Hace mucho que no escribo y, salvo excepciones puntuales, he ido tirando de artículos escritos tiempo atrás. La razón, además de la época en que estamos, es que no he encontrado tan divertidas mis circunstancias como para reírme de ellas con facilidad, y es que en los últimos meses, y más especialmente en las últimas semanas, no he estado tirando cohetes precisamente. Parte de “la culpa” de esto la tiene una amiga de la infancia, que murió ayer tras un año de lucha. El cáncer ganó la batalla.
Siguiendo con la tradición instaurada tiempo atrás, de enterarme de desgracias ajenas en pleno periodo de exámenes (otro cáncer terminal que luego remitiría de forma milagrosa), mi amiga me comunicó en agosto de 2007 que le iban a hacer una pruebas, porque existía la posibilidad de que “ese bultito” de la boca pudiera ser algo malo. Tras unos días de incertidumbre se confirmó que tenía un tumor maligno. Empezó entonces un periplo médico que la llevo de un lado a otro, consultando a varios especialistas, ingresando periódicamente en el hospital para ser tratada, y viajando para ver a expertos foráneos. No se pudo hacer nada y volvió aquí, a Tenerife, para morir junto a los suyos.
Durante ese año su vida cambió drásticamente. Pasó de ambicionar suculentos planes de futuro a verse postrada en una cama de hospital, sometida a un tratamiento durísimo que la dejaba agotada (quienes hayan vivido de cerca el proceso de la quimioterapia sabrán bien de lo que hablo), y viendo impotente cómo la vida se le escapaba de las manos. A pesar de todo, y aunque los resultados de sus pruebas fueran cada vez menos halagüeños, mantuvo la esperanza hasta el final, y el optimismo con el que se enfrentó a la enfermedad es realmente encomiable; otros hubieran agachado la cabeza para lamentarse y esperar su hora, pero ella no, no le daba la gana y punto. Esa actitud no iba en absoluto con su carácter. Tanto es así, que cuando estuve con su madre en el tanatorio, me comentó con una sonrisa cómplice eclipsada por unos ojos llenos de lágrimas, que habían pensado ponerla con el dedo haciendo el corte de mangas.
Aún no me creo que ella, una de las personas más risueñas y disparatadas que he conocido, haya acabado sus días de una forma tan terrible, y es que a pesar de que los casos de cáncer parecen multiplicarse en todos lados, no consigo asimilar que esa fatídica lotería sea tan poco parcial; no concibo que ponga punto y final a la vida de un abuelo igual que lo hace con la de un niño. Ella tenía 23 años.
No soy creyente en absoluto, así que obviando frases habituales que menten al “todopoderoso” o al reino del cielo en el que todos nos reencontramos, sólo te diré con todo el cariño del mundo: ¡Hasta siempre nené!
9 comentarios:
Lo lamento :(
Joder, Pablo, que lástima, en serio.... Ya tu sabes que yo no hablo mucho del tena xq m afecta, pero el tema del cáncer es una puta loteria, y depende del que te toque (y despues de un tratamiento de mierda) puedes llegar a curarte o no. En fin... no se que decirte, 23 años, joder... que pena! Un beso grande (K)
Mucho ánimo!! Mi padre murió de cancer cuando yo tenía 10años, desde entonces, esa enfermedad la veo presente en el día a día, espero que pronto encuentren una solución. Saludetes
Lamentable el hecho. Yo también perdí a una persona muy cercana a mí por culpa del cáncer hace apenas un par de meses, un tío que era como mi padre. Fue mi segundo padre.
Tal vez sea imprudente recomendarte algo así en estos momentos, pero se me viene a la mente irremediablemente el libro de el cáncer y sus metáforas de Susan Sontag y la grandiosa película de Ingmar Bergman: Gritos y susurros.
Grandes obras dedicadas a ver la realidad de enfermedades tan hostiles y devastadoras.
Siento mucho tu perdida por que la comprendo. Mi tío luchó incansablemente también, pero ese cáncer maligno no dió cuartel alguno.
Saludos.
Muchas gracias a todos ;)
Lo siento Pablo....
Mery
Gracias nené
Llego super tarde, pero ya que he aterrizado hasta aquí a través de los links de tus entradas, aprovecho para dejarte un abrazo bien gordo.
Da miedo hasta nombrar esa maldita enfermedad, joder.
Más vale tarde que nunca, así que se agradece igualmente; este tipo de gestos se agradecen siempre. ;)
Otro abrazo para ti
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