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jueves, 6 de agosto de 2009

Madres provisionales

Las dos primeras veces que fui a campamentos de inglés, aquello fue un cachondeo; estábamos varios españoles en una habitación y, como es normal, tendíamos a relacionarnos más entre nosotros que con la gente autóctona. La siguiente vez fue en 2002, esta vez en Irlanda, y con un esquema totalmente diferente: un horario de clases más intenso, más exigencia académica y estancia con familias de la zona. Podías solicitar una habitación individual o doble, y yo preferí estar por mi cuenta; no sólo aprendería más así, sino que además no me apetecía convivir íntimamente con alguien a quien ni siquiera conocía. Dos años más tarde fui a Inglaterra en el mismo plan, y sigo pensando que es lo mejor, porque fomenta que hables más con tu “madre inglesa”… a no ser que te toque una furcia.

En Irlanda estuve con una mujer llamada Anita, nombre paradójico donde los haya, ya que casi no cabía por la puerta. Debería llamarse Ana a secas o SuperAna, pero nunca Anita. Era incongruente y parecía un chiste, como el apellido de Teté Delgado.
Vivía junto a su padre y su novio en una casa decorada con los ojos cerrados; era tan hortera todo lo que había dentro, que por más que la mirara nunca dejaba de sorprenderme. A la entrada te recibía un majestuoso San Bernardo de porcelana, y a partir de ahí todo iba a peor en clave de dorados, pasteles y mercadillo.
Mi vacaburra se pasaba todo el día de cariñitos con el novio, poniéndole ojitos, metiéndole mano y haciéndome sentir que sobraba. Cuando veíamos la tele después de la cena terminaba yéndome a mi habitación, porque se “acurrucaban” en unas posturas tan explícitas, que de seguir presente quizás habría presenciado un polvo en directo. Y no tenía ganas. Una cosa es apoyar la cabeza en el regazo y otra ir calentando motores para una mamada.
Era de esas personas que te la clavan doblada: me preguntaba con una sonrisa qué me apetecía cenar, para luego ponerme el plato de mala manera y dejarme comiendo solo; me decía con falsa amabilidad que acudiera a ella para lo que fuera, y luego ponía mala cara si le pedía lo más mínimo; y para colmo “cocinaba” de puta pena, tanto, que bajé un montón de kilos de donde no me sobraban.

Había hamburguesa o nuggets con papas fritas la mitad de los días, y para cuando mis arterias estaban a punto de pedir auxilio, se ponía creativa. Demasiado creativa.
Recuerdo con pavor dos platos en especial: el primero era un pollo rosa fuccia por fuera y por dentro, que suponía todo un logro culinario, pues pocas veces me he topado con algo que de asco en los cinco sentidos. El otro fue mantequilla con pasta, que no al revés; era una pelota de mantequilla mezclada con espaguetis, y cuando trataba de desenrollar uno de ellos, acababa levantando en peso toda la plasta amarilla. Era en esos momentos cuando agradecía comer solo para poder tirar esos abortos que hasta las cucarachas rechazarían.
Lo peor de todo vino uno de los últimos días, cuando les repartieron una carta a las familias para que hablaran sobre la experiencia con sus “ahijados temporales”, y la muy puta me puso de vuelta y media con una sarta de mentiras. Desde que arrugaba mi ropa adrede para luego pedir que me la planchara (MENTIRA), a que era un chico arisco y poco sociable; a lo mejor pretendía que le propusiera un trío cuando veía cómo sobaba a su descamisado novio.

Dos años más tarde di con Rose, y entonces supe que había esperanza; para empezar llegué allí y su hijo adolescente insistió en subirme la maleta por las escaleras, sin negociación posible. Empezamos bien. La habitación en la que me quedaba era infinitamente más grande que la que me había tocado en Irlanda; tenía una comodísima cama de matrimonio, cajones gavetas en las que poner mis cosas (en casa de Anita ni siquiera pude sacar nada de la maleta), y televisión al lado de la cama. ¿Se puede pedir más?
Tenía el baño muy cerca, la casa era agradable y confortable, y desde el primer día entablé muy buena relación con ella. Poseía un sentido del humor maravillosamente sarcástico y me trató con mucho cariño desde el principio. Salvo alguna excepción puntual, comíamos todos juntos y veíamos Friends; la ayudaba con las tareas del jardín, iba con ella a hacer recados, y aunque tiraba mucho de precocinados, todo lo que hacía estaba buenísimo. Era fantástica. Además, su hijo y su marido me daban conversación de buena gana. Estaba en la gloria de las familias adoptivas.

