Mi hermana estuvo en kárate, gimnasia rítmica, teatro, guitarra, y natación. De todas las actividades citadas, la guitarra fue lo que más practicó, pero como todo, con el tiempo lo fue dejando, y no creo que a día de hoy pudiera tocar una canción con la misma soltura que entonces.
Más o menos lo mismo me pasa a mí con el oboe, instrumento que aprendí a tocar “profesionalmente” durante los cinco años que estuve en el conservatorio haciendo el grado elemental. La carrera dura unos cuantos más (me faltaron el grado medio y el superior), pero como gran parte de los que entran allí, acabé estresado, deprimido, frustrado y harto. Siempre decían que la edad perfecta para entrar era entre los ocho y diez años, pero a un niño de esa edad que permaneciera estudiando el instrumento mientras avanzaba en el colegio, no se le debería pedir el nivel de exigencia que requerían ahí. Cuando ningún niño se preocupaba de sus estudios a nosotros nos exigían horas de práctica y dedicación, y yo, la verdad, no pude con todo.
A pesar de que el último año la desgana se apoderó de mí, haciendo que no me preocupara lo más mínimo por la clases, y llegando incluso a fugarme de ellas (algo impensable en el conservatorio), me dio muchísima pena dejarlo. Un buen día a mis padres se les inflaron las narices (y con razón) porque no hacía una mierda, pero es que no podía evitarlo, sólo con entrar por la puerta me deprimía, y ese último año tras uno de repetición, no estaba en mi mejor momento precisamente; atravesaba esa odiosa fase de la adolescencia en la que la melancolía y los momentos tristes superan con creces los alegres. El día en que mis padres me dieron el ultimátum, diciéndome que hasta ahí había llegado su paciencia, no pude evitar sentirme estúpido, rabioso, e impotente. Estaba aprendiendo a tocar un instrumento, no se me daba mal y de hecho creo que hasta era bueno, porque apenas estudiaba y llegaba a rendir más que otros compañeros de clase, y sin embargo había desaprovechado una oportunidad de oro para desarrollar mis aptitudes musicales.
Aún así, me queda el buen recuerdo de los primeros años y el amor por la música clásica que desarrollé, que hace que a día de hoy disfrute tanto o más con un disco de Mozart que con otro “normal” que me guste.
El conservatorio exigía que fuera a clases particulares de solfeo, ya que muchas de las personas que entraban en primero no lo hacían en blanco como yo, y debía ponerme al día para alcanzarles. Para ello iba a casa de una amiga de mi madre, Manoly, una mujer simpatiquísima que hacía unas clases muy amenas, y que solía premiar a sus alumnos con pequeñas “tonterías” que se agradecían mucho. El ambiente que se respiraba en la habitación (en la que según el día podíamos llegar a ser hasta diez personas) era familiar y muy agradable, y más de una vez interrumpíamos el estudio porque la mujer nos preparaba la merienda, nos hacía cotufas o nos daba golosinas. Una vez incluso nos llevo a todos al parque marítimo ¡Que adorable era! Perder aquello también me apenó muchísimo, y el bajón existencial que atravesaba no ayudaba, la verdad…
Cuando era chico también estuve en natación, deporte al que cogí un poco de manía por tener que practicarlo en invierno mientras llovía ¡Qué frío por dios! Si no fuera porque nada más salir de la piscina mi madre me recibía con un albornoz en una mano, y un termo con cola cao caliente en la otra, no sé cómo lo habría soportado. En cualquier caso me sigue encantando el agua, pero disfruto más buceando que nadando; bucear hace que me sienta libre aún estando “atrapado” bajo el agua. Además me gusta hacerlo con frecuencia para aumentar mi resistencia.
Poco a poco la natación fue quedándose de lado, hasta que llegó un momento en que la abandoné del todo, limitándome a practicarla en verano cuando mejor tiempo hacía, y sustituyéndola por el tenis. Debería haber tenido un poco más de constancia, porque igual así no sería tan esmirriado a día de hoy, y no pasaría penurias para encontrar ropa de mi talla.
Pasé muchos años yendo a clases de inglés y a varios campamentos en el extranjero para perfeccionarlo. Esos campamentos y clases son las actividades extraescolares a las que más debo y que más me alegro de haber llevado a cabo, porque además de divertirme y permitirme conocer a gente muy interesante, hicieron que tuviera interés real por aprender el idioma, y me proporcionaron un nivel de inglés significativamente superior al de la media de mis amigos.
Es precisamente de las actividades que menos desarrollé de las que más nostalgia tengo, entendiendo nostalgia como desconsuelo por lo que no pudo ser, pero de eso hablo en el artículo que viene a continuación…
7 comentarios:
Bueno, desconocía que el dato ese de la guitarra de tu hermana y lo tuyo en el conservatorio, es algo que jamás habeis comentando. Qué tiempo he estado engañada!.XDD
Para terminar, has tenido mucha suerte con tus padres, porque te han permitido descubrir facetas y ver en cuales has estado agusto. Yo cuando era pequeña solo fue a las clases extraescolares que daba el colegio, gimnasia rítmica e informáticaXDD. Aunque creo que no fui a mmás cosas por el sitio donde vivo, muy cerca de todo pero muy lejossssssss si no tienes un cocheXDDD. En fin, que no hay más que contar...
Y aqui va la segunda parte de los logros y frustraciones, antes eran las frustraciones, ahora supongo que los logros. La frase es: Mi madre preocupada porque yo cultivara el cuerpo o la mente????jajajjajajaj. Jamas se preocupo en apuntarme en nada ni en preguntarme si queria, me quiere mucho no digo que no, pero el disfrute de mi tiempo libre lo elegia yo, no ella. Si puede decir que me apunte a Voley desde los 5 años, yo solita, un dia fui y dije vamos a ver que tal y ya no lo deje hasta 10 años despues, y hubiera continuado sino me hubieran hechado del equipo. He de decir y confesar que no era la mejor del mundo, pero lo fui en una ocacion. Estuve en 10 años solo en 3 equipos, el primero, el cuesta piedra, el balon era demaciado grande para mi asi que no podia hacer mucho. El rodriguez galvan, ahi era la mejor pero he de decir que eramos un equipo lamentable, no ganamos ni un solo partido en los cuatro años que yo estuve, no por mi, pero eso denota que por muy buena que fuera, no lo era lo suficiente. Y por ultimo en el Construcciones Marichal. Puedo decir que estuve 2 años y llegamos a segundas de españa, pero yo no jugue pero por lo menos estuve y tengo una medalla, oye algo es algo, de ahi fue donde me hecharon, no tenia el nivel, y es cierto pero tambien tengo que decir que no me esforzaba lo suficiente ni practicaba lo bastante. Me gustaba muchisimo pero no lo daba todo, para mi no era ni una obligacion ni un deporte, era una forma de divertirme, creo que por eso nunca fui tan bueno como deberia, pero no soy mala que conste tambien!!!!.
Un dia mi sueño fue dar clases de voley, porque tal vez no era muy buena en tecnica, pero si en teorica, sabia como se hacia todo. El año pasado lo consegui, le di clase de voley a mis niños guapos, empece con 2 y acabe con 17, tan mala no era dando clase creo yo. Cierto es que no ganamos ni un partido, pero ellos tampoco se lo tomaban en serio y bueno para que mentir, estaban mas tiempo riendose que entrenando. En fin.
Una cosa de la cual siempre me arrepentire es de no haber aprendido ingles en clases particulares porque esta claro que el colegio no me ayudaba, hubiera sido un coñazo pero ahora sabria ingles.
Pero bueno creo que puedo presumir de ser una de las pocas niñas en el mundo que aprendi mecanografia a los 6 años, porque eso si que mi madre me lo enseño en cuanto el movimiento de mis dedos fue voluntario.
Solo tenemos que aprender de los errores para enseñar a nuestros hijos, lo primero para mi van a ser los idiomas y por su puesto el deporte, el que queiera, pero algo tendra que hacer, nada de estar todo el dia delante de una maquinita.
la del comentario largo que se cree un blog si quiere expresarse para que la lean
Patricia, ¿en serio vives lejos? XDD ¡¡Naaaaaaa!! ;)
Doy fe de la habilidad de Pablo para los trabajos manuales. La verdad es que en la vida me habían hecho tarjetas tan originales, tan trabajadas y tan bonitas. Además, salvando algunos épocas de poca inspiración, cada año se supera y resulta ser mejor. A mi favor he de decir que yo también me estrujo el cerebro muchísimo para hacer sus tarjetas de cumpleaños, ¿a que sí nené?
En fin, ciertamente, los niños que no hayan estado en actividades extraescolares, no pueden crecer de forma sana :P Es algo totalmente necesario. Hace un par de meses publiqué una entrada en mi blog sobre un tema parecido a éste, en el que decía que de pequeña estuve en ballet, natación, baloncesto (con toda seguridad mi equipo era más patético que el tuyo, Mery XD) y órgano...
En lo más que estuve fue en órgano porque realmente me gustaba. Pero llegué al 8º curso y por diversos motivos empezó a agobiarme y lo dejé. Ahora me arrepiento de no haber terminado, aunque al igual que a ti, Pablo, me dejó una sensibilidad especial para entender la música.
En cuanto a mis frustraciones particulares, puedo destacar una de ellas, y es precisamente la de tocar el piano. Aunque tiene cierto parecido con el órgano por ser ambos instrumentos de teclado, hay muchos matices insalvables... sin embargo, eso no quita el que de vez en cuando me baje alguna que otra partitura de piano e intente chapurrearla como pueda. La satisfacción que se siente al ver cómo sale la música de tus dedos es inexplicable.
Otra de mis actividades pendientes (ya no extraescolares XD sino digamos que de tiempo libre) es aprender italiano. Llevo muchos años queriendo matricularme, pero nunca lo hago. ¿Por qué iré dejando estas cosas para el futuro?
En fin, sé que hay miles de cosas más que me gustaría o me hubiera gustado hacer. Para las que aún no es tarde, espero tener el tiempo y las ganas para algún día decidirme y ponerme a ello.
Encuentro muchas similitudes entre estas cosas que cuentas y las que yo viví en su día.
Somos cuatro hermanos y a los cuatro nos apuntaron a música e inglés. En música sólo detacó mi hermana, que llegó hasta tercero de piano. Hoy su piano es un adorno de la casa. Es que esto de la música requiere tanta entrega que, o te dedicas a ello profesionalmente o mejor lo dejas. Yo lo odié desde el principio.
En cambio se me dió bien el inglés y llegué a ser profesor en una academia.
Te he entendido perfectamente en lo de la rabia y frustración que se siente cuando ante los padres no puedes evitar sentirte mal por no poder mantener a flote algo en lo que ellos habían puesto sus expectativas. Buf, es que la adolescencia...
Me estás dando más y más ideas para próximas entradas en el blog.
Saludos Peibol!
A Lucyinthesky:
Sí, y lo que te queda por descubrir XD.
Piensa que si te queda el gusanillo, siempre estarás a tiempo ;)...
A Mery:
A mí el voley siempre me ha dado pereza, porque te destrozas las muñecas, antebrazos y manos; siempre le daba con las putas de los dedos, para que no me doliera.
Piensa que, gracias a la desidia de tu madre, tú vas a procurar hacerlo mejor, así que en cierto modo, podrías hasta agradecérselo XD.
A María:
Gracias por lo dicho, y sí, tus tarjetas son, a su vez, las mejores que me hace nadie... ¡si es que somos tal para cual!
Mentiría si dijera que esta entrada no está inspirada en aquella tuya a la que haces referencia; de todo lo dicho que nos queda por hacer, aún estamos a tiempo... ¿no?
A JuanRa Diablo:
¡Voy a tener que empezar a cobrarte por estos robos de inspiración! XD
¡Saludos a todos!
Publicar un comentario