido íntimos.

Es de lo más curioso que ambos hayamos llegado a ser tan buenos amigos, y que eso se haya mantenido a lo largo de los años, porque no podríamos ser más distintos. No hablo de gustos generales, como cuando le dediqué la entrada a Mery, sino de diferencias a un nivel más profundo. F., para que nos entendamos, es como un señor feudal de hace un par de siglos, atrapado en el cuerpo de un joven de la actualidad. Es de derechas, monárquico y absolutamente creyente. Se mueve en ambientes donde se manejan los conceptos de “presentación en sociedad”, “buena familia”, “antigüedades”, y “el servicio”. Se ha criado en una familia muy clásica y viste siempre con polos de marca, suéter anudado al cuello y raya a un lado. Y por si os lo estáis preguntando, sí, está asquerosamente entullado de dinero; no hablo de su familia (que también), sino de él, como individuo, que a sus 26 años tiene propiedades como para vivir unas cuantas vidas sin dar un palo al agua. ¿Qué puedo tener yo que ver con alguien así? - Os pregunaréis. Pues nada y a la vez todo. Sabemos que hay cosas en las que nunca nos pondremos de acuerdo, y lidiamos con ello sin problemas. ¿Para qué detenerse en lo que diferimos, con lo bien que lo pasamos siempre que estamos juntos y lo muchísimo que nos reímos? F. y yo compartimos un sentido del humor negrísimo, absurdísimo y muy políticamente incorrecto, que nos hace llorar de la risa. Para que os hagáis una idea, él es una fusión entre Karen Walker y Stewie Griffin.

Además, puedo decir que siempre ha estado ahí para mí, de manera absolutamente incondicional, incluso en una época en que estuvimos distanciados. A primera vista, la gente tiende a catalogarlo como un niño rico imbécil y vacío, pero nada que ver. Es una persona muy inteligente y reflexiva, que aún pudiendo dedicarse a vivir de las rentas, se está construyendo un futuro a base de esfuerzo y dedicación. Y aunque cualquiera podría pensar que sólo se relaciona con “lo mejor de lo mejor”, resulta tan intimidatorio como sorprenderte, la cantidad y variedad de gente conocida que saluda por la calle, desde la señora más rancia al hippy más zarrapastroso. Compartimos el gusto por el arte y la música clásica, aunque él está mucho más volcado en ese aspecto (no en vano, lleva un programa de radio sobre el tema, y ha ganado algún certamen de piano), mantenemos charlas profundas sobre cualquier tema, y quedemos a la hora que quedemos, siempre nos dan las tantas de la mañana compartiendo experiencias, pensamientos, recuerdos y bromas.

Sé que F. no leerá esta entrada, pero habiéndole dedicado sendos post a otras amistades de siempre, estaría feo no hacer lo mismo con una persona que ha sido tan cercano e importante desde hace tantísimos años y que, con la mano en el fuego, no dudo que seguirá siéndolo muchísimos más. A veces, las amistades más dispares pueden ser las más enriquecedoras.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Echaba de menos a este Peibol tan personal ;) Gracias por compartir otro trocito de tu vida con nosotros!

Un beso!

Mali.

JuanRa Diablo dijo...

Imagino que F. no necesitará leer esta entrada para descubrir nada nuevo, pero si lo hiciera quedaría más que satisfecho (espero que la encuentre algún día)

No estoy muy seguro pero diría que no es muy común que con ideas tan distantes y tan distintas formas de ver las cosas pueda fraguarse una gran amistad, pero a mi particularmente me reconforta saber que estas cosas suceden realmente.
Vaya que sí :)

Un abrazo, peibol

peibol dijo...

Mali:

Gracias a ti por tu comentario, es de lo más reconfortante, en serio... y más con el insignificante número de comentarios que ha tenido este post. :)

JuanRa:

¡Yo espero que no la encuentre! ¡No puedo derribar mi fachada de chico duro frente a él! Jajajajaja
Ahora en serio, es una amistad rara de cojones, pero que demuestra que los polos absolutamente opuestos, pueden atraerse. ;)