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jueves, 7 de agosto de 2008
Día 2 – Sobreesfuerzo recompensado
Nos levantamos temprano, desayunamos, preparamos nuestras cosas y fuimos al hotel, que cumplió todas nuestras expectativas y alguna más. Era perfecto. La habitación era espaciosa y tenía un buen baño, sillón, escritorio, camas cómodas, y lo mejor de todo: una minicocina dentro de un armario, en la que poder prepararnos algo si algún día no nos apetecía comer fuera. Dejadas las maletas y formuladas en voz alta las alabanzas pertinentes, cogimos el metro hasta la Plaza de Castilla para ver las cuatro torres, ir a una exposición de arte que tenía interés en visitar, y que María viera las torres Kío. ¡Qué invento es el metro! Es lo más grande que se ha creado; ya lo había utilizado antes pero nunca deja de sorprenderme, es maravilloso: te metes en una punta de la ciudad, accedes a un submundo que siempre me recuerda al alcantarillado de Futurama, porque no deja de ser una ciudad debajo de otra, y por arte de “magia” estás a tomar por saco en un tiempo record… es sencillamente genial. Además, uno se encuentra a todo tipo de elementos allí abajo; personas que te llaman tanto la atención, que sin darte cuenta fantaseas sobre sus vidas dejando volar la imaginación. Yendo en guagua también pasa, pero desde luego en mucha menor medida, y aunque se me suelen ocurrir entradas cuando me muevo en transporte público, estoy seguro de que si utilizara el metro regularmente mi blog no daría abasto.
Vista la exposición (Esculturas hiperrealistas de Duane Hanson), vistas las torres, y disparadas las fotos de rigor aguantando las Kío (quien va a Madrid y no las hace, es como quien va a Pisa y no sujeta la torre), bajamos caminando TODO el paseo de La Castellana y Recoletos, que se dice pronto, con paradas en las plazas de Picasso, Colón y Cibeles. Comimos en Rodilla, sitio fetiche de María en el que empecé a comprobar que su voracidad realmente no conoce límites.
Llegamos a tiempo de visitar fugazmente dos tiendas de obligado paso para cualquier cinéfilo y aficionado a la fotografía: la librería 8 y ½ y Artecine XXI. La primera está íntegramente especializada en el séptimo arte, y en ella puedes encontrar todo lo pensable al respecto, y la segunda tiene todos los pósters, láminas, fotografías y postales que puedas imaginar; las láminas son mi perdición y podría pasar horas viendo el género y tratando de decidir qué compro. Pregunté intuyendo que la respuesta sería una negativa, si tenían la que tantísimos años llevaba buscando, y por la que había llegado a preguntar por Internet al museo de National Geographic en Washington: la foto de Sharbat Gula, más conocida como “la chica afgana de los ojos verdes”, y cuando la sacó de un armario casi me da un orgasmo. ¡¡La había conseguido!! ¡Al fin era mía! Me cobró 7 euros, pero si me hubiera pedido cuatro veces más también se lo habría dado… sólo por eso ya sentía que el viaje había merecido la pena. María se compró “El beso”, de Robert Doisneau, y más felices que unas castañuelas nos fuimos al hotel a cambiarnos y salir a cenar a una crepería que me habían recomendado. Comimos, volvimos al hotel y nos acostamos. Estábamos agotados y no tuvimos ganas de paseos ni tonterías, así que nos dormimos enseguida con una sonrisa de satisfacción por nuestra compra, para disfrutar del día siguiente con las piernas menos cansadas.
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7 comentarios:
La exposición de esculturas hiperrealistas de Duane Hanson es bestial. Por cierto, que para ver las cuatro torres es mejor el metro de Begoña que el de Plaza Castilla, pero bueno, ya que estáis por mi barrio jajaja Disfruta!!
por cierto, que me enganché a Shaun the Sheep por tu culpa!
Me parece muy fuerte que hayas ido a la tienda esa de las pelis y no me hayas dicho nada!!!!! no te acuerdas que me prometiste que si ibas te haria una lista de pelis que llevo años buscando??? que perdicion...nose si podre perdonarte....;-)
Mery
A Nils:
Efectivamente la exposición es espectacular, y la pareja de ancianos que puse es de las que más me llamó la atención; el nivel de detalles es impresionante, y no puedes evitar pensar que de un momento a oro se van a girar para mirarte. Lo del metro... bueno, somos novatos en eso, así que se nos perdona :p, y en cuanto a lo de Shaunn the sheep...¡qué te voy a decir! ¡Yo también la amo! :D
A Mery:
La tienda era de cine, pero no de películas (aunque parezca contradictorio); tenía mil libros, láminas, postales y hasta tazas... pero de películas ná de ná, que para eso es una librería.
Un saludo
Bueno... Pablo, yo no soy novata en el metro, el novato eres tú, que siempre te me ibas para otro lado XDD la verdad es que siempre que he ido a Madrid o Barcelona me he movido en metro y efectivamente, es un invento.
Nils, tiene su explicación: no nos bajamos en Plaza Castilla sino en Chamartín, cerca de la exposición de hiperrealismo (una parada más) ;) desde allí podían verse más o menos bien las cuatro torres (suficiente, porque tampoco era nuestro objetivo principal) y de paso, nos ahorrábamos el camino hasta Begoña (aunque teniendo en cuenta la maratón que hicimos bajando por todo el Paseo de la Castellana, tampoco lo hubiéramos notado tanto).
Besos
En este día tengo poco más que comentar, a parte de reafirmar una vez más el palizón que nos pegamos caminando esos casi 8 km... al final con el paseo posterior, nos haríamos perfectamente más de 10 km.
Efectivamente me compré la lámina gigante de "Le baiser de L'Hotel de Ville" que siempre me ha gustado... y que está esperando a ser enmarcada y colgada en el salón de mi pisito :D
Besos
Ahora ya le he cogido el tranquillo. En realidad no tiene ciencia, pero cuano uno delega...
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