Esto de las madres “provisionales” es una lotería en la que nunca sabes lo que te va a tocar; teniendo en cuenta que tuve una muy mala, y luego una muy buena, ¿qué me habría tocado de haber vuelto a enrolarme en uno de estos viajes? Si en base a mi experiencia se concluyera que estas cosas llevan un crecimiento exponencial de la calidad y el bienestar, la siguiente vez tendría que haber dado con una familia de superhéroes con poderes mágicos. Como mínimo.

¡Larga vida a Rose... y que te jodan, Anita!

13 comentarios:

indo dijo...

igual en vez de ir mejorando, se iba alternando, madre mala, madre buena, madre mala, madre buena y así sucesivamente.
yo no he salido de españa en ese plan, pero desde luego no sé si hubiera podido soportar a la tal Anita...
cuando he estado de vacaciones con familiares que me han adoptado temporalmente, también se han dado los dos casos y la vez mala, aguanté lo justo de llamar a mi madre y decirle que o venía a poir mí o haría un estupendo viaje burgos-madrid a patita, pero que no aguantaba más.
en fin, si no estás dispuesto a tratar bien a quien recibes, no abras tu casa y luego arrugues el hocico. digo yo, vamos.
me alegro de haber vuelto y de volver a leerte.
un beso.

Nils dijo...

Y cuando no tenemos una madre cerca, la creamos, ya sea una amiga, un amigo, un vecino, la limpiadora...

Irrer Hutmacher dijo...

Jajajajajajaja yo creo que habría salido huyendo con solo ver el sanbernardo de porcelana jajajajaja y por supuesto no habría tenido paciencia de aguantar a la asquerosa esa...
Te has olvidado lo más importante, el hijo de Rose estaba porculizable???

Lillu dijo...

Yo nunca he estado en esa clase de campamentos (eso es cosa de ricos :P) pero sé por alguna amiga que luego hacían revisiones de las familias que lo solicitaban para ver si podían continuar alojando estudiantes. O sea, si daban mal de comer, si había mal rollo en la casa y cosas así, se les expulsaba del programa. No sé exactamente cómo funciona, pero deduzco que igual que a ella le pidieron que informara sobre ti, a los usuarios también os pedirían un informe, que al fin y al cabo ellos reciben las pelas y vosotros las ponéis :D

Independientemente del tipo de "madre", dicen que es uno de los mejores métodos para aprender un idioma, no?

saluditos

Superpatata dijo...

Menos mal que al final tuviste suerte con eso de la madres adoptivas que si no... iba a parecer que estabas gafado jeje.
Yo he escuchado muchas historias de gente que se va a otros países y acaban con familias desastrosas, pero nunca lo he vivido, y ya por la edad que tengo tampoco creo que me vaya con una familia, será más por libre... pero si das con una buena debe venir muy bien para aprender bastante del idioma.
Un abrazo.

peibol dijo...

Indo:
Pff, pues sí es así, ¡qué pereza saber que tendría que pasar por otra mala antes de dar con una nueva buena! :s

En el caso con Anita es que ella se fue descubriendo poco a poco; si la hubiera calado desde el principio, habría pedido que me cambiaran de familia.

Lo de quedarse en casa de familiares es aún más peliagudo, porque si estás en su casa y son lejanos, te la tienes que tragar doblada más veces. A mí me pasó a la vuelta de uno de estos viajes, con mi familia peninsular, con quienes pensaba quedarme un poco menos de una semana, y al segundo día ya me puse a buscar billete :s.

Las familias extranjeras bordes ni quieren estudiantes ni que perturbes su paz; quieren el dinero.

Nils:
Cierto, aunque con Anita ni vínculo ni nada. :S

El Sombrerero Loco:
Calla, que además tenían una habitación que yo llamaba el museo del horror, porque estaba todo lo peor de lo peor. Colección de gatitos risueños incluída.

Porculizar a los testigos de Jehová que toquen a la puerta, intentarlo con los hijos de las madres adoptivas... voy a pensar que tienes un problema XD (Bueno, sí, que eres hombre y siempre hay ganas de meterla en caliente XD)

Lillu:
Pues tú amiga y yo no debimos ir al mismo sitio entonces, porque si así fuera, Anita estaría fuera del programa desde hace años. La cosa es que no se puede decir que maltratara, pero su actitud dejaba mucho que desear. :s

Como dices, y al margen de la "host mother", es una experiencia genial y aprendes un montón a desenvolverte.

Superpatata:
Yo si volviera a plantearme una historia de estas sería para ir por libre, aunque sé de gente que ha congeniado tan bien con su familia adoptiva, que han hecho pactos pero seguir haciendo estancias en el país del otro, sin que esté la agencia de por medio para llevarse pasta. Eso sí sería genial.


¡Saludos!

JuanRa Diablo dijo...

Osea que tú sales de un incendio y te metes en la fogosa pasión de la Anita. A lo mejor es que ibas muy bien en el inglés escrito pero vieron que te fallaba el oral. No sé, digo yo... El caso es conseguir un buen curriculum de experiencias, jajaja.
Yo tuve a mi Mrs Catt, anciana adorable que me trató muy bien. Al principio me desilusionó, porque yo esperaba toda una familia que me ayudara a practicar el idioma, pero cuando me fuí de allí hasta la añoré.
Lo del pollo rosa me lo he imaginado muy bien y casi me ha dado un retortijón la barriga.
Saludos desde Benidorm!

Edamal dijo...

no se si yo despues de la experiencia de Anita hubiera vuelto... porque yo desde luego en una casa asi creo que me hubiera pasado el dia haciendo fotos y mandandosela a los amigos, siempre puedes encontrar algo peor!!! aunque lo del san bernardo, es poco superable!!

Besos

Sar@! dijo...

Nunca llegue a ver a Anita..... y en serio, junto con el Temple Bar, el Half Penny Bridge y Phoenix Park tiene que ser de lo mejor de Dublin jajaja una atraccion turistica en si misma (supongo que por la extension tb xDDD)
Yo ame a bricoman... lo sabes, lo habria adoptado, era el host father perfecto, un poco friki fanatico religoso, pero bueno, nadie es perfecto jajajaja Luego estuve con otra familia que la hija se tiraba eructos en la cocina... y era mas basta que un bocadillo de tachas. Recuerdo el dia que me hicieron pollo al curri....casi me muero...Cuantas anecdotas la de aquel viaje!!! Que jovenes eramos!! Y como hemos ganado con el tiempo jajajaja Un beso!!

peibol dijo...

JuanRa Diablo:
XD Otra cosa igual no, pero experiencias desde luego sí que saqué de aquellos viajes, no lo puedo negar.

Me ha llamado la atención lo de Mrs Catt. ¿Tú también te fuiste a mejorar tu inglés con una familia "adoptiva"? ¿Cuándo fue? ¿Con qué edad? ¡Cuéntame! :)

PD. Mejor no te imagines demasiado el pollo rosa, a ver si te voy a chafar las vacaciones.

Edamal:
Esa vez iba más a regañadientes, pero luego pensé que con el verano tan largo que tenía por delante (entre que acabé la Pau y que hubo huelga de profesores, tuve casi 4 meses de vacaciones), mejor invertía un mes en algo... y mira, salió bien ;)

En aquel entonces no tenía cámara digital, y vivía en la era en que has de racionar las fotos para no dejarte nada; de no haber sido así, ten por seguro que habría ilustrado esta entrada con un completo reportaje gráfico. XD

Sara:
Es que Bricoman era mucho Bricoman, con su fe religiosa extrema, su mujer-conejo y su hijo de la pinga en el plato XD.

Di que sí, hemos ganado que da miedo, y por eso aún no te perdono que difundieras esas fotos mías de entonces. ¡Perraca!


¡Saludos!

JuanRa Diablo dijo...

Pues sí, Peibol, viví esa experiencia en Saltdean, al sur de Inglaterra cuando tenía precisamente tu actual edad. Qué tiempos aquellos!!
Cuando tengas un ratillo lo lees en

http://miescribania.blogspot.com/2008/09/postales-desde-saltdean.html

y me dejas allí un comentario, OK?
Come on, make me happy one more time ;)

Ana dijo...

Hola, un poco tarde comento esta entrada (pero no quería que muera una ovejita por mi culpa). Qué mala suerte caer en una casa donde la anfitriona sea tan desagradable, te deben haber dado unas ganas locas de volver corriendo a tu casa, no sé como aguantaste, creo que yo en tu lugar no hubiese podido me hubiera deprimido.
Qué bueno que la segunda, si valió la pena y que te diste la oportunidad sin tener en cuenta la primera experiencia. Un beso.

peibol dijo...

JuanRa Diablo:
Es curioso, y creo que conoceras esta sensación por lo que me has dicho alguna vez; por más que creo que tengo barrido tu blog, siempre me sorprendo con que se me han quedado cosas en el tintero. Te escribiré allí ;)

Ana:
Nunca es tarde si la dicha es buena... y si con eso se puede salvar una ovejita; me alegra saber que tienes conciencia a ese respecto. XD
Yo me alegro enormemente de que la experiencia haya sido una de cal y una de arena; de todas formas, ambas ocasiones se compensaron a la inversa, de modo que la madre del primer viaje era odiosa, pero el grupo genial, tanto, que aún conservo a mis dos mejores amigas de entonces; en el otro caso, cuando la madre era fantástica, el grupo dejaba más que desear, así que... una cosa quita la otra. ;)


¡Saludos!