El otro día vi a la vieja de la barba, un personaje de la ciudad no demasiado conocido, pero que tampoco pasa desapercibido. Es una mujer muy mayor, consumida, y perdida en este mundo en el que parece estar de paso, sin preocuparse demasiado en nada más allá de sus pensamientos. Lleva siempre un pañuelo en la cabeza que le recoge la gran melena de pelo blanco, lacio y ligeramente ondulado, que la cae sobre los hombros. Suele vestir de colores apagados (mucho beige, sepia, gris y derivados), va con camisa y falda de tela fina, y si por algo llama verdaderamente la atención, es sin duda por su chiva. Si, su chiva. A muchas mujeres mayores le salen un par de pelillos en la barbilla que, o bien pasan inadvertidos, o bien son arrancados, pero esta señora no es que tenga unos pocos, es que directamente tiene barba, porque su “chiva” es larga y frondosa. Al margen de este detalle que desde luego salta a la vista, es un personaje enigmático que invita a la reflexión; es una mujer arreglada pero a la vez descuidada, que luce una bonita melena pero que a la vez ha dejado Hacía muchos años que no la veía. La primera vez que me tropecé con ella fue junto a mi amigo Fefe, que me contó su trágica historia. Era una chica de la alta sociedad, guapa a rabiar y una de las mujeres más bellas de Santa Cruz y de toda la isla, que de hecho, fue nombrada durante varios años consecutivos “Miss Primavera”, en un certamen que celebraba el casino.
Con una posición social envidiable y una belleza sin igual, era de esperar que no tardara en prometerse con alguien de su entorno que, desde luego, sería envidiado por todos. Así fue que tras un periodo de noviazgo llegó el día de la boda. Cada uno por su lado se engalanó para el acto, y ambos se dirigieron llenos de ilusión a la iglesia, donde manifestarían públicamente su amor y unirían
sus vidas para siempre. La mala suerte quiso que cuando estaban de camino, el novio tuviera un accidente mortal con el coche, dejándola a ella viuda sin tan siquiera haber pasado por la vicaría. Después de esto la mujer fue de mal en peor y se volvió loca.Ya son ganas de joder por parte del “destino”… ¿Son capaces de imaginar la cachetada emocional y psicológica que puede suponer un golpe como ese? Creo que nadie podría reponerse jamás de algo así, no de perder a la persona a la que se quiere, sino de hacerlo de esa forma y en esas circunstancias. Debió ser horriblemente devastador ver que el día más feliz de su vida se convertía en el más trágico, y más en una época en la que el matrimonio, el amor para siempre, y el “qué dirán” tenían un gran peso.

Este caso me recuerda al fatal acontecimiento que inspiró la película Caótica Ana, el último filme de Julio Medem. La cinta rinde homenaje a su hermana, una joven pintora trágicamente fallecida en un momento cumbre de su vida del que no pudo disfrutar. En una entrevista reciente, Medem lo relataba así:
“El día 7 de abril de 2001, mi hermana inauguraba su exposición de pintura (la más extensa de su trayectoria) en unas bodegas de Cariñena, al sur de Zaragoza. (...) Mi hermana nos había convocado en la entrada de la exposición a su familia directa y a sus amigos; tenía muchísimos. Es decir, allí estábamos esperándola todas las personas que más quería, ante
Creencias sobre el destino y demás cuestiones místicas aparte, estos casos en los que la vida “te la juega” dan que pensar, no sólo por el hecho de tener más o menos suerte, sino porque uno realmente se da cuenta de que por muy bien que nos vayan las cosas, podemos irnos a la mierda en cualquier momento. Un día vas dando saltos por la calle porque te sientes la persona más feliz del mundo, y al otro estás muerto, es así de simple, y así de desalentador.
Por contra también puede ocurrir lo contrario, que se produzca un fatal acontecimiento al que parecíamos irremediablemente avocados, y del que nos libramos de una forma más o menos casual, provocándonos una alegría indescriptible, y haciendo que nos replanteemos muchas cosas, hasta el punto de que a partir de ese momento nuestras vidas puedan cambiar para siempre, y pasemos a ver las cosas desde un prisma diferente.
Todos conocemos historias como las de personas que no tendrían que haber cogido uno de los aviones que
Son casos como el del actor Mark Wahlberg, que no cogió “ese avión” porque en el último momento decidió hacer el viaje en coche con unos amigos, o el de tantísima gente con anécdotas parecidas relacionadas con los atentados de Atocha. El 11-M recuerdo ver a mi profesora de matemáticas deambulando por los pasillos del instituto como alma en pena y la mirada perdida, porque sus hijos tendrían que haber cogido ese tren a esa hora y no lo hicieron; la huelga de profesores les libró, al igual que a otros tantos jóvenes, de una muerte
bastante segura. También me llegaron otras anécdotas de gente que ese día se durmió, y una de alguien que solía ir en coche hasta la estación para coger el tren, y que ese día no pudo hacerlo porque la puerta del garaje se rompió.De mi entorno más cercano podría destacar el día en que a mi amiga Carmen se le escapó una guagua que volcó y mató a todos sus ocupantes, o cuando a mi prima le cortaron los frenos el día en que decidió ir por una carretera secundaria intransitada, en lugar de por la acusada pendiente por la que habría ido cualquier otro día.
Visto lo visto, creo que todos deberíamos llevar una taquito de madera en el bolsillo para tocarlo siempre que nos de por pensar en negativo. ¡Crucemos los dedos!





Cuando París fue liberado, comenzó la vida teatral de Marceau.
internacional. En las décadas recientes, llevó a Bip de México a China, pasando por Australia. Apareció también en el cine. 

















Si algo hemos aprendido de la nueva hornada de series políticamente correctas en las que se trata de eliminar cualquier atisbo de discriminación, es que “las chicas son guerreras”... y nosotro





