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viernes, 19 de octubre de 2007

Mentiras de la infancia

Dicen que al ser inocentes y no saber de las maldades e injusticias del mundo, los niños son más felices, ya se sabe, la felicidad del ignorante. Yo fui feliz, pero hay ciertos mitos de entonces que me causaban una angustia “que pa qué”.

Todos los padres mienten a sus hijos para fomentar o evitar que desarrollen ciertos comportamientos o conductas. Estas mentiras podían ser piadosas y anecdóticas, como las que nos colaban para conseguir que comiéramos de todo (sobre todo en mi caso, que era un auténtico coñazo), o por el contrario, podían rozar la crueldad y dejarte traumatizado.

Respecto a las primeras, hay que reconocer que mi madre era de lo más imaginativa, y que de no haberlo sido, ahora mismo yo estaría con suero intravenoso en alguna cama de hospital. No sé muy bien por qué pero yo no comía; no es que comiera poco, es que no comía nada. No tenía apetito, y lo único que me tentaban eran los frutos secos y las galletas que, quieras que no, no constituyen una dieta demasiado recomendable para nadie. Siendo así, me preparaban unos biberones que eran auténticos cócteles nutricionales propios de culturistas; concentraban todo un almuerzo en la batidora, y lo mezclaban con lo que fuera necesario para que no fuera asqueroso y me lo tomara. Durante un tiempo, la única forma que tuvieron de hacer que comiera algo sólido fue ponerme platitos con cosas en una mesa baja delante de la tele, para que fuera picando como el que no quiere la cosa mientras veía dibujos animados. Cuando fui creciendo me ofrecían premios si me comía todo (premios que jamás llegaban y de los que me olvidaba enseguida), o hacían juegos con el potaje para que fuera divertido comérselo. Me camuflaban una comida dentro de otra, me mentían sobre lo que era, o directamente inventaban una historia fantástica para que comerme aquello supusiera una aventura épica. Hubo una época en la que a mi hermana le dio por comer peras, y para conseguir que probara los nísperos, mi madre le dijo que eran peras australianas. Desde ese momento se los mandaba encantada de dos en dos, pensando que estaba probando un manjar exótico y exclusivo. Un buen día le discutió a una amiga y a su madre que la fruta que acababan de traer eran peras australianas y no nísperos como argumentaban ellas. La mujer era danesa, y le costó un buen rato entender qué demonios le estaba diciendo esa niña.

Por otro lado estaban esas fatídicas amenazas, mediante las cuales nos advertían que nuestro comportamiento tendría consecuencias fatales. Me encantaba ponerme bizco, y cada vez que lo hacía me decían que me iba a quedar así para siempre, pero nunca hice demasiado caso, me lo decía tanta gente que estaba gastada la información, y además disfrutaba haciéndolo porque se veía el mundo desde otra perspectiva. Lo mismo me pasaba con lo de los cortes de digestión, sabía que el tema era más serio pero ¡por dios!, ¡te jodían las vacaciones playeras! El tiempo de espera tras comer para meterse en el agua variaba de una a tres horas según quien te lo contara, y yo sólo quería mojarme un poco, ¿No entendían que no iba a hacer contorsionismo ni a correr una maratón? Pues no… a morirse de calor para no evitar una muerte segura. Mierda…

La mentira que si me acojonaba era la de los bichos por la boca por decir palabrotas, ¿se imaginan qué asquerosidad?, el youtube estaría lleno de videos sobre eso. Recuerdo que una vez me lo dijeron con una cara tan seria después de haber dicho palabras “no aptas para niños”, que salí corriendo a beber cantidades ingentes de agua para matarlos a todos. ¡Se iban a quedar con tres palmos de narices mientras subieran por la traquea frotándose las patas, y se vieran avocados a una muerte segura por ahogamiento!

Otra vertiente más extendida y universal en lo que a mitología infantil se refiere, es la de las criaturas benévolas o malévolas que nos visitaban y acechaban sin que nos percatáramos de ello; no sé ustedes, pero yo me pasé media infancia mirando los posibles poritos que pudiera haber en las paredes, cada vez que mi madre me decía que debía portarme bien porque Los Reyes magos estaban vigilándome por un agujerito. ¿Dónde ha quedado la intimidad? Eso es como mínimo voyeurismo pedófilo, con el agravante del consentimiento de los padres, que no objetan nada al respecto, e incluso dejan que estos viejos verdes (recordemos que Melchor tiene canas hasta en las orejas), les hagan regalos a sus hijos. Otro hombre del gremio que se atrevía a entrar en nuestras vidas, quisiéramos o no, era Papa Noel, un hombre con carta blanca para entrar en todas las casas del mundo mientras sus habitantes duermen. ¡Que irresponsabilidad en los tiempos que corren!

Coñas aparte, tanto la noche del 24 de diciembre como la del 6 de enero, eran con diferencia dos de los acontecimientos más importantes del año en la vida de un niño, porque la ilusión con la que se espera la llegada de esos días es una emoción muy difícil de volver a experimentar en el futuro. Ellos llegaban, y sin pedir nada a cambio (ya que podías permitirte hacer perrerías durante el año sin que te lo tuvieran luego en cuenta), te colmaban de regalos y te hacían feliz. El ratoncito Pérez era otra criatura de lo más complaciente, porque te procuraba alegría por algo tan antiestético como desdentarte; quienes no eran tan bien recibidos eran El coco y El hombre del saco.

La nana del coco es sin duda una incongruencia en sí misma, ¿qué niño iba ser capaz de pegar ojo, si sabía que en cuanto bajara la guardia un ser indefinido iba a devorarlo? Se suponía que la premisa de que si no dormíamos vendría nos tranquilizaría. Francamente, no sé a quien se le pudo ocurrir tal disparate.

Con quien peor lo pasé yo fue con El hombre del saco, ese si que me acojonaba; imaginaba que en algún momento en que mi madre y mi tía estuvieran probándose ropa y yo me despistara, iba a venir este cabronazo sin escrúpulos, me iba a meter en su incómodo saco (que a mi parecer sería como los sacos de papas y picaría mucho), y me sacaría de la tienda con la suficiente habilidad para que nadie se diera cuenta. Una vez fuera, me subiría junto a los demás niños secuestrados en su descapotable rojo (no sé por qué me imaginaba que tenía uno), y me abandonaría en lo alto de una montaña inaccesible, condenándome a una muerte segura por inanición. ¡Qué mal rollo!

A pesar de la ansiedad que pudieran ocasionarnos, o lo estúpidos que nos sentimos al descubrir la verdad, estas mentirijillas nos curtieron, nos alejaron de peligros, nos proporcionaron alegrías e ilusión, y sobre todo, hicieron que nuestras vidas carentes de preocupaciones “serias” ni responsabilidades, fueran de lo más emocionantes.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi niño... que tenia miedo del hombre del saco... y da gracias que nuestra madre y tia no eran especialmente fomentadoras de mitos (qué rapido cayó el mito de los reyes magos...) sino lo justo y necesario.. lo que yo me pregunto....¿cómo ningun niño se ha despertado cuando "el ratoncito perez" le ponía un regalito?, vale, yo cuando duermo me puede tocar la sinfónica al lado, que no me entero, pero los hay con sueño más ligero... y no se despertaban con lo de levantar la almohada, quitar el diente y poner unos duritos???

Otra mentira infantil...si lloras te pondras fea... pero por dios, encima que te sientes mal, o que te duele algo...no te puedes expresar porque seras un .. ENGENDRO!!! para el resto de tu vida... ESO ES CRUEL.

En fin, ahora somos nosotros los que en mayor o menor medida les mentimos a ellos, ¿que curioso no?

Anónimo dijo...

Pues si, la vedad que yo lo pienso ahora y era divertido, divertido y cutre, porque quien hoy en dia se va a creer esas cosas tan estupidas, es mas, estoy segura que le cuentas esas cosas a algunos niños de hoy en dia, y te mandan a tomar por culo. En fin que la infancia es bonita y a mi me gustaria repeterila, pero conla mentalidad de ahora claro esta, quien me veria baticinando lo de las torres gemelas y demas cosas,me hubiran tomado por loca, pero luego cuadno ocurriese, seria la medium mas famosa del mundo, chinchate patricia arquette!!!jajaja, bueno coñas a parte. Yo hoy en dia puede decir que algunas de esas cosas que nos contaban de niños, me he dado cuenta hace poco que no eran ciertas. Hasta hace nose, un año pensaba que la araña de marca macroa, existia de verdad y que yo era alergica. CUando eres niño te enorgulleces de las cosas malas que te pasan, una vez me coloque un chicle a lo largo de los dientes para parecer que tenia aparatos y ahroa no me los pondria ni loca. Pues bien, mi madre un dia me dijo, cuidado con esa araña macroa que una vez te pico de mas pequeña y te tuvimos que llevar al hospital. No se como se llamaria realmente la araña, pero no era macroa, el caso es que cada vez via una araña con la cabeza blanca salia corriendo y le decia a la gente de mi alrededor: ay dios, ay dios, que no e me acerque esa araña macroa, que soy alergica. Ya decia yo que la gente me miraba raro. Bueno, por lo demas....yo creo que le perdi el miedo al hombre del saco cuando me entere que en ingles se decia boogue man, por dios quien en su sano juicio le tendria miedo a alguien con se nombre???jajjajaja.

Mery

aunqueyonoescriba dijo...

Yo que soy una desmemoriada, no recuerdo las peripecias de mi madre para hacerme comer, pero si las que pasó con mi hermana pequeña, para que comiera la enchufaba por la mañana (en la cama y cuando aún estaba dormida) un biberon de cola-cao con galletas,además con tal de que comiera mi madre la permitía echar quetchup hasta en la sopa (literalmente)

Sar@! dijo...

Ohhhhhh, !qué bello tema! xDDDD Eramos tan inocentes..... Animalitos... xDDD A mí la verdad es qu eno me metían muchas trolas de estas, porque yo de dicha era semi autista, no sé, hablaba poco, no lloraba nunca... me levantaba en la cuna y me ponía a mirar pa las musarañas hasta que viniera alguien, total... ya vendrán, ¿no?
Problemas para comer y eso, creo recordar que jamás tuve, recuerdo eso sí, lo de "abre la boca que viene un barco" xDD y yo toda privada. También me gustaba cuando mi padre me cogía en las rodillas, me empezaba a contar una historia, y sin avisar, abria las rodillas y me dejaba caer así sin previo aviso, buff, aquello me volvía loca! xDDD (otra vez papa, otra vez papa).
Ah, sí.... recuerdo que mi padre me decía xDD que si no me comía las lentejas, al día siguiente me haría "croquetas de lentejas" y joder, yo sólo de pensarlo, comía como una loca xDDD ( y eso que amí siempre me han gustado las lentejas...., pero no se, estaría abollada o algo.
Luego está lo del ratoncito pérez, cuando te dejaban las 500 pesetas debajo de la almohada y tu al día siguiente te comprabas montón de golosinas (porque mira que se compraban cosas antes con 500 pesetas, era como un mini tesoro, ahora un niño va con 3 euros a la tienda, y en fin.....
Yo lo de los reyes y papa noel lo supe pronto, y ningún trauma al respecto. Recuerdo que yo fui la furcia xDDD que se lo dijo a mi primo (porque joder, tenia 10 áños, seamos serios) y bueno, si no fue drama aquel... al final me sentía hasta mal (sólo un poco).
Ños que rollo te acabo de meter así en un momentito.... En fin xDDD Esos son mis mentiras de la infancia, la más destacable la de las croquetas de sobras (aún siento escalofríos al pensarlo...) luego también estaba lo del miedo que me daba el portal d ecasa de mi abuela, que tenía un punto oscuro, y yo pensaba que me iba a salir un it, o algo así por ahí y me iban a matar xDD En fin.... cuanta imaginación, y en lo que hemos acabao... Chaito ;)

peibol dijo...

A Mi exorsister:
Sí, en realidad, por mucho que podamos reprochar, acaba siendo más fácil decir "eso no, que es caca", que sentarte a debatir por qué no debe coger algo.

A Mery:
¡El boogie man! ¡Acabo de caer... el mister Oogie Boogie de Pesadilla antes de navidad, hacía referencia al saco en cuestión! :o

A aunqueyonoescriba:
¡Dios! ¡Qué ascazo!

A sara:
Croquetas de lentejas... da como grima pensarlo, la verdad :s. Ahora entiendo muchas cosas de ti... XD

¡Saludos!

Biónica dijo...

Yo retaba al coco, pero luego me metía en la cocina con los pelos de punta, jiji.

Hummer Morgan dijo...

Qué bueno, por Dios...
Eso sí, yo al hombre del saco no le atribuía un descapotable rojo, precisamente.
A mi señora madre le encantaba gritar "¡¡Que viene el toro!!" y luego descojonarse de mí mientras yo corría desbocada hasta el paro cardiaco.

peibol dijo...

Biónica:

Yo creo que si el coco hubiera visto esa chulería de pacotilla, se habría apiadado de ti y no te hubiera comido. XD

Heavy Mimosa:

Jajajajaja Las madres, y los hermanos o primos mayores, pueden ser muy cabrones... ¡pero qué divertido es serlo! XD


¡Saludos